Sociohistórica, nº 42, e068, 2do. Semestre de 2018. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Reseñas

El saqueo como acción colectiva: miradas desde la Historia argentina

Reseña de: Di Meglio Gabriel y Serulnikov Sergio (comps.), La Larga historia de los saqueos en la Argentina. De la independencia a nuestros días, Buenos Aires: Siglo XXI, 2017, 320 págs.

Paola Bonvillani

Instituto de Humanidades (IDH), Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

Cita sugerida: Bonvillani, P.(2018). El saqueo como acción colectiva: miradas desde la Historia argentina [Revisión del libro La Larga historia de los saqueos en la Argentina. De la independencia a nuestros días. de Gabriel Di Meglio y Sergio Serulnikov (comps.)]. Sociohistórica, 42, e068. https://doi.org/10.24215/18521606e068

Diversas han sido las acciones colectivas que a lo largo de la historia expresaron y canalizaron la conflictividad social en Argentina. Su magnitud, la multiplicidad de sus protagonistas, sus orientaciones y los diversos grados de violencia ejercida no solo concitaron la atención de las autoridades y de la opinión pública, sino también de especialistas del campo académico. En comparación con el desarrollo alcanzado en disciplinas como la sociología y la politología, en el caso de los estudios históricos, recién en las últimas décadas los movimientos sociales han sido incorporados a la agenda de investigación. Si bien el foco estuvo principalmente en el activismo de la clase obrera y sus organizaciones, ya en los últimos años, se ha extendido a otras preocupaciones temáticas, como los movimientos por derechos humanos y los de las diversas minorías, entre otros.

En este marco, y a partir de las diversas temáticas, periodizaciones, recortes espaciales y marcos interpretativos abordados en esta obra colectiva, es posible inferir un conjunto de ideas o ejes que representan aportes significativos al estudio de las acciones colectivas.

En primer lugar, el libro propone una reconstrucción histórica de los saqueos, una particular modalidad de acción colectiva que pocas veces fue tratada como objeto de estudio en la historiografía por haber quedado subsumida en el análisis de procesos más vastos. Así, con la finalidad de iluminar el estudio de las protestas del pasado, los textos aquí reunidos recurren, en diverso grado, a conceptos y modelos explicativos de las teorías de la acción colectiva. Aunque se reconoce la dificultad de aplicar plenamente las variables típicas de dichas teorías, pues por su atipicidad los saqueos representan un objeto de difícil discernimiento para el análisis histórico, se logra superar dicho obstáculo. Ciertamente, en cada una de las investigaciones se desplaza el foco de atención de los breves momentos de estallido de la protesta hacia los procesos de constitución de las condiciones históricas que los hicieron posibles, abriendo la posibilidad de un estudio en perspectiva histórica.

Por otra parte, la perspectiva de larga duración y el amplio alcance espacial que en conjunto expresan las exposiciones compiladas, las vuelven una valiosa contribución en el marco de las abundantes investigaciones existentes sobre la temática, enfocadas fundamentalmente en los espacios céntricos y concentradas en periodos históricos recientes. En la introducción, los compiladores anuncian que, en virtud del criterio cronológico, los capítulos se organizan en tres apartados. El primero agrupa trabajos que investigan aquellos saqueos que, con diversos grados de organización y orientados al provecho material inmediato y al cuestionamiento a la autoridad, se produjeron en el periodo histórico comprendido por las guerras de la independencia y durante la construcción del Estado nacional. El segundo apartado está dedicado a los saqueos vinculados al ejercicio de la violencia política en el marco de la emergencia de la sociedad de masas, la consolidación de la democracia representativa y la expansión de los partidos populares poderosos. En la última sección, los análisis se centran en una nueva ola de saqueos iniciada con los eventos de 1989 que, en el marco del proceso de desindustrialización y de la decadencia de la sociedad salarial, instalaron el hambre y las demandas alimentarias en la escena pública.

Otra importante contribución que brinda el estudio de los contextos históricos en los que tuvieron lugar estos episodios, refiere al reconocimiento de la complejidad y multiplicidad de sus motivaciones. Al respecto, el análisis de larga duración de Ingrid de Jong y Guido Cordero sobre las invasiones indígenas conocidas como malones, a los asentamientos hispano-criollos en la Frontera Sur, supera las tradicionales concepciones que los representan como acciones anómicas e inconscientes. Según los autores, lejos de ser prácticas irracionales, estas formas de violencia colectiva se distinguen por su carácter metódico, su regularidad y planificación, y por formar parte de las estrategias comerciales en los espacios de frontera y de las relaciones políticas mantenidas entre líderes indígenas y los gobiernos hispano-criollos.

En este orden de ideas, al restituir la especificidad histórica del masivo saqueo a las tiendas de Buenos Aires que siguió a la batalla de Caseros, el análisis de Gabriel Di Meglio contradice las interpretaciones comunes sobre los hechos. Estas tienden a presentarlos como comportamientos desviados que, al igual que los distintos tipos de delincuencia, deben abordarse desde la perspectiva del orden social alterado por ellos. Así, a través de testimonios policiales el autor reconstruye las percepciones de los propios protagonistas. Para estos, el saqueo no se entendía solo como robo, sino como una práctica legítima en el contexto de desorden y falta de fuerzas de seguridad tras la derrota militar del gobierno de Rosas. Sin embargo, más allá de la consideración de las motivaciones inmediatas, se analiza el acontecimiento como producto del estallido de tensiones acumuladas por la supresión de los disensos que el gobierno rosista mantuvo a lo largo de la década previa.

En sintonía con los enfoques que rechazan las explicaciones univocas de las acciones colectivas, los trabajos de Marianne González Alemán y Juan Pablo Artinian ponen el acento en las emociones y representaciones colectivas y en la incidencia de los cambios en el sistema político como componentes motivacionales de las acciones colectivas. Con agudeza, González Alemán devela los sentidos expresados en las imágenes y relatos creados en torno a la depredación de sitios ligados a la figura de Yrigoyen tras el golpe de Estado de 1930. Para la autora, estas formas de violencia colectica vindicativa se inscriben en el contexto de la creciente crisis de legitimidad del sistema político. Por ello, deben interpretarse como acciones políticas que expresaban la voluntad de sus autores de reformular las reglas de funcionamiento del régimen institucional vigente. Por su parte, Artinian investiga los saqueos de grupos peronistas durante el bombardeo a Plaza de Mayo y los ataques antiperonistas ocurridos durante el golpe de Estado en 1955. El autor, en sintonía con González Alemán, reconstruye la dimensión iconoclasta presente en ambas manifestaciones de violencia colectiva. Para él, la destrucción de símbolos y objetos durante los saqueos operó como expresión de emociones políticas de revancha y algarabía construidas en torno a las antinomias políticas y culturales que atravesaron y dividieron al país en aquellos años.

Como vemos, la interpretación de los saqueos como acciones políticas, en tanto expresan antagonismos sociales y relaciones de poder, constituye otra de las ideas-eje que guía la totalidad de las exposiciones. Cabe mencionar a modo de ejemplo el capítulo de Raúl Fradkin, quien, a partir del análisis riguroso y exhaustivo de una vasta variedad de referencias documentales, analiza los saqueos producidos en los pueblos rurales del litoral rioplatense durante la era revolucionaria. Según el autor, los saqueos formaban parte de las prácticas de guerra reconocidas. Sin embargo, en el contexto de crisis generalizada debido a la desintegración de la monarquía hispánica, pasaron a integrar el repertorio de acción colectica del paisanaje rural y de la plebe pueblerina. A través de estas prácticas, dichos sectores sociales pusieron en cuestión las formas de autoridad y las jerarquías sociales aceptadas hasta entonces.

Contextualizado en otro ciclo histórico de la conflictividad social, el texto de Sebastián Pereyra y Pablo Semán sobre la ola de saqueos de diciembre de 2013 ocurrida en Córdoba y en otras partes del país, también contribuye a superar las tradicionales imágenes sobre estos episodios. Los episodios de pillaje iniciados a partir de la protesta de la policía cordobesa por reclamos salariales no son considerados aquí reacciones espontáneas ligadas a necesidades básicas insatisfechas, pues no se produjeron en una coyuntura de abierta crisis económica o política comparable a las experimentadas en 1989 y 2001. Más bien deben comprenderse en virtud de la segregación social y territorial, producto de históricos procesos de desigualdad socioeconómica.

Lo señalado hasta aquí advierte que, lejos de explicarse por su carácter irracional e incontrolable, los saqueos suponen una acción concertada. En este sentido, el concepto de repertorio de acción colectiva de Tilly resulta de suma utilidad para el estudio de Marina Farinetti sobre el Santiagueñazo, ya que reconoce la presencia de pautas de comportamiento precisas y con cierto grado de permanencia. El Santiagueñazo fue la más violenta y extendida de todas las acciones populares ocurridas a mediados de la década de 1990 en reacción a los duros efectos sociales de las políticas del ajuste fiscal y las reformas neoliberales sobre las provincias. A diferencia de la ola de saqueos ocurrida en 1989, en esta pueblada los blancos de la violencia fueron personas y el alcance del conflicto quedó limitado al espacio local. Lo anterior, sostiene la autora, no permite incluir esta forma de protesta dentro del repertorio de confrontación tradicional, más bien expresa el entrelazamiento de los repertorios de protestas clásico y moderno. La novedad entonces estaba dada por la amenaza de desgobierno que representó el fuerte descontento popular, problema político que irrumpirá posteriormente, durante la ola de saqueos del 2001.

Aplicando también el utillaje conceptual propuesto por Tilly, Mónica Gordillo presenta una estimulante investigación sobre la ola de saqueos de 2001. Estos episodios representaron acciones políticas contenciosas, en tanto expresaron un modo de protesta y de reivindicación enmarcado en el sentimiento de injusticia que generó el incumplimiento de derechos y obligaciones por parte del gobierno. Asimismo, la autora considera que ciertos elementos del repertorio de acción constituido en torno a los saqueos de 1989, tales como las identidades populares y las formas de violencia colectiva, estuvieron presentes en los sucesos de 2001.

En este punto, el análisis de Gordillo se articula con el texto de Sergio Serulnikov, en tanto consideran que el reclamo que emergió de las movilizaciones colectivas de 1989 y de 2001 fue obtener, por medio de la fuerza, bienes básicos de consumo que ya no podían obtenerse por medio del mercado. En ese sentido, dice el autor, anunciaron como problema fundamental de la sociedad la exclusión a gran escala. Sin embargo, al explorar los recursos organizativos, los móviles, los valores y los blancos de la violencia colectiva expresados en la la ola de saqueos de mayo de 1989, Serulnikov advierte que, a diferencia de otros, estos eventos no parecieron coordinados ni incitados por asociaciones de base o partidos políticos, ni apelaron a repertorios de acción preconcebidos.

De lo anterior se desprende que los estudios incluidos en esta obra, en sintonía con las actuales teorías sobre la acción colectiva, reconocen la presencia de cierto grado de organización en la protesta como dimensión analítica relevante. Sin embargo, a partir del común cuestionamiento a los estudios que dejan de lado los componentes no espontáneos de la acción, el trabajo de Jorge Ossona se diferencia del resto en tanto, retomando una de las dimensiones señaladas también por Tilly (2007), su análisis le otorga preeminencia a los líderes como activadores de la violencia colectiva. Desde esta perspectiva, entiende los saqueos ocurridos en Villa Fiorito en 2001 como el resultado y la manifestación de la capacidad e iniciativa de los dirigentes barriales y de sus relaciones encubiertas con agentes del Estado y empresarios de la violencia.

El énfasis en la preeminencia de la coordinación, gestión y representación de los líderes puede derivar en interpretaciones que desvirtúan la capacidad de agencia de los propios protagonistas de la protesta. Por lo tanto, sin negar la importancia de los recursos organizativos, es necesario no perder de vista que estos canalizan demandas y agravios autónomos previamente instalados.

En ese sentido, esta publicación, aún en la variedad de sus trabajos, constituye un aporte digno de saludarse por varios motivos. Nos permite interpretar la condición política de los actores populares como constitutiva de su vida cotidiana, y pensar la violencia colectiva como parte de la interacción social y política, a partir de la adecuada contextualización histórica de los agravios y condiciones que la generan.

Bibliografía

Tilly, C. (2007). Violencia Colectiva. Barcelona: Hacer.

Recepción: 14 diciembre 2017

Aprobación: 30 abril 2018

Publicación: 3 diciembre 2018

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