Sociohistórica, nº 43, e070, marzo-agosto 2019. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Artículos

Revista Estrategia y trayectorias intelectuales en los agitados años 60 colombianos

Sandra Jaramillo-Restrepo

CONICET, Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas/Universidad Nacional de San Martín, Universidad de Buenos Aires., Argentina

Cita recomendada: Jaramillo-Restrepo, S. (2019). Revista Estrategia y trayectorias intelectuales en los agitados años 60 colombianos. Sociohistórica, 43, e070. https://doi.org/10.24215/18521606e070

Resumen: Analizamos la publicación Estrategia (Bogotá, 1962-1964) con herramientas de la Historia Intelectual y de estudios de las izquierdas en la coyuntura específica del Frente Nacional colombiano. El eje articulador es la trayectoria de sus principales dirigentes: Mario Arrubla (1936) y Estanislao Zuleta (1935-1990), lo que permite mostrar la revista en una temporalidad mayor a su existencia propiamente dicha. La vinculamos con experiencias previas de sus líderes y la tratamos como un espacio de sociabilidad que reúne otros actores y dialoga con un contexto revisteril más amplio. Reponemos los principales debates políticos en los que está inmersa la publicación, así como la perspectiva cultural que le sirve de inspiración: la idea sartriana del intelectual responsable, la articulación entre teoría y práctica, el capitalismo colombiano, entendido como una economía dependiente, y la relectura del marxismo con la pregunta por la subjetividad. Igualmente, ubicamos esta experiencia en la configuración de una nueva izquierda de tipo cultural.

Palabras clave: Nueva izquierda, Trayectorias intelectuales, Colombia, Intelectual responsable, Marxismo y psicoanálisis.

Estrategia magazine and intellectual trajectories in Colombian troubled sixties

Abstract: We analyze the publication "Estrategia" (Strategy) (Bogotá, 1962-1964) with tools of Intellectual History and studies of the left in the specific juncture of the Colombian "National Front". The articulating axis is the trajectory of its main leaders: Mario Arrubla (1936) and Estanislao Zuleta (1935-1990), which makes it possible to show the journal in a greater temporality by linking it with the previous experiences of its leaders, as well as a space of sociability that gathers other actors and dialogues with a broader review context. We replay the main political debates in which the publication is immersed, as well as the cultural perspective that serves as inspiration. Such as: the Sartre idea of the responsible intellectual, the articulation between theory and practice, Colombian capitalism understood as a dependent economy and the re-reading of the Marxism with the question of subjectivity. Thus, we place this experience in the configuration of a New Left as of a cultural type.

Keywords: New left, Intellectual trajectory, Colombia, Responsible intellectual, Marxism and psychoanalysis.

Introducción 1

Nueva izquierda es un término que apareció en Inglaterra tras la invasión soviética a Hungría en 1956, acontecimiento que produjo indignación entre algunos militantes del Partido Comunista Británico, quienes marcaron distancia con el partido y con el laborismo, dando lugar a la famosa New Left Review. En América Latina dicho término ha estado asociado fuertemente a expresiones guerrilleras que, inspiradas en el foquismo cubano, se diferenciaron de la burocracia comunista, lo que en Colombia no fue excepción 2 . Sin embargo, nos inspiramos en una visión de la nueva izquierda que amplía esta dimensión política e incluye en “el movimiento contestatario a las expresiones de la protesta social, los proyectos contrahegemónicos en el campo cultural y también a las organizaciones políticas revolucionarias –tanto las que adoptaron el método de la lucha armada como las que no lo hicieron" (Tortti,2014) 3 .

Desde esta perspectiva visitaremos aquí la revista Estrategia, publicación que se produjo entre 1962 y 1964 cuando cobraba forma una izquierda de tipo revolucionario. En Colombia eran tiempos del Frente Nacional, esto es, un acuerdo de alternancia del poder estatal por parte de los partidos tradicionales que rigió el país entre 1958 y 1974. Este modelo político encontró resistencia en buena parte del espectro de izquierdas e incluso llegó a ser diagnosticado como “dictadura civil” por el campo socialista de la década de 1970. Pero igualmente hubo resistencia en otras tendencias políticas de tipo liberal o conservador, como fueron el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) o la Alianza Nacional Popular (ANAPO), respectivamente. 4

Así, nuestro trabajo explora la intersección entre la historia de las izquierdas en Colombia en la coyuntura específica del Frente Nacional, inspirados en los lineamientos ofrecidos por Tarcus (1997), y la historia intelectual atendiendo una publicación con vocación intelectual para observarla en relación a las trayectorias de sus principales dirigentes: Estanislao Zuleta y Mario Arrubla. Ahora bien, es conocido el potencial metodológico-conceptual del estudio de las revistas como artefactos de expresión de la intelligentsia. Leídas entre líneas, las revistas pueden dar cuenta de las sociabilidades que les dan lugar y permiten reconocer intelectuales en situación, es decir, intelectuales que están leyendo su propia realidad, aguzados por los debates político-ideológicos de su tiempo. 5

Colombia también ha sido escenario de revistas culturales y políticas a través de las cuales se han proyectado generaciones intelectuales diversas, pero los estudios actuales sobre estos artefactos culturales son dispersos y limitados. Esta situación se explica, en buena medida, por los problemas de preservación y acceso de archivos, lo que se agudiza en el caso de publicaciones de izquierda. Sin embargo, hemos tenido en cuenta algunos trabajos iniciáticos que se relacionan con nuestra propia exploración. Mencionamos por ejemplo a Gómez (2005), quien ofrece un mapeo general del campo intelectual de las izquierdas centrado en las editoriales surgidas en la ciudad de Medellín durante la década de los setenta. En dicha indagación queda en evidencia el papel pionero cumplido por la revista Estrategia, en tanto escenario de debate de los principales asuntos político-ideológicos que marcaron divergencias entre las organizaciones de la nueva izquierda.

En términos metodológicos han sido también de utilidad las memorias impresas de algunos protagonistas de las sociabilidades con las que se relacionaban los promotores de Estrategia. Estas voces se convierten en fuentes complementarias a las publicaciones mismas pues, escuchadas con atención vigilante a los sentidos de la enunciación producida, nos permiten comprender más ese mundo de la vida que en buena medida explica los discursos y los posicionamientos evidenciados en las publicaciones.

Además, esta revista es una puesta en escena de discursos políticos cuya significación se enriquece mirando las trayectorias de las figuras intelectuales que la lideraron. Estos, a su vez, hicieron parte de una generación, nacional y latinoamericana, en la que las ideas se valoraron como herramientas para intervenir el presente (Gilman, 2012). Además, en el caso colombiano los años 60 fueron ocasión para la autonomización de los intelectuales con respecto al Estado (Urrego, 2002; Sánchez, 2000), por lo cual la trama de revistas que nosotros empezamos a mostrar a través del estudio de Estrategia, permite evocar la expresión que Gómez (2005) usara para las editoriales: se configuró una “cultura intelectual de resistencia”.

Contexto histórico-discursivo

En el agitado siglo XX colombiano encontramos la Revolución en marcha, una política liderada por el presidente Alfonso López Pumarejo (primer gobierno: 1934-1938, segundo gobierno: 1942-1945) que pretendía avanzar procesos modernizadores y una repartición más justa de la tierra en el país. No obstante, estas promesas se vieron obturadas con el ascenso de Mariano Ospina Pérez (1946-1950), seguido por Laureano Gómez (1950-1951), quienes presidieron gobiernos de conservadurismo reaccionario que una vez más “postergaron la modernidad en Colombia” (Jaramillo, 1998). Ospina enfrentó una de las crisis políticas más complejas del país cuando el 9 de abril de 1948 estalló el “Bogotazo” tras el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. Este acontecimiento inauguró el periodo conocido como “La Violencia” que implicaba una cruenta confrontación, básicamente rural, entre conservadores y liberales, así como un proceso de desposesión de tierras incubado años antes. 6 Precisamente, la clase dirigente en forma de bipartidismo se disputaba el poder y cerraba a “sangre y fuego” el proceso urbanizador que en América Latina había comenzado en los años 30. En medio de la crisis humanitaria que este proceso generó, se abrió paso el general Gustavo Rojas Pinilla, quien a través de un golpe de estado (casi pacífico por el descrédito en el que había caído el gobierno) llegó al poder el 13 de junio de 1953.

Considerando un periodo muy amplio, Urrego (2002) establece tres grandes etapas en la relación intelectuales-Estado en el país: subordinación a partidos tradicionales desde mediados del siglo XIX; ruptura y creación de un campo cultural más autónomo desde inicios de los 60 hasta inicios de los 80; y reintegración al Estado a partir de los años 80. Investigaciones recientes enfocan períodos y sociabilidades más específicas y discuten esa condición tan orgánica de los intelectuales al bipartidismo en la primera etapa. Tal es el caso de Núñez-Espinel (2014), quien estudiando figuras como Gerardo Molina (1907-1991), Diego Montaña Cuéllar (1910-1991) y Antonio García (1912-1982), muestra cómo sus procesos de resistencia y participación política configuraron una corriente socialista en Colombia con elementos marxistas.

También en una perspectiva de mediana duración, Archila (2012) mapea la movilización estudiantil y muestra momentos de antagonismo con el Estado. Asimismo, a inicios del siglo XX, los “primeros pasos” del movimiento estudiantil están emparentados con la Reforma Universitaria de Córdoba. Mientras que el 8 de junio de 1929 “se presentó el primer muerto estudiantil, Gonzalo Bravo Pérez, alumno de la Universidad Nacional”, a causa de la represión oficial; a partir de entonces esta fecha es emblemática para este movimiento. Las tensiones entre estudiantes y el establecimiento disminuyeron durante los gobiernos liberales de los años treinta, sobre todo en el gobierno de López Pumarejo cuya Revolución en marcha favoreció la educación pública. Pero con el retorno de los gobiernos conservadores durante los años 40 los estudiantes se movieron hacia una “resistencia democrática” que tomó tintes más radicales en los hechos de 1948. Inicialmente el golpe militar de Rojas Pinilla fue bien recibido por algunos actores, incluido el movimiento estudiantil, pero las “buenas relaciones fueron efímeras”.

Conmemorando el Día del estudiante, a 25 años de la represión de 1929, estudiantes de diversas universidades marcharon en Bogotá el 7 de junio de 1954, pero en la tarde se presentó una nueva tragedia con el asesinato del estudiante de medicina Uriel Gutiérrez en los predios de la Universidad Nacional. Al día siguiente el estudiantado marchó nuevamente hacia el Palacio de gobierno para repudiar los hechos y

a la altura de la calle 13 con carrera séptima la manifestación fue interrumpida por las tropas del Batallón Colombia, que recientemente había participado en la guerra de Corea. En hechos nunca esclarecidos por la justicia ordinaria, el ejército abrió fuego contra la manifestación, produciendo un número no determinado de muertos, aunque las versiones apuntan alrededor de diez estudiantes asesinados (Ruiz Montealegre, 2002, p. 55).

De esta manera quedó sellada la contradicción entre el movimiento estudiantil y la dictadura Rojista, de forma que los estudiantes participaron activamente, junto a la clase obrera y buena parte de la burguesía, en las movilizaciones del 10 de mayo de 1957 que presionaron la caída del dictador.

En función de lo anterior, cabe resaltar la sincronía entre la etapa de autonomía de la intelectualidad con respecto al Estado indicada por Urrego (2002) y el antagonismo del movimiento estudiantil con el establecimiento, pues se fue tejiendo un vínculo entre estos actores que generó condiciones para un campo intelectual en proceso de radicalización.

Finalmente indiquemos el surgimiento del Frente Nacional en este contexto histórico discursivo. Las medidas nacionalistas anunciadas por Rojas Pinilla favorecieron la oposición de la histórica clase dirigente al régimen, así que al momento de los hechos del 10 de mayo, los dirigentes de los partidos Liberal y Conservador avanzaban acuerdos para derrotar a los militares y recuperar el liderazgo político. A su vez, el Partido Comunista se sumaba a la presión contra Rojas, gobierno que en el Acto Legislativo Número 6 de 1954 de la Asamblea Nacional Constituyente, declaró por fuera de la ley al comunismo. Una vez derrotado Rojas, se impuso una Junta Militar que operó entre el 10 de mayo de 1957 y el 7 de agosto de 1958, manejando el país en un contexto de gran incertidumbre política. Durante estos meses se consolidó el pacto del Frente Nacional mediando un plebiscito que modificaba la carta constitucional.

El Partido Comunista votó a favor de este plebiscito, justificado en el hecho de que el acuerdo contenía medidas “democráticas” como la implementación de la ciudadanía femenina a través del voto o la anulación de actos de la constituyente Rojista que había proscrito el comunismo. Desde el gobierno de la Junta Militar se reanudó la Voz de la Democracia, histórica publicación del partido y este en su octavo congreso de diciembre de 1958, acordó actuar en condiciones de semilegalidad y llamar a votar por Alberto Lleras Camargo (primer presidente del Frente Nacional). Desde el partido se aducía además la importancia del “restablecimiento democrático” frente a los preparativos de golpe militar de derecha que amenazaba (“Editorial”, 1957).

En síntesis, la coyuntura discursiva en la que se inscribe nuestro análisis de Estrategia está en el contexto de esta situación nacional que marcó las discusiones de la izquierda, ya que la postura del Partido Comunista implicaba una opción por la institucionalidad burguesa en un momento en el que también se debatían alternativas radicalizadas frente al escenario político “restringido” que concretaba el Frente Nacional. 7

Antecedentes a “Estrategia”

Tres números componen la publicación: el primero sale a la luz en julio de 1962 en forma de periódico y los otros dos en forma de revista en noviembre de 1963 y en enero de 1964, respectivamente. Su corta duración ha funcionado como argumento para que sea tratada al paso en la historiografía del periodo, pero desde la perspectiva que acogemos una revista es expresión de sociabilidades por lo que importa poco si es “permanente o temporaria”, pues “si bien es vocación de la revista pensarse hacia adelante, la noción de permanencia no le es necesariamente familiar”. Además, el escaso número de ejemplares de los proyectos revisteriles surgidos en Colombia en la década del 60 desde expresiones de izquierda es un rasgo más general, síntoma de fragmentación y “fragilidad” de estos procesos antes que argumento para descartar el estudio de los mismos (Pluet-Despatin, 1992).

No obstante el periodo de existencia de la publicación que estudiamos, en este escrito lo ampliamos al reconocer como antecedentes de ella el periódico Crisis y la revista Junio originados en 1957, mientras que para adelante dejaremos indicados los efectos y la circulación que hasta inicios de la década de 1970 tendrían algunos de los textos originalmente publicados en Estrategia.

Como decíamos, dos figuras intelectuales colombianas están asociadas a la publicación, se trata de Mario Arrubla (1936) y Estanislao Zuleta (1935-1990). Dos hombres que dieron lugar a una intensa e íntima amistad en la Medellín de los años 50, una ciudad que desde el primer decenio del Siglo XX daba lugar a un vigoroso comienzo del sector fabril apuntalando la industrialización nacional. El flujo poblacional desplazado del campo a la ciudad en busca de oportunidades laborales, tanto como el éxodo generado por la violencia rural que desde fines de los años treinta aquejaba el país, presionaban la ampliación urbana y motivaron la construcción de nuevos barrios obreros.

Arrubla vivió su infancia y adolescencia en barrios aledaños a la calle Lovaina, en la parte baja de Manrique y en el Barrio Antioquia. Zonas originalmente habitadas por familias obreras pero que a partir de los años 50 fueron escenario de tensión social, debido a que las autoridades municipales promovieron hacia ellas el desplazamiento de establecimientos de bohemia y prostitución. Se conformó así una suerte de “zona de tolerancia” marginada, funcional a la preservación de las “buenas” y católicas costumbres de la población antioqueña. Zuleta habitó una casa ubicada en el barrio residencial Los Ángeles, donde su madre regentaba un taller de costura para confeccionar trajes de novia de “señoritas” de la elite local. Huérfano de padre a escasos meses de nacido, Zuleta heredó la biblioteca y discoteca paternas que recuerdan en sus memorias los amigos del momento.

Principiando los 50, los jóvenes Arrubla y Zuleta coincidieron como estudiantes del Liceo de la Universidad de Antioquia y se reconocieron afines en su temprana ambición cultural, la que con la fuerza del dúo fue tomando progresivamente un cariz contestatario. La primera toma de posición en la que coincidieron fue con respecto a la escuela, pues ambos se retiraron antes de comenzar el cuarto año de bachillerato en 1952. Esto marcó un común destino autodidacta que ellos sostendrían a lo largo de sus vidas.

Alternativamente se procuraron una formación autónoma que incluyó historia política y económica de Colombia, literatura moderna, filosofía, poesía y más adelante marxismo, psicoanálisis y existencialismo sartreano. Pero estos años de formación inicial estuvieron marcados además por sociabilidades bohemias en los cafés de Medellín, donde se llevaban a cabo intercambios culturales con otros contemporáneos. Las escasas librerías (Aguirre, Continental y Dante) y bibliotecas (Universidad de Antioquia, Santander y Pública Piloto) de la ciudad hacían al contexto cultural en el que también se fraguaban posturas anticlericales y contestatarias, siendo el Nadaísmo una de sus expresiones. Circulaban ediciones descuidadas de la Editorial Diana con textos, muchas veces parciales, de Marx, Nietzsche, Freud y Sartre. Pero tuvo especial relevancia la suscripción a la revista Les Temps Modernes con la que contaba Zuleta, pues era puente para la circulación de la producción intelectual francesa.

Adicionalmente, Medellín contaba con una sede de la agencia de noticias France Press dirigida por Alberto Aguirre (1926-2012), quien fuera articulador clave en la vida intelectual medellinense en tanto abogado, traductor, librero, crítico de cine y columnista de periódicos locales y nacionales. Ramiro Montoya (1933), quien se formaba como abogado y hacía parte de las sociabilidades de Arrubla y Zuleta, recuerda este núcleo cultural en los siguientes términos:

Alrededor de Alberto Aguirre y de los que trabajaban en la France Presse se generó una concurrencia, nutrida e informal, en plan tertulia en las mismas oficinas de la agencia o punto de partida hacia los cafés vecinos. Sin que en un momento determinado hayan coincidido todos, por allí desfilaron Carlos Castro Saavedra (poeta), Oscar Hernández (poeta), Manuel Mejía Vallejo (novelista), Carlos Jiménez Gómez (abogado y escritor), Fernando Botero (pintor), Mario Rivero (poeta), Jorge Montoya Toro (poeta); Gonzalo Arango, fundador del nadaísmo; Eddy Torres, que dirigía el suplemento literario de El Colombiano; León “Lupo” Arboleda que se fue al monte, fundó el EPL y murió en la guerrilla; Fausto Cabrera, español, exiliado republicano, recitador y actor de teatro. Y de nuestro grupo, Delimiro Moreno, Abelardo Ospina, Ramiro Montoya, Mario Arrubla y Estanislao Zuleta (Montoya, 2007, p. 41).

Estas relaciones con una sociabilidad cultural de la generación anterior contribuyeron a que el joven Zuleta asistiera al Congreso Mundial por la Paz celebrado en Rumania en 1953, en cuya delegación colombiana también participaron el poeta y periodista Óscar Hernández, el sociólogo y miembro de la dirección del Partido Comunista Álvaro Delgado y la pintora caleña Lucy Tejada. Esta única salida del país que tuviera Zuleta, lo dotó de una aureola especial entre sus congéneres que se asombraron de que su compañero de bohemia criolla hubiera pisado las mismas calles de Sartre. Por lo demás, fue un primer contacto con el comunismo local e internacional, lo que le dejó una impronta de “izquierda” en su medio.

Promediando la década del 50, Zuleta se desplazó a Bogotá donde tuvo sus primeras experiencias laborales. Se vinculó con el Instituto de Investigaciones Históricas bajo la dirección del historiador antioqueño de formación humanista Joaquín Pérez Villa (1918-1992). Este desplazamiento lo hizo en compañía de Ramiro Montoya, quien terminó sus estudios de Derecho en la capital y para entonces se perfilaba como uno de los líderes del movimiento estudiantil del momento. Montoya había hecho su primera experiencia pública liderando entre 1953 y 1955 la revista Letras Universitarias promovida por los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia en la que estudiaba; mientras que en 1955 fue orador en los actos conmemorativos que en Bogotá homenajearon el estudiante muerto en los acontecimientos de 1954.

A raíz de estos acontecimientos surgió en Bogotá la Federación de Estudiantes Colombianos (FEC) como alternativa a la Federación de Universitarios Colombianos (FUC), en cuya fundación había participado Lucio Pabón Núñez, Ministro de Educación del gobierno conservador en 1953. Los planteamientos de la FEC coincidían con las conclusiones del Primer Congreso Latinoamericano de Estudiantes y sus bases estaban compuestas por consejos estudiantiles de las facultades de Derecho de la Universidad Libre, Universidad Externado, las facultades de Recursos Naturales, Geografía y Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y las Facultades de Ingeniería, Medicina, Bacteriología, Veterinaria, Química, Farmacia y Filosofía y Letras, es decir, tenían representatividad universidades públicas y privadas (Ruiz Montealegre, 2002, pp. 62-63). Uno de los grupos culturales que abrevó en la FEC se llamaba Nuevo Signo, afirmándose como vocero de la Generación del Medio Siglo e incluyendo algunas mujeres. Por esta ruta llegaron al movimiento estudiantil los filósofos Francisco Posada y Carlos Rincón (2014, p. 13).

El quincenario Junio tuvo lugar como órgano de la FEC y, posteriormente, de la Unión Nacional de Estudiantes Colombianos (UNEC), a la que viró la federación para tener alcances nacionales. Al comité de redacción de esta publicación y como columnista del mismo se sumó precisamente Ramiro Montoya cuando se trasladó a Bogotá con Zuleta. Junio era dirigido por Armando Yepes Garcés y además participaban Eduardo Suescún, José Arizala y Eduardo Gómez, quienes para entonces eran también estudiantes de Derecho. Del comité que impulsaba la publicación participaba igualmente María del Rosario Ortiz, quien sería la primera esposa de Estanislao Zuleta, mientras que este contribuyó puntualmente publicando un artículo titulado “Matrimonio católico, homosexualismo y prostitución”. También en Junio encontramos referenciado un texto de Simone de Beavoir, “La juventud universitaria”, uno de Sartre, “La república del silencio”, y algunos extractos de Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui (Ruiz Montealegre, 2002, p. 71). 8

Entre tanto, Mario Arrubla permaneció en Medellín y allí se desempeñó como co-fundador del periódico Crisis en el que también participaron Ramiro Montoya, con Delimiro Moreno y Virgilio Vargas, actuando este último como director. 9 El hermanazgo entre el periódico y Junio es visible en el segundo ejemplar de Crisis (Figura 1). Arrubla participaba activamente en la redacción y edición de este órgano que vio la luz en julio de 1957 celebrando los hechos del 10 de mayo en los que cayó el general Rojas. Acontecimiento que en los primeros números valoraron como “revolucionario”, pues aunque liderado por la burguesía dejaba como saldo un germen de unión entre estudiantes y obreros que convendría al país

“[¿] Qué significa para el estudiantado la unión con los obreros? Significa tomar partido consciente y activamente, ante la inexistencia de una posición neutral, asumir una actitud moral ante una sociedad que hace de él un “privilegiado”, a costa de los grupos laboriosos, y aprovechándose de este mismo privilegio culpable, ponerlo al servicio de las luchas obreras en la conquista de la igualdad social (“Sentido”, 1957).

Crisis era un tabloide de ocho páginas que se imprimía en una humilde editorial de maquinaria anacrónica: El Bateo y, según indica la publicidad, se financiaba con el apoyo de los mismos estudiantes y con pautas publicitarias de profesionales y algunos emprendimientos comerciales. Buena parte de estas eran de abogados que ofrecían sus servicios especializados en temas del trabajo, entre los que reconocemos nombres como Mario Solorzano, Jaime Velásquez Toro, Arturo Torres, Gabriel Londoño Chaverra o Jaime Isaza Cadavid, figuras que iremos encontrando en la historia política del país. El periódico fue “arrojado” al escenario público (Figura 2) para que sus animadores contribuyeran de esta forma a esa unidad que tomaría el nombre de Frente Obrero Estudiantil (FOE). De hecho, en su tercera entrega (septiembre de 1957) aparece afiliada a la Asociación de Prensa Estudiantil de Colombia (APEC) que fue uno de los espacios organizativos de los estudiantes.

Figura 1
Crisis. Año I. 2. (Agosto de 1957). Medellín. Sobre la revista Junio.

Crisis.
Año I. 2. (Agosto de 1957). Medellín. Sobre la revista Junio.

Visitar esta publicación permite palpar el clima de época, específicamente en relación a la incertidumbre política de ese momento. La publicación se ubica exactamente en la indeterminación que va entre los acontecimientos del 10 de mayo de 1957 y la concreción del Frente Nacional en 1958. Los promotores de Crisis reconocían que el golpe fue liderado por la burguesía, pero insistían en que fue clave el apoyo de estudiantes y obreros, por lo que en su discurso presionan hacia un partido popular con la clase obrera como líder.

Sin embargo, esta expectativa se vio defraudada rápidamente. En su segunda entrega señalaban errores de la clase dirigente y consideraban el pacto de Sitges, celebrado en esa ciudad entre los jefes de los partidos tradicionales, Liberal y Conservador: Alberto Lleras y Laureano Gómez, “un paso atrás” respecto a los hechos de mayo. Aún más, veían el pacto como “[s]íntesis y perfeccionamiento de una gran equivocación política”. En Crisis se indicaba que “el error fundamental de los partidos políticos [era] querer reconstruir un país sin contar con el pueblo”, es decir, hacían “arreglos para un país imaginario, sin obreros ni campesinos, poblado únicamente “por comerciantes, industriales y terratenientes” (“SITGES”, 1957).

Figura 2
Primera página del primer número de Crisis. Año I. #1. Medellín, Julio 1 [no se entiende el número] de 1957.
Primera página del primer número de
Crisis. Año I. #1. Medellín, Julio 1
[no se entiende el número] de 1957.

Para entonces en el movimiento estudiantil se daban debates propiamente sectoriales, pues los avatares universitarios aglutinaban un estudiantado en el que confluían hijos de clases medias o trabajadoras que aspiraban a la movilidad social a través de la educación. Pero igualmente tenían presencia debates estructurales, dada la creciente población estudiantil con doble militancia, especialmente en fuerzas políticas de mayor presencia en el estudiantado, a saber: la Juventud Comunista (JUCO) y el naciente Movimiento Revolucionario Liberal (MRL). Estos dos frentes de debates estaban en creciente tensión (Ruiz Montealegre, 2002). En este sentido el poeta Eduardo Gómez, quien para entonces se formaba en Derecho y había establecido una cercana amistad con Zuleta cuando este se radicó en Bogotá, recuerda que hacia 1954 había ingresado a la Juventud Comunista, organización que “desempeñaba un papel secreto y eficaz en la orientación de la FEC” (2007, p. 56).

Algunos fundadores de Crisis reivindican en sus memorias de aquel tiempo un origen autónomo y “progresista” de la publicación. Defienden además que era vía de expresión de una “generación” que pretendía actuar por fuera de los grilletes partidarios. Otras versiones sitúan a Crisis como una publicación orgánica al Partido Comunista en Antioquia y unas más la establecen como órgano de una disidencia del partido en esta región que tomó el nombre de ARCO. 10

La publicación, entre tanto, nos deja ver vínculos de afinidad y distancia con el Partido Comunista relativos a las expectativas y frustraciones generadas por los acuerdos del Frente Nacional. En su tercera entrega en Crisis se oponen a votar el plebiscito en conjunto y consideran más adecuado hacerlo punto por punto de modo que puedan “aceptar aquellas [propuestas] de carácter democrático”, entre las que se encontraba la posibilidad del voto femenino, “y rechazar las impopulares”. Esto lo expresan divergiendo con el maniqueísmo que oponía como únicas alternativas el respaldo rojaspinillista o la aceptación en conjunto del plebiscito frentenacionalista (“El plebiscito”, 1957).

Recordamos que en esta coyuntura, no sin ambigüedades, el Partido Comunista se inclinó por el voto afirmativo al plebiscito, mientras Crisis lamentó de plano el triunfo del Frente Nacional en el que se hizo del pueblo un “convidado de piedra”. Además, se dirigen de forma directa a sus lectores

Desde estas páginas –que son un grito por una política popular– pedimos al pueblo que aprenda de sus explotadores a unirse y exija su puesto en la lucha política nacional. No hay enemigos a la izquierda, y la unión de todas las fuerzas populares para presentar una oposición sólida y lúcida al gobierno de la burguesía es nuestra primera tarea en el hallazgo de esa política popular que buscamos

Denuncian además un régimen que no sólo le impediría al pueblo elegir, sino que el Estado de Sitio en el que para entonces se encontraba el país, impedía claramente las huelgas y la sindicalización (“La ascensión”, 1958).

Estrategia

Sociabilidades y contexto revisteril

Como decíamos antes, los principales promotores de Estrategia fueron Arrubla y Zuleta, quienes a inicio de los años 60 estaban ya radicados en Bogotá. Muy en relación con la publicación estuvo la librería La Tertulia, empresa cultural animada por la misma sociabilidad que produjo la revista. Haciendo honor a su nombre, esta librería era un espacio para el diálogo y la formación, antes que un emprendimiento propiamente económico, funcionaba en la calle 19 en pleno centro de la ciudad. Allí se llevaban a cabo encuentros para el estudio de El Capital liderados en buena parte por Arrubla y Hernando Llanos (desde entonces profesor de la Universidad Libre). En este espacio de sociabilidad encontramos los nombres de profesionales, profesores o estudiantes universitarios del momento, tales como Oscar Espinosa (psicoanalista), los hermanos José y Emilio Yunis (psicoanalista y científico), Jorge Villegas (arquitecto), Jaime Mejía Duque (escritor); así como los jóvenes Jorge Orlando Melo (historiador), Bernardo Correa (filósofo), Humberto Molina (economista), y un poco más adelante Luis Antonio Restrepo y Álvaro Tirado (historiadores).

Figura 3
Primera página de Estrategia. 1. (Julio de 1962).
Primera página de Estrategia. 1. (Julio de 1962).

“Nos proponemos llevar a cabo una exploración progresiva de las condiciones históricas de la revolución colombiana. Nuestra publicación no es órgano de ningún partido o movimiento político ni aspira a formarlo”. Con este epígrafe sale a la luz el primer número en la forma de periódico. Son dieciséis páginas en tamaño cuarto de pliego en cuya portada se ofrece un amplio título que reza: “Claves para el debate electoral” y en un recuadro más pequeño y lateral un obituario al intelectual Jorge Gaitán Durán (1924-1962), fundador de la revista Mito, la más importante publicación cultural del país hasta ese momento.

Figura 4
Anuncio publicitario de la librería La Tertulia.
Anuncio publicitario de la librería
La Tertulia.

Esta revista concretó 42 números entre abril-mayo de 1955 hasta marzo-junio de 1962 y fue expresión de la generación intelectual anterior a Estrategia. Gaitán-Durán (1924-1962) murió en un accidente aéreo a los 38 años y en la nueva publicación es despedido con un brevísimo discurso que combina la crítica y el reconocimiento. Los promotores de Estrategia se unen a la consternación nacional que causó la muerte de este hombre de la cultura, pero declaran un “nosotros” con el que empiezan a distinguirse de un primer “ellos”. Esta distinción discursiva la justifican ideológicamente porque el director de Mito optaba más por la “felicidad y el amor” que por “la verdad y la justicia”, mientras confundía “las posiciones radicales con el maniqueísmo” y ponía a circular un Sartre humanista a diferencia del Sartre marxista que acompañará la nueva publicación (“Jorge”, 1962; Fig. 3).

Muy relacionada a Mito había surgido en 1958 la revista Tierra Firme, con los filósofos Francisco Posada (1934-1970) como director y Carlos Rincón como secretario. Esta publicación que sólo alcanzó 4 entregas, pretendía ser una “revista para la difusión de las ciencias humanas” y con el título ¿Qué hacer?, claramente alusivo a Lenin, presentan traducciones y notas bibliográficas de autores como Juan Hyppolite, Andre Martinet, Albert Ruelle; Jacques Bom-Hoff, Martin Heidegger, Charles Bettelheim, Ernest Jones, Jean-Lous Ferrier, Georg Luckacs, Simone de Beauvoir, entre otros. Los promotores de esta revista habían dado muestra de aproximaciones a Sartre, Erich Fromm y Lacan, vía traducciones hechas para Mito, así ponían en circulación temas novedosos y libertarios. Rincón valora el impacto de su propio accionar en vínculo con Posada en los siguientes términos:

[El de la Bogotá de entonces era un] ambiente cultural marcado por pequeños grandes escándalos que hacían explotar los organismos oficiales –Junta de Censura de Cine, I Nacional de Teatro, Salón Nacional de Bellas Artes–, precipitados sabiamente por personalidades vinculadas o cercanas a Mito. [De modo que] la salida de Tierra Firme fue celebrada con rara unanimidad como síntoma fehaciente de la innovación cultural (2014, p. 27).

Además de esta incidencia cultural que Rincón indica, la revista muestra vocación de comprender la situación del país. Bajo el seudónimo de José Olmedo, Posada publicaba “Algunas reflexiones acerca de la realidad colombiana”, así como artículos preparatorios de lo que un poco después sería su libro Colombia, violencia y desarrollo (Olmedo [Posada], 1959, p. 253-270).11 Rincón y Posada estuvieron vinculados a la FEC y este último era colaborador ocasional de la revista Documentos políticos que publicaba el Partido Comunista. Ambos tuvieron una cercanía efímera con los promotores de Estrategia, huella de lo cual fue la publicación en el primer número de esta de un resumen de la ponencia celebratoria de la revolución cubana que Posada había presentado en el Primer Encuentro de Intelectuales en Bogotá en junio de 1962. 12

De otro lado, el joven Jorge Orlando Melo, quien se integró al grupo Estrategia y participó activamente de la revista, también había tenido experiencias revisteriles previas. Destacamos los 3 números que conforman la revista Esquemas, codirigida entre Melo, Germán Colmenares (historiador) y Carlos J. María entre 1961 y 1962. Esta publicación también está preocupada por la renovación cultural del país, al tiempo que promueve nuevas producciones artísticas como la literatura de Fanny Buitrago, Carel X o José Puben. Sus redactores concretan comentarios críticos a la producción filosófica y de las nacientes ciencias sociales del país, como los trabajos de Jaime Jaramillo Uribe, Indalecio Liévano o la crítica artística de Marta Traba. Tampoco a ellos el devenir político les fue ajeno y pusieron a circular, a través de la palabra de Wright Mills, los debates de la nueva izquierda norteamericana, además de algunos aportes de Herbert Marcuse y de Merleau-Ponty.

Un poco más adelante en ciudades como Ibagué o Medellín surgirían otras revistas político-culturales que de alguna manera guardarían relación con la experiencia de Estrategia. Tal es el caso de Diálogos (Ibagué, 1963), B arricada (1965) 13 y Tesis (Medellín, 1965), las dos últimas hechas bajo seudónimo, con pocos datos editoriales y de vocación más claramente partidaria, pues en ellas se expresaba la disidencia maoísta que tuvo el Partido Comunista a mediados de la década (Restrepo, C., Bloque, N., Celis, J.C., Lopera, G. y Arango, G. M., 2004).

Queda así indicado que la publicación en la que hacemos foco está en el contexto de otras producciones revisteriles que en relaciones siempre tensas con la universidad y con experiencias políticas revolucionarias emergentes, van configurando el fenómeno de la nueva izquierda cultural que venimos explorando.

Posicionamiento político: izquierda revolucionaria, pero nueva y sin armas

Estrategia ve la luz cuando la coyuntura electoral de 1962 ha puesto en el Palacio de Nariño al candidato conservador, Guillermo León Valencia (segundo presidente del Frente Nacional). En un segundo lugar había quedado Alfonso López Michelsen con un millón de votos menos que representaban el 25% de los votantes. López Michelsen era el líder del MRL, la ya mencionada disidencia liberal con la que al cabo habían coincidido los comunistas. “Claves para el debate electoral”, fue un texto escrito por Zuleta bajo el seudónimo de José Zapata. En estas líneas puede verse cómo en la publicación se va construyendo una enunciación con la que sus actores pretenden abrirse un espacio en el escenario público del momento. Recordándonos los primeros tiempos del periódico Crisis que comentábamos al inicio de este texto, Zuleta insiste en una oposición tajante a la coalición frentenacionalista que acude a las elecciones de manera formal, pero sabiéndose respaldada por “el sable y la sotana” ante cualquier revés.

Zuleta impugna el ala conservadora de esta coalición, pues “hay en el laureanismo grupos de profesionales e intelectuales reformistas, pequeño-burgueses y burgueses, que creyeron compaginables el desarrollo económico y la democracia burguesa limitada”; se refiere al entonces personero Belisario Betancur (nacido en 1923 y presidente entre 1982-86). Pero el articulista de Estrategia criticaba igualmente el ala liberal que se expresaba vía el diario de circulación nacional El Espectador, fundado en 1887 en Medellín por Fidel Cano Gutiérrez y que al decir de Zuleta: “representa[ba], en forma muy desigual, al sector de la burguesía que no ha abandonado completamente las ilusiones de un desarrollo económico específicamente capitalista bajo los cuadros de la democracia formal”.

Pero ese “nosotros” que se configuraba a través de la revista también se oponía al MRL al considerar falaz que su sigla incluyera la palabra “revolucionario” cuando algunos acontecimientos del momento dejaban ver claramente “su opción de clase”. 14 Como decíamos antes, en esta coyuntura electoral el Partido Comunista había actuado al lado del MRL y el texto de Zuleta da cuenta de la crítica que los intelectuales de Estrategia van elaborando para con el partido (Zapata, J. [Zuleta, E.], 1962).

Durante los tiempos de Crisis y Junio, Arrubla y Zuleta habían tenido una cercanía con el Partido Comunista que para entonces hegemonizaba las fuerzas de izquierda en el país. Pero a inicios de los años 60 ellos se encontraban distanciados de este y poco después de publicar el primer número de Estrategia empezaron a concebir la fundación del Partido de la Revolución Socialista (PRS), cuyas bases sociales estaban en un estudiantado en vías de politización, así como en algunos contactos sindicales tejidos desde los tiempos de Crisis a través del grupo ARCO. El propio Zuleta recuerda su relación con el partido en los siguientes términos

Yo estuve en el Partido Comunista hasta el año sesenta. Entré en el cincuenta y siete porque realmente pensaba que Jruschov era un cambio; que se iba a acabar el estalinismo. Milité dos años en la célula de Gilberto Viera. Antes de eso, en el año cincuenta y nueve, me fui a Sumapaz a vivir con los campesinos, a una región que había sido parte de las guerrillas de Sumapaz. En esa época no había lucha –yo no he tenido nunca un fusil en mis manos– pero estaba con ellos como instructor. Después volví a Medellín, como miembro del partido e hicimos grupos de estudio obreros con otros compañeros. Mario Arrubla era uno de los más importantes en ese momento y siempre ha sido un gran amigo mío a quien estimo mucho y por el cual tengo una gran admiración. Después volví a Bogotá porque ellos también creyeron que lo del estalinismo era en serio y me hicieron nombrar Director de la Cátedra de Filosofía de la Universidad Libre. Yo nombraba a otros profesores. A uno de los que nombré fue a Bernardo Ramírez, que ahora es Ministro de Comunicaciones. (Zuleta, 1997. Basado en entrevista realizada el 16 de octubre de 1984).

Asimismo, uno de los temas de debate de Estrategia con el partido pasaba por su política de alianzas, pues este había optado por unirse al MRL en la coyuntura electoral de 1962, y no así al Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (MOEC) que “acaba[ba] de testimoniar nuevamente con sangre su adhesión irrevocable a la lucha revolucionaria”. 15 El partido igualmente se aliaba con la Nueva Prensa, revista dirigida por Alberto Zalamea de amplia circulación en ese momento, “cuya política militarista y golpista [era] indudable, como quedó casi inmediatamente demostrado con su apoyo al golpe fascista de Ecuador”. Ahora, la forma discursiva con la que Zuleta se refiere a esta última revista es frontal, lo que explicamos porque a más del distanciamiento político está el distanciamiento ideológico, ya que al parecer de Zuleta la revista de Zalamea “propugna[ba] por un nacionalismo hispanófilo y clerical” (Zuleta, 1963, p. 89).

En esa línea, el analista Ayala-Diago (2000) muestra que la propuesta política de la Nueva Prensa fue un nacionalismo popular que pretendía sintetizar el liberalismo y el comunismo. Este proyecto revisteril capitalizaba originalmente el populismo de los años 30 distanciado de los partidos tradicionales, pero en 1963 se abrió de lleno a la política fundando el Movimiento Democrático Nacional (MDN) para finalmente confluir con la ANAPO en 1965. Esta última había sido fundada en 1961 por el exdictador Gustavo Rojas Pinilla y pretendía ofrecer una terceridad política al Frente Nacional: ni izquierda ni reformismo MRL.

El otro tema que distanciaba Estrategia del Partido Comunista era el debate sobre el tipo de revolución que estaba a la orden del día en Colombia. El comunismo criollo, alineado con el comunismo internacional, optaba por una revolución básicamente antifeudal, reconociéndole a la burguesía un cierto potencial revolucionario y conservando sus históricas relaciones con el campesinado. Para Estrategia el sujeto revolucionario privilegiado era claramente la clase obrera y eran enfáticos en su posición antiburguesa.

Así, Arrubla (seudónimo: Pedro López) debatió en un lenguaje económico dos propuestas de Reforma Agraria en boga, ya que sus diferencias tácticas no ocultaban el común “sesgo de clase”. En su texto “La operación Colombia y el impasse de la burguesía”, mostraba que por un lado estaba la propuesta conocida como Operación Colombia adelantada por Lauchlin Currie, quien era consejero del programa New Deal del presidente Roosevelt. Este economista creía “ingenuamente” en la viabilidad de un desarrollo capitalista clásico en Colombia y sugería un aumento de empleo como solución al grave problema social del momento. Esto es, el desplazamiento de grandes masas de población a las ciudades como efecto de la “descomposición del campesinado”. En cambio, la promesa de Reforma Agraria frentista, básicamente liderada por el político liberal Carlos Lleras Restrepo (presidente en el periodo 1966-70), era señalada irónicamente por Arrubla como “infinitamente más lúcida”. Lleras buscaba contener el desplazamiento campesino a las ciudades vía el establecimiento de unidades familiares que funcionaran como contenedoras, aunque prolongaran indefinidamente una economía rural de mera subsistencia. De tal forma, Lleras era “reaccionario” y buscaba contener en el campo un conflicto social que desplazado a las ciudades podría ser “inminentemente revolucionario” (López, P. [Arrubla, M.], 1962, p. 15).

Pasarían dieciséis meses antes de que el segundo número de la revista se produjera, esta vez en la forma de revista (Figura 5). Pero este bache no expresaba silencio o quietud de nuestros protagonistas, pues esos meses fueron los tiempos de Agitación, un periódico agitacional, como su nombre lo indica. Esta publicación tenía periodicidad quincenal y Zuleta en entrevista ofrecida en 1984 la recuerda como hecha “para obreros” y escrita “por completo” entre él y Arrubla (1997). 16

Fueron además los tiempos del Partido de la Revolución Socialista (PRS) al que hacíamos mención. Según los líderes de Estrategia, el partido había surgido para enfatizar la necesidad de una opción revolucionaria en el país, lo que consideraban una vacancia justificada por la “pálida” R que contenía el MRL tan sólo en su sigla, más no en sus prácticas políticas efectivamente “revolucionarias”. Sin embargo, el partido tuvo una corta duración, pues la radicalidad meramente discursiva de sus dirigentes tuvo tentativas de ser traducida a la práctica por parte de las “seccionales” de Antioquia y Cartago. Estrategia en su segunda entrega ya convertida en revista anuncia que en el PRS se presentaron “tendencias aventureras” [pro lucha armada, se entiende], lo que “obligó” a la dirección general a expulsar en bloque esas seccionales. Para “no generar confusiones” informaban su cambio de nombre: Organización Marxista Colombiana (OMC) (“Aclaración”, 1963, p. 167).

Pluet-Despatin (1992) habla de dos espacios en una revista: anverso y reverso; el primero es su expresión pública, mientras el reverso es aquel espacio humano oculto donde ella se “cocina”. Entre ambos espacios se produce una circulación de señales que no son fáciles de interpretar, sobre todo porque a menudo carecemos de pruebas testimoniales. Para nuestro caso, la prueba testimonial que la editorial maoísta 8 de Junio publicó en Proletarización (1975), indica que el PRS surgió como efecto de una fusión con el grupo Acción Revolucionaria Colombiana (ARCO), la cual era una organización surgida en Antioquia que reunió una disidencia del Partido Comunista. El primer número de Estrategia evidenció la existencia de un núcleo de “cuadros” intelectuales con posibilidad de encarar los debates ideológico-políticos del momento, mientras ARCO conservaba y alimentaba los vínculos con sindicatos antioqueños tendidos desde los tiempos del periódico Crisis. De forma que la articulación entre ambos núcleos fue considerada como oportuna por sus actores en un primer momento.

Figura 5
Portada de la revista Estrategia. 2. (Noviembre de 1963)
Portada de la revista Estrategia. 2. (Noviembre de 1963)

Ahora, el anverso de la revista que estudiamos muestra los manifiestos públicos en los que sus directores evidenciaron la necesidad de distinguirse como un “nosotros” de un “ellos” que inicialmente fue la burguesía y el propio Partido Comunista que creyó en el potencial revolucionario de ella. Pero, poco después, ese “ellos” también estuvo conformado por las corrientes de izquierda que llamaron “aventureras” y “extremistas”, dado que optaban (en los hechos o en el discurso) por las armas. En Estrategia se hace uso de Lenin para advertir que su pensamiento

procuraba esclarecer el papel del terrorismo en la construcción de un partido revolucionario y su significación en la lucha de clases, [pues] “El terror nunca será una acción militar de carácter ordinario: en el mejor de los casos sólo puede ser considerado como uno de los medios para el asalto decisivo. Cabe preguntarse; ¿podemos nosotros en el momento actual llamar a semejante asalto? (“Aclaración”, 1963, p. 167; no se específica la proveniencia de la cita de Lenin en el original).

En suma, Estrategia también cree en la revolución socialista y apuesta por ella, pero antes que la toma del poder vía las armas, declara como estrategia la formación de cuadros intelectuales que se vinculen con la clase obrera para crear una fuerte y consistente “conciencia comunista”, y un movimiento de masas que con la vanguardia obrera lleve a cabo la revolución. A nuestro parecer, la militancia en el Partido Comunista a la que Arrubla y Zuleta pusieron fin a inicios de los 60, la resolvieron conformando un nuevo partido (PRS) cuyo resultado más evidente fue el nacimiento público de un par de intelectuales que inscribimos en el fenómeno de la nueva izquierda. Entre tanto, los efectos político-organizativos inmediatos parecen diluirse, pero afirmamos que la estela cultural tendida en este proyecto revisteril tendría impacto en la cultura de izquierdas de la década del 70. Siendo lo que en Colombia se conoció como la Tendencia Socialista, una de las sociabilidades en las que esa influencia tuvo lugar.

Posicionamiento cultural: contra el practicismo anti-culturalista

El tercer número de Estrategia llega pronto: enero de 1964 (Figura 6), es decir, dos meses después del anterior. Carece de un artículo de análisis político coyuntural, como los de Zuleta en los números anteriores, pero a cambio hace énfasis en “una dimensión histórica y [en] los instrumentos de la psicología social”. En la introducción al artículo de Arrubla, “Análisis estructural de la economía colombiana”, diagnostican un desfase entre condiciones objetivas y subjetivas que obtura, en buena medida, un avance revolucionario. En una suerte de autocrítica señalan que con el periódico Agitación estuvieron inmersos, en los tiempos del PRS, en un cierto economicismo, y manifiestan su compromiso de superarlo

Se espera así que a una crisis general del régimen económico y social corresponda directamente su puesta en cuestión por las clases oprimidas, que a la maduración de las condiciones objetivas de la revolución corresponda paralelamente la maduración de las condiciones subjetivas, y que la putrefacción de una organización capitalista determine sin grandes dificultades el paso de los explotados a una formulación socialista. Fue una visión de este tipo la que inspiró nuestra confianza –como puede verse repasando el periódico “Agitación"– en que la pauperización masiva agudizada por las medidas devaluacionistas sería seguida en el acto por el ascenso de las masas a todo lo largo del país. Un año ha corrido ya y todavía estamos esperando (Arrubla, 1964, p. 6).

Se percibe cierta urgencia en los directores de la revista, pero lejos están de optar por el “practicismo anti-culturalista” del que acusan a la izquierda y en contraste apuestan decididamente por la “unidad entre la teoría y la práctica”. En esta línea, Zuleta expone en su texto “Marxismo y psicoanálisis” lo que en buena medida será su propio programa intelectual. Él plantea la necesaria “integración del psicoanálisis al pensamiento marxista” según la cual se hace urgente “hacer psicología” para entender cómo es que lo social se expresa en lo particular. Se trataba de un discurso programático en el que su tarea se presentaba como esencial para el contexto colombiano del momento, pues el marxismo carecía de una psicología propiamente dicha pero Marx ofrecía muchos elementos para establecer ese vínculo que atendía el artículo (Zuleta, 1964, p. 80-82).

Figura 6
Portada de la revista Estrategia. 3. (Enero de 1964)
Portada de la revista Estrategia. 3. (Enero de 1964)

Es claro, además, que este programa estaba inspirado en el propio Sartre, por lo cual Ediciones Estrategia se puso en la tarea pionera de traducir y publicar Problemas de método en enero de 1964, poco tiempo después de su publicación original en Les Temps Modernes. La tarea estuvo a cargo del joven Jorge Orlando Melo, quien en 2005, ya siendo un historiador reconocido, lo recuerda en los siguientes términos

En 1963, como militante de un partido político que trataba de encontrar un camino hacia el socialismo distinto al que proponía el Partido Comunista de Colombia, recibí un encargo insólito; traducir Questions de méthode, el texto inicial de Critica de la razón dialéctica, para dar comienzo a una colección de obras marxistas en la que pretendíamos incluir Historia y conciencia de clases, de Georg Lukács, y otros libros similares. El partido estaba, como puede adivinarse, formado por jóvenes estudiantes y profesionales, por escritores y dirigentes sindicales que muchas veces acababan de abandonar el Partido Comunista. Sus dirigentes soñaban con una organización política capaz de combinar la acción política, la organización sindical y los movimientos de masas con un esfuerzo intelectual serio, con un análisis de la realidad del país, con una lucha cultural para incorporar al pensamiento colombiano las ideas de Sartre, Gramsci, Freud, Lévi-Strauss y otros mandarines intelectuales de la época. La aventura duró poco tiempo, como los partidos en los que militó en su época Jean-Paul Sartre; el Partido de la Revolución Socialista se disolvió a fines de ese año, en medio de un agudo debate interno sobre el uso de la violencia y el terrorismo. Sus dirigentes principales, marxistas, sartrianos y freudianos como Estanislao Zuleta y Mario Arrubla, se opusieron a la sorpresiva expansión entre las bases de propuestas de lucha armada, de secuestros y atracos destinados a financiar la revolución, y prefirieron disolver el partido (Melo, 2005).

De otro lado, Arrubla profundizó en el análisis de la formación social colombiana, de este modo creía atender un vacío en los “tiempos de parálisis del pensamiento marxista”. También él sellaba con esto un programa ambicioso que vería la forma de libro en 1969 con Estudios sobre el subdesarrollo colombiano, originalmente publicado en Medellín por la editorial de izquierda Oveja Negra. Así, Arrubla fue pionero en construir un lenguaje económico que lo sitúa en el origen de las ciencias sociales del país; se apoyó en las nacientes estadísticas oficiales y en estudios cepalinos siguiendo el espíritu de la revista según el cual nada era “tan peligroso en este terreno como la construcción de síntesis apresuradas, de carácter puramente especulativo, que no se apoyen en investigaciones concretas” (Zuleta, 1964, p. 91).

Finalmente, vale la pena mostrar que la publicación disputaba un lector específico: los estudiantes, en tanto “cuadros”, a cuya formación pretendía aportar el grupo Estrategia. En la segunda entrega Zuleta le hacían un guiño a la juventud del MRL nucleada en el periódico Vanguardia, en su texto “Introducción a un debate sobre la política revolucionaria”. El autor se posicionaba en un lugar desde el que excusaba las decisiones organizativas de esta juventud inclinada al “izquierdismo”, y al tiempo dejaba implícita la invitación a su propia organización, pues

si tantos jóvenes emplean sus energías revolucionarias y su espíritu de sacrificio en combates que no corresponden a nuestra situación actual, ello se debe más que nada a que no encuentran dentro del reformismo liberaloide y la acción armada inmediata un camino que les permita realizar con eficacia su radical oposición al sistema (Zuleta, 1963, p. 91).

Así, la enunciación de Zuleta tomaba un cariz comprensivo, y no de oposición frontal, porque se trataba de una juventud que había “comprendido [la] necesidad de una organización de tipo revolucionario”. Pero en el tercer número de la revista la invitación a actuar políticamente, vía las prácticas intelectuales de “carácter radical” de Estrategia, es directa. En el texto titulado “La organización marxista colombiana y la unidad de la teoría y la práctica”, los líderes de la publicación dicen que “no pretende[n] movilizar al estudiantado en general ni formar profesionales progresistas, sino crear cuadros revolucionarios que se liguen progresivamente al movimiento proletario” insistiendo en el “carácter radical de estas publicaciones”

Ahora, la enunciación de cariz comprensivo y pedagógico de la segunda entrega, toma en la tercera un carácter más prescriptivo. Los líderes hacen uso del capital cultural con el que cuentan para contener en los contornos de “la pluma” los llamados “al fusil” que tanto seducían a los juventud colombiana en este contexto histórico-discursivo que hemos intentado mostrar. 17

[L]os militantes de la OMC deberán adelantar investigaciones personales bajo el control de los organismos de dirección más inmediatos, atender la distribución de publicaciones y cumplir con particular rigor las normas disciplinarias que se refieren a la asistencia a reuniones y al aspecto financiero. El paso de los militantes al trabajo directo entre las masas será decidido por los organismos de dirección, evitando siempre que este paso se convierta en una opción por el camino de la facilidad, en una caída en el practicismo que imponga el abandono de las tareas de formación y se revele políticamente como una agitación estéril (“La organización”, 1964, p. 167-172).

De esta manera, los jóvenes estarían bajo la orientación de la dirección general que conformaban Arrubla y Zuleta, hombres que para la fecha contaban con 26 y 28 años respectivamente, pero que no discursaban sobre sí mismos como jóvenes. A diferencia de otras construcciones discursivas del periodo como la estudiada por Tortti (2016) referida a la revista argentina Che, en la cual la juventud era en sí misma tomada como metáfora de renovación.

Estrategia venía construyendo un proyecto de izquierda alternativo que en ese espacio político de resistencia frentenacionalista fuese una opción al populismo representado por la Nueva Prensa, al liberalismo reformista del MRL y a la burocracia del Partido Comunista. El grupo se definía como de izquierda, pero hacía del marxismo, del psicoanálisis y de Sartre sus referentes teóricos, con lo cual se diferenciaba de la línea foquista de inspiración cubana por la que optaron otras organizaciones del periodo. Por tal razón, nos hemos propuesto estudiar Estrategia como un núcleo de la nueva izquierda cultural colombiana. El devenir, los alcances y los efectos diferidos del programa que quedó plasmado en estos tres números de la publicación, serán objeto de nuestra atención en próximos escritos.

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Fuentes Primarias

Revista Estrategia

Periódico Crisis

Fuentes Secundarias

Revista Tierra Firme 18

Revista Esquemas

Revista Diálogos

Notas

1 Este texto hace parte de mi proyecto doctoral, financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina. Fue sometido a discusión en el "Coloquio sobre historia de los intelectuales latinoamericanos" celebrado en la Facultad de Trabajo Social de la UNLP en noviembre de 2017, así que agradezco los agudos comentarios formulados por el profesor Adrián Celentano.
2 Son múltiples los antecedentes en lo relativo a la conceptualización de la Nueva Izquierda como fenómeno de alcance internacional. Para el caso colombiano resaltamos: Archila, M. y Cote, J. (2009); Díaz Jaramillo, J. A. (2010); Urrego, M. A. (2013).
3 En esta misma línea se encuentra el ya clásico texto: Terán, O. (1993).
4 Para la reconstrucción de este contexto político hemos acudido básicamente a las siguientes fuentes secundarias: Archila, M. (1996) y Palacios, M. (2012).
5 Como referentes metodológicos específicos para este abordaje de revistas hemos tenido en cuenta: Pluet-Despatin, J. (1992) y Pita, A. (2014).
6 La referencia inicial que sigue siendo actual por su valor documental y su estilo narrativo en relación a este importante pasaje de la historia del país es: Guzmán, G. (Mons.), Fals-Borda, Orlando, Umaña-Luna, Eduardo (1962).
7 Muchos estudios se detienen a examinar causas, características y efectos del Frente Nacional en la historia reciente de Colombia. De hecho es un eje de fuerte polémica entre analistas del conflicto armado, tal como lo muestra el documento de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas producido en el marco de los acuerdos de la Habana en 2015. Existe una tendencia a reconocerlo como modelo que cerró la participación política de fuerzas no identificadas con el bipartidismo, se ubica como una de las causas de emergencia de la izquierda revolucionaria y se le juzga por su promesa incumplida de Reforma Agraria (Ejemplos: Leal Buitrago, 1981; Palacios, 2012). Pero también hay estudios que matizan la experiencia de este modelo y no lo consideran un “sistema cerrado” completamente, dada la dinámica de los movimientos sociales y la oposición institucional que adelantaron fuerzas políticas disidentes del liberalismo y el conservadurismo: MRL y ANAPO, respectivamente (Confrontar: Archila, 1996; Ayala-Diago, 2000; Pecaut, 2015).
8 Esta publicación no se encuentra accesible en archivos públicos y no ha sido localizada entre los archivos personales explorados. Según hemos podido establecer en fuentes secundarias, el artículo mencionado fue publicado en número 3 de Junio fechado en 1957.
9 Agradecemos al profesor Juan Carlos Celis de la Universidad Nacional de Colombia la consulta de los 8 primeros números del periódico. Crisis no está disponible en archivos públicos por lo que no hemos podido precisar la fecha límite de su producción. Consejo de redacción del periódico: N.° 1: Mario Arrubla, Delimiro Moreno, Ramiro Jaramillo, Bernardo Muñoz, Ramiro Montoya. N.° 2: MA, DM, BM, RJ, Julio Calderón, RM, Joaquín Araque, Juan B. Granados, Renán Toro; Administrador: Rafael Arrendo. N.° 3: CR: MA, DM, BM, RJ, JC, RM, JA, JBG, Rafael Arredondo; A: William Ospina; Dice por primera vez: "Afiliado a la APEC". N.° 4: CR: MA, DM, RM, RJ, JC, JBG, JA, RA, BM; A: WO, APEC. N.° 5: CR: MA, DM, RM, RJ, JC, JBG, JA, RA; A: WO, APEC. N.° 6: CR: MA, DM, Álvaro Delgado, RJ, Augusto Lara, RM. A: Darío Orozco, APEC. N.° 7: CR: MA, DM, AD, Estanislao Zuleta, BM, RM. Representante y redactor en Bogotá, D.E.: RJ. A: Darío Orozco; APEC. N.° 8: CR: DM, AD, Ramón B. Bohórquez; Representante y redactor en Bogotá D.E.: MA. A: RJ; APEC.
10 Entrevista a Virgilio Vargas citada en Arango, 2006; Celis, 2009, basado en entrevistas a Delimiro Moreno; Delgado, 2007; y recopilación de fuentes hecha por los maoístas de la Editorial 8 de Junio reunidas bajo el titulo Proletarización, 1975.
11 Este libro fue publicado en 1968 cuando Posada ya era Decano de la Facultad de Ciencias Humanas: Posada, F. (1968). Colombia, violencia y desarrollo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
12 También fue este un texto preliminar que luego tomaría la forma de libro: Olmedo, J. [Posada, F.]. (1963). Cuba: la revolución en América. Ediciones Suramérica.
13 Posiblemente editada en Medellín.
14 Se refiere muy posiblemente a la huelga de los trabajadores de la empresa Avianca que no había contado con el respaldo del movimiento.
15 Algunos analistas identifican el MOEC como la primera experiencia organizativa de la nueva izquierda en Colombia (Díaz Jaramillo, 2010; Archila, 1996). En su alusión específica al MOEC en este fragmento, Zuleta posiblemente se refiere a la masacre en Puente Tierra (Jamundí, Valle) en la que en julio de 1963 fueron asesinados 5 estudiantes miembros del MOEC por parte del ejército: “Los dedos de las víctimas fueron cortados como ´trofeos´. Los asesinatos respondían a los nombres de Donelly Salazar, Carlos Bermúdez, Asnoraldo Rojas, Luis A. Duque Y Humberto Barragán. El asesinato (…) despierta la protesta popular. El regional comunista del Valle organiza una impresionante expedición al sitio de los acontecimientos para rescatar los cadáveres y desenmascarar las tendenciosas versiones oficiales tejidas alrededor del delito, a raíz del cual el gobierno habló de un plan subversivo”. Recuperado en julio de 2017 de: http://vidassilenciadas.org/victimas/116
16 Este periódico no ha sido localizado en archivos públicos disponibles, ni en archivos privados consultados.
17 Evocación a la metáfora trabajada por Gilman (2012).
18 Agradezco a la profesora Gloria Arango de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, el acceso a su archivo personal de me permitió conocer estas fuentes.

Recepción: 05 diciembre 2017

Aprobación: 31 julio 2018

Publicación: 15 marzo 2019

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