Sociohistórica, nº 44, e084, septiembre 2019-febrero 2020. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Artículos

Expertise y confianza”: los expertos de la CEPAL en el tercer gobierno peronista (1973-1976)

Ramiro Coviello

Instituto Interdisciplinario de Economía Política, CONICET - Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas y Facultad de Ciencias Sociales - Centro Cultural de la Cooperación, Argentina

Cita recomendada: Coviello, R. (2019). Expertise y confianza”: los expertos de la CEPAL en el tercer gobierno peronista (1973-1976. Sociohistórica, 44, e084. https://doi.org/10.24215/18521606e084

Resumen: El objetivo del artículo es analizar la relación del tercer gobierno peronista con los saberes expertos sobre planificación del desarrollo, reconstruyendo el vínculo que entabló con la CEPAL. Así, se describen dos acontecimientos principales: la asistencia técnica de expertos cepalinos para elaborar el Plan Trienal y la apertura de la CEPAL-Buenos Aires. Para ello, se conjuga el análisis documental conentrevistas realizadas a miembros de los organismos involucrados. Empíricamente se muestra que hacia 1973 la relación peronismo-CEPALregistró un inédito acercamiento, coronandoun proceso de ascendente gravitación de la segunda sobre la política económica argentina. Según se argumenta, esto fue productode la reactivación de una añosa red vincular, posibilitada tanto por aspectos de la coyuntura como por rasgos propios del retorno del peronismo. Fue la conjunción de esos elementos la que impulsó la puesta en valor por parte del tercer gobierno peronista de los saberes cepalinos ligados al planeamiento.

Palabras clave: Peronismo, Comisión Económica para América Latina, planificación del desarrollo, saberes expertos, Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional.

“Expertise and Confidence”: ECLAC experts inthe Third Peronist Government (1973-1976)

Abstract: This paper aims to analyze the connection between the Third Peronist Government and expert knowledge on development planning. This will be achieved by reconstructing the relationship that it established with ECLAC. Thus, two main events are depicted: ECLAC’s experts technical assistance in building the Plan Trienal and the creation of ECLAC-Buenos Aires. In order to do so, documentary analysis is combined with personal interviews to members of the organizations involved. Empirically, it is shown that in 1973 the Peronist-ECLAC relationship registered an unprecedented approach, thus crowning a process of increasing influence of the latter over Argentine economic policy. As it is argued, this was the consequence of the reactivation of an old network, which was made possible both by aspects of the conjuncture and by the characteristics of Peronism’s return to power. It was the sum of these elements that prompted the valorization by the third Peronist government of the cepalinos’ expertise associated with planning.

Keywords: Peronism, Economic Comission for Latin America, Development Planning, Expert Knowledges, Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional.

Introducción

La crisis socioeconómica conque el neoliberalismo arrojó a la Argentina al siglo XXI sembró nuevos interrogantes sobre la relación tejida en el pasado entre el despliegue del proceso de desarrollo nacional y la intervención económica estatal. Éstos se han focalizado en un período que va desde los años treinta, cuando el rol del Estado en la economía entró en un proceso de intensa expansión, hasta mediados de los setenta, momento en que, con la irrupción de la última dictadura militar, comenzó a tenderse un manto de sospechas sobre esa ampliación. Recogiendo aquellas preguntas, desde la intersección entre los estudios sobre elites y grupos profesionales, la sociología de las problematizaciones y la historia del Estado y sus agencias, las necesidades y demandas de la expansión del intervencionismo económico estatal han sido relacionadas con la constitución e institucionalización de disciplinas, tales como la economía y la estadística (Caravaca, 2012; Daniel, 2009; Neiburg y Plotkin, 2004b; Pantaleón, 2004), y, más en general, con la producción de discursos, prácticas y saberes expertos (Grondona, 2014). Es decir, con la configuración tanto de conocimientos específicos para la delimitación de problemas emergentes como de dispositivos especializados para intervenir sobre ellos.

En el caso de los estudios sobre el peronismo, esas nuevas indagaciones han puesto en discusión una clásica imagen que liga esa expresión política a cierto desdén por la modernización del Estado1,y han subrayado la preocupación de sus primeros gobiernos (1946-1955) por dotar a la intervención estatal de una racionalidad técnico burocrática (Berrotarán, 2003; González Bollo, 2011; Stawski, 2012). No obstante lo acaecido durante su tercer período gubernamental (1973-1976), no ha recibido suficiente atención, con la excepción de trabajos que lo abordan dentro de un recorte temporal más vasto (Grondona, 2014). Con la pretensión de constituirse en un aporte para cubrir esa vacancia, este artículo propone analizar la relación del tercer gobierno peronista con los saberes expertos asociados a la planificación del desarrollo, específicamente a través de la reconstrucción histórica del vínculo que aquél entabló con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).En esa dirección, debe anticiparse que, durante la segunda mitad de 1973, el gobierno argentino solicitó la asistencia de esa dependencia regional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la elaboración del Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional, 1974-1977,e impulsó la apertura de una oficina de la CEPAL en Buenos Aires. Escasamente mencionados en la historiografía y casi por completo “olvidados” en los escritos sobre el período de algunos de sus protagonistas (Fernández Pardo y Frenkel, 2004; Leyba, 2010), son esos los acontecimientos que motivan la presente indagación.

Para abordar el objetivo planteado se han triangulado técnicas de investigación cualitativa. Así, el análisis documental, basado en material de archivo tanto del Repositorio Digital de la CEPAL como de la prensa gráfica, se conjugó con la realización de entrevistas a miembros de los distintos organismos involucrados en esta trama histórica2. Esto último posibilitó la construcción de trayectorias y su entramado en redes vinculares, aspecto destacado en los estudios contemporáneos sobre los “saberes de Estado” (Plotkin y Zimmermann, 2012).

El punto de vista aquí sostenido indica que a comienzos de los años setenta la relación del peronismo con la CEPAL ingresó en un nuevo capítulo, dejando atrás las ambigüedades y conflictos que la habían signado en el pasado. Caracterizado por un inédito acercamiento, dicho episodio coronó un proceso más general, iniciado años antes, mediante el cual la CEPAL había comenzado a gravitar más decisivamente en la política económica argentina que lo que lo había hecho durante la década de 1950. Según se argumenta, ese nuevo capítulo fue producto de la reactivación de una añosa red vincular, posibilitada tanto por aspectos de la coyuntura como por rasgos propios del retorno del peronismo al gobierno. Asimismo, se afirma que la conjunción de esos elementos impulsó la puesta en valor por parte del tercer gobierno peronista de los saberes cepalinos ligados a la planificación.

En cuanto a la estructura del artículo, debe apuntarse que, tras un apartado en el que se describe la relación peronismo-CEPAL previa a 1973, los tres siguientes se dedican a reconstruir tanto la red vincular, que permitió que la CEPAL brindara asesoramiento técnico al tercer gobierno peronista para la construcción del Plan Trienal, como las condiciones que posibilitaron su reactivación. Luego, se analiza la creación de la CEPAL-Buenos Aires y su cooperación con el gobierno, y, finalmente, se sistematizan las conclusiones principales.

El peronismo, Prebisch y la CEPAL antes de 1973

El hecho de que durante los años fundacionales de la CEPAL el hombre emblema del organismo haya sido un argentino resulta más que un dato anecdótico. Pues, en la Argentina, la imagen de aquélla no se diferenció de la de Raúl Prebisch, asociada a su colaboración con los gobiernos de la “Década Infame” (Furtado, 1988). Esto fue particularmente significativo respecto del peronismo, cuya relación con Prebisch había cosechado varias desavenencias, aun antes de que éste fuera nombrado secretario ejecutivo de la CEPAL, puesto que ocupó entre 1950 y 1963. De hecho, la dictadura militar de la que Juan D. Perón emergería como figura política fue la que, hacia 1943, desplazó a Prebisch de la Gerencia General del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Ello lo llevó a abocarse a la docencia en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (FCE-UBA), donde colaboraría con la reforma del plan de estudios impulsada por el interventor peronista (Arana, 2016). Empero, hacia fines de los años cuarenta, el gobierno le impidió continuar en su cátedra, situación que lo empujó a aceptar una oferta para trabajar en las oficinas de la CEPAL, en Santiago de Chile (Prebisch, 1963).

Ahora bien, el tono eminentemente conflictivo que circunda lo dicho contrasta con una serie de eventos registrados a comienzos de la década de 1950. Por un lado, la CEPAL (1951), ya con Prebisch a la cabeza, elogió algunas de las políticas implementadas por el peronismo para enfrentar la crisis desatada a fines de 1948. Por el otro, la Revista de Economía Argentina, cuyos miembros jugaron un rol central en la política económica de esos años, celebró los trabajos cepalinos (Belini, 2006). Incluso, se ha señalado que las propuestas de la CEPAL resonaban en el “cambio de rumbo” que impulsó el gobierno ante la crisis (Rougier, 2012). Luego, no parece casual que quien encarnó ese giro, Alfredo Gómez Morales, expusiera en Política económica peronista (1951) lineamientos afines a aquéllas (Rougier y Odisio, 2017). Cabe añadir que el ascenso gubernamental de ese doctor en Ciencias Económicas–cuya carrera como funcionario público había empezado en los años treinta a raíz de uno de los programas de incorporación de egresados de la FCE-UBA promovidos por Prebisch (Caravaca, 2012)– ha sido destacado como parte del impulso que dieron los primeros gobiernos peronistas a la constitución de una burocracia especializada (Stawski, 2012). Prueba de ello es el hecho de que Gómez Morales, quien en 1949 reemplazó al frente del BCRA a Miguel Miranda, un empresario sin formación académica, se convirtiera en el piloto de la economía hasta el derrocamiento del peronismo.

Esa suerte de afinidad no tardó en ser desalojada por la revitalización y la agudización de la antigua tensión política entre Prebisch y el peronismo,pues, la dictadura que irrumpió en septiembre de 1955 convocó al economista para que elaborara un diagnóstico de la situación heredada y esbozara propuestas para afrontarla. En respuesta, Prebisch pidió licencia en la CEPAL y retornó a la Argentina, donde produjo un conjunto de documentos conocidos como “plan Prebisch”3. En ellos, criticaba el uso improductivo de las divisas acumuladas durante la Segunda Guerra Mundial y las políticas discriminatorias contra la producción agropecuaria que había dispuesto la “dictadura”, expresión con que refería al peronismo. Así, pese a que sus recomendaciones más “desarrollistas” no se distanciaban demasiado de la respuesta ensayada por Gómez Morales ante la crisis desatada a fines de los años cuarenta, el “plan” destilaba un inocultable antiperonismo (Sikkink, 1988). No muy distinta fue la tónica del informe del Grupo Conjunto Gobierno Argentino-ONU, originado en la recomendación que hizo Prebisch a las autoridades militares. En el mismo se pedía que solicitaran a la CEPAL la elaboración de un estudio económico integral. Dicho equipo fue conformado en 1956 por un grupo de expertos internacionales que llegaron a la Argentina para colaborar con técnicos locales4. A mediados de 1957, la misión se trasladó a Chile para redactar en la CEPAL un informe sobre lo actuado, cuyo inédito material estadístico resultaría central para el despliegue de los saberes expertos ligados a la planificación. Al igual que el “plan Prebisch”, aunque presentaba un diagnóstico crítico de la experiencia peronista–que cuestionaba el desvío de recursos hacia destinos improductivos, la falta de tecnificación y la política adversa de precios padecidas por el agro (CEPAL, 1959)–, las recomendaciones más industrialistas del informe sintonizaban con la reorientación impulsada por Gómez Morales. Vale apuntar que quien dirigió las tareas del Grupo Conjunto, Manuel Balboa, había sido asesor de éste durante el peronismo (AFICS-Chile, 2011).

De esos documentos, los del plan Prebisch fueron los que desataron mayor controversia, y merecieron la impugnación de un amplio espectro político. Aquí interesa destacar la reacción de la intelectualidad peronista, en particular la de Arturo Jauretche. Éste criticó severamente la colaboración de Prebisch con la dictadura, y lo acusó de haber apelado al “viejo secreto de la oligarquía”: aumentar las exportaciones a costa de “los faltantes en la mesa argentina” (Jauretche, 1955, p. 4). Asimismo, el expresidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires (1946-1951) señaló la contradicción entre el “plan” y las recomendaciones del “Prebisch de CEPAL”, con las que entendía que las políticas peronistas habían sido coincidentes. Esta crítica, erguida como la caracterización del nacionalismo peronista acerca del “plan Prebisch” (Rougier y Odisio, 2017), arrojó al hombre emblema cepalino al abismo antiperonista, al cual él mismo se había asomado. No obstante, no fue el único funcionario internacional argentino en esa posición, pues, según Aldo Ferrer, alumno de Prebisch en la FCE-UBA, “probablemente sin excepciones”, todos los argentinos que trabajaban en la ONU eran “antiperonistas” (Rougier, 2014, p. 37)5.

En síntesis, puede afirmarse que durante las décadas de 1940 y 1950 la relación peronismo-CEPAL, mediada por la figura de Prebisch, resultó más bien ambigua. Pese a que existieron puntos de afinidad entre la política económica ensayada por el peronismo y las recomendaciones formuladas por Prebisch y la CEPAL antes y después de 1955, la tensión política que había marcado ese vínculo desde un comienzo tendió a agudizarse.

Durante los años sesenta, esa relación no registró grandes novedades: el peronismo permaneció políticamente proscripto y, hacia 1963, Prebisch dejó la CEPAL para asumir la conducción de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Empero, la reedición de 1969 de la crítica de Jauretche presentó indicios de que aquélla estaba comenzando a mutar. Pues, se añadió allí una sección –“Historia secreta del Plan Prebisch”–, donde se afirmaba que los eventos de 1955 habían sorprendido al cepalino en “conversaciones con Perón, en vistas de un asesoramiento semejante” al que brindaría al gobierno militar, pero “de sentido perfectamente inverso” (Jauretche, 1973, p. 153)6. Asimismo, se buscaba probar que no había sido Prebisch el autor del “plan”, sino los liberales del semanario Economic Survey. Así, Jauretche presentaba una hipótesis que, aunque ridiculizaba la honestidad intelectual de aquél, morigeraba su responsabilidad.

Ahora bien, allende la relación con el peronismo, debe apuntarse que en la década de 1960 la CEPAL comenzó a ganar mayor relevancia en la política económica argentina que la que había tenido en el decenio anterior (Sikkink, 1988).Este cambio se vinculó a la constitución de saberes expertos ligados a la planificación y al despliegue institucional de ésta, fundamentalmente canalizados por la creación en 1961 del Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE). Dicho organismo no tardó en relacionarse con la prominente red experta de la CEPAL, en particular mediante el envío de sus técnicos a los cursos de formación del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES), fundado en 1962 bajo la égida de la CEPAL y la dirección principal de Prebisch (puesto que retuvo hasta 1973) (Franco, 2013). A ello debe sumarse el impulso dado a grupos de trabajo bipartitos, entre los que se destaca el Programa de Investigaciones CONADE-CEPAL sobre Distribución del Ingreso, cuyos aportes fueron centrales para la construcción del Plan Nacional de Desarrollo 1965-1969. Como se verá, este cambio en la relación de la CEPAL con la política económica argentina fue profundizado durante el tercer gobierno peronista.

La trama del asesoramiento cepalino para la elaboración del Plan Trienal

En mayo de 1973, el peronismo retornó al gobierno con un programa económico que contemplaba las limitaciones de su experiencia previa y que sintonizaba con los debates que habían acompañado las profundas transformaciones acaecidas en la economía argentina tras su derrocamiento en 1955 (Canitrot, 1978; Rougier y Fiszbein, 2006). El mismo articuló dispositivos orientados a actuar sobre distintas temporalidades: mientras la política de “pacto social” atendía las veleidades de la coyuntura7, comenzó a pergeñarse un plan de acción para el mediano plazo. Éste se condensó en el Plan Trienal, cuyo “texto definitivo” fue entregado al presidente Perón por el ministro de Economía José B. Gelbard, el 11 de diciembre de 1973, y fue aprobado ocho días más tarde (Decreto N° 776)8. Según el diario Clarín, la presentación del documento se había demorado a causa de la introducción de algunos ajustes solicitados por el líder del justicialismo9.

Antes de proseguir, es menester introducir la interpretación que predomina en la historiografía acerca de la elaboración del Plan Trienal. Sobre la base tanto de algunos de los aspectos programáticos incluidos en el plan como de los cuadros aportados para su construcción, la misma destaca la impronta de la Confederación General Económica (CGE), una entidad empresaria íntimamente asociada al peronismo desde su creación en 1952 (Brennan y Rougier, 2013; De Riz, 1987; Di Tella, 1985; Rougier y Fiszbein, 2006)10. En ese sentido, basta mencionar que Gelbard era su histórico líder y Orlando D’Adamo, nombrado en 1973 secretario de Programación y Coordinación Económica, el “cerebro técnico” de su Instituto de Investigaciones Económicas y Financieras (IIEF/CGE)11. Quien lo secundó fue Carlos Leyba, un economista del Partido Popular Cristiano, que se había sumado al equipo de la CGE poco antes y que había trabajado en la gestión económica durante el gobierno dictatorial de la autodenominada “Revolución Argentina” (1966-1973) (Seoane, 1998)12.

Ahora bien, respecto de la planificación, debe mencionarse que hacia mayo de 1973 existía cierto vacío en el organigrama estatal. Pues, en 1971, los equipos técnicos del CONADE fueron desarticulados y las funciones del organismo absorbidas por la Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno (SEPAG), creada bajo la órbita de la Presidencia de la Nación (Tereschuk, 2008). Disuelta en septiembre de 1973,las funciones y el personal de las subsecretarías de Desarrollo y de Coordinación de esa dependencia fueron transferidas al Ministerio de Economía, al que se le asignó la responsabilidad de formar un nuevo organismo de planeamiento (Decreto N° 1.450). Éste–el Instituto Nacional de Planificación Económica (INPE)–sería instituido recién el 31 de diciembre de 1973, es decir, cuando el Plan Trienal ya había sido aprobado13. Antes de ello, el 6 de noviembre, se dispuso, por Decreto N° 185,la creación del “Comité del Plan Trienal 1974/1977”, bajo la órbita de Presidencia. Aunque la dirección del mismo recayó formalmente en Gelbard, las tareas operativas fueron desempañadas por el tándem D’Adamo-Leyba (Entrevista a Carlos Leyba, 21/10/2015). No obstante, según reconocía esa norma, en el Ministerio de Economía venía funcionando un “comité de planificación económica”, que había comenzado a elaborar un “programa trienal 1974/1977”. La creación de éste había sido mencionada por la prensa ya a mediados de septiembre y, al promediar octubre, el propio Gelbard había anunciado que pronto se harían públicos los lineamientos para la elaboración de un plan trienal, uno decenal y otro quincenal14.

La trama institucional descripta resulta fundamental para esta investigación, pues fue al calor de la frenética actividad de esos comités ad hoc que se reactivó una red vincular de larga data, que unía a los funcionarios del Ministerio de Economía provenientes de la CGE con técnicos argentinos que se hallaban trabajando en la CEPAL-Santiago. Esa reactivación, casi completamente ignorada por la historiografía, complementa la interpretación dominante acerca de la elaboración del Plan Trienal y obliga a repensar la relación del tercer gobierno peronista con los saberes expertos ligados a la planificación del desarrollo15.

En aras de reconstruir esa red, ha de señalarse que a principios de noviembre de 1973 Clarín reveló que el plan estaba siendo elaborado con el aporte de distintas dependencias gubernamentales, “más el asesoramiento” de “técnicos argentinos que prestaban funciones en la CEPAL”. Considerado “altamente significativo”, dicho asesoramiento aparecía asociado a la decisión gubernamental de “renacionalizar” expertos que se hallaban trabajando en el exterior, y era presentado como el resultado de las gestiones de D’Adamo. Según se aclaraba, aunque la solicitud había sido “formal”, el “grupo de expertos cepalinos” se hallaba en Buenos Aires “a título personal”, fórmula considerada “adecuada para eludir un compromiso mutuo” entre el gobierno y la CEPAL16.

Por parte de ésta, las negociaciones recayeron en Alfredo E. Calcagno. Recibido de abogado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), entre 1958 y 1959 había sido secretario ejecutivo de la Revista de Desarrollo Económico, una iniciativa de la Junta de Planificación Económica del Ministerio de Economía y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, entonces a cargo de Aldo Ferrer, que se destacó por la difusión de los trabajos de la CEPAL y de los cursos que ésta dictó en el país a fines de los años cincuenta (Bayle y Diez, 2006). Ya a comienzos de los sesenta, Calcagno asumió la Secretaría General del Consejo Federal de Inversiones (CFI), otra de las instituciones que, como la Junta bonaerense y el CONADE, había florecido al calor del proceso de modernización de las Ciencias Económicas y de la ampliación de la intervención estatal en la economía (Neiburg y Plotkin, 2004b). Tras ser desplazado durante la presidencia de Arturo Illia (1963-1966), Calcagno ingresó a la CEPAL-Santiago17. Allí trabajó hasta mediados de 1973, cuando comenzaron las negociaciones con Gelbard y D’Adamo (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015).

En primer lugar, los funcionarios peronistas le ofrecieron a Calcagno dirigir las oficinas de planificación heredadas, oferta que rechazó por motivos personales18. A la vez, le hicieron una propuesta ambiciosa: mudar a Buenos Aires la sede regional de la CEPAL, con el compromiso de que el gobierno brindaría la infraestructura necesaria (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015). Aunque sin explicitar la existencia de esa oferta, un artículo de Clarín la ligaba a la crisis política que había desatado en Chile el golpe militar de septiembre de 1973, pero advertía: “El hecho de que la CEPAL sea un organismo de las Naciones Unidas anula toda posibilidad de plantear su traslado”19. A su vez, algunos planteos realizados en la Octava Reunión Extraordinaria del Comité Plenario de la CEPAL van en el mismo sentido. Por caso, el delegado cubano señaló allí que, dada la “situación imperante” en Chile, que podía afectar “la vida y seguridad de los funcionarios”, era ineludible trasladar la CEPAL a un “lugar adecuado” para sus labores (CEPAL, 1974b, pp. 3-4). De hecho, Calcagno afirma que existían profundos desacuerdos políticos entre algunos expertos cepalinos y la dictadura chilena (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015). Recuérdese que importantes funcionarios del gobierno derrocado, como Pedro Vuskovic y Carlos Matus, registraban una larga trayectoria en la CEPAL y que Prebisch, siempre asociado a ella, se opuso a la intervención militar trasandina (Dosman, 2008)20. Horacio Santamaría, entonces jefe de Cuentas Nacionales de la CEPAL, confirma esa tensión señalando que aunque la dictadura chilena no amenazó directamente al organismo, “generó un clima hostil”. Según añade, el gobierno argentino fue “muy perceptivo” ante esa situación, y realizó “ofrecimientos” para que, “si la CEPAL se sentía amenazada”, pudiera trasladarse a Buenos Aires con apoyo gubernamental (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017).

Ahora bien, dado que el traslado de la sede regional de la CEPAL era un asunto burocráticamente inviable a corto plazo, pues exigía una resolución de la Asamblea General de la ONU, surgió, como proyecto alternativo, la idea de abrir una oficina en Buenos Aires (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015). Según anunció la prensa, eso sería evaluado una vez concluido el Plan Trienal21. Es que el acuerdo al que llegaron las tratativas entre Calcagno y el tándem Gelbard-D’Adamo fue que en principio la CEPAL enviaría un equipo de expertos argentinos para colaborar con los técnicos del Ministerio de Economía y del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) en la elaboración de ese programa. En ese sentido, un integrante de dicha comitiva sostiene que, mediante “conversaciones y arreglos informales” favorecidos por la relación existente entre Gelbard y Calcagno, el gobierno argentino expresó su voluntad de “estrechar vínculos con la CEPAL” alrededor de la elaboración del plan. Así, un conjunto de expertos cepalinos firmó un contrato trimestral con el organismo regional para brindar asistencia técnica, tarea habitual de los funcionarios regulares de la Comisión (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017).Aunque en los documentos oficiales de ésta no se menciona la existencia del mentado equipo, sí pueden rastrearse en ellos indicios de que la relación con el gobierno argentino se estrechó por ese entonces. Por ejemplo, en el informe de lo actuado durante 1973 se destacan distintas iniciativas de “cooperación técnica” con el BCRAy el INDEC (CEPAL, 1974a).

Pero antes de reconstruir la actuación del equipo cepalino respecto de la elaboración del Plan Trienal, debe apuntarse un dato relevante. En sus tiempos al frente del CFI, Calcagno había impulsado junto al IIEF/CGE, conducido entonces por Gelbard, el Programa Conjunto para el Desarrollo Agropecuario e Industrial (1962-1965), y había depositado la dirección de esa iniciativa en D’Adamo. Es decir que, hacia 1973, los vínculos entre quienes encararon las negociaciones tercer gobierno peronista-CEPAL tenían al menos una década de existencia.

El equipo de expertos cepalinos y sus vínculos

En cuanto al equipo cepalino que se trasladó a Buenos Aires en el último trimestre de 1973, hay que decir que estuvo encabezado por Calcagno e integrado básicamente por tres expertos: Alberto Fracchia, Horacio Santamaría y Ricardo Cibotti. Formado como contador en la FCE-UBA, Fracchia había trabajado en el BCRA durante los primeros gobiernos peronistas, y se especializó en la estimación de las cuentas nacionales22. En 1956 fue incluido, junto a Cibotti, entre los “expertos oficiales” que integraron el mencionado Grupo Conjunto Gobierno Argentino-ONU (CEPAL, 1959). Luego, fue reclutado por el Grupo de Trabajo en Asuntos Económicos de la Unión Cívica Radical Intransigente, que, coordinado por Ferrer, produjo el Informe sobre la situación económica argentina, entregado a Frondizi en1958. En este último también participó Cibotti, un ingeniero que luego se integró al Comité Editorial de la Revista de Desarrollo Económico, del que Calcagno era secretario ejecutivo. En cuanto a la trayectoria de Fracchia, hay que añadir que hacia 1961 encabezó un equipo técnico formado entre el Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Di Tella y el CFI (comandado por Calcagno) para estudiar la estructura económica regional argentina23. Luego, pasaría a liderar el mencionado Programa CONADE-CEPAL sobre distribución del ingreso. Por su parte, Santamaría, se había sumado al equipo de 1961 cuando aún estaba cursando la carrera de contador (FCE-UBA).Hacia 1963, éste viajó a Santiago para tomar los cursos del ILPES ya su retorno se incorporó a ese Programa CONADE-CEPAL. Ya en 1965, fue reclutado por la CEPAL para ir a colaborar a República Dominicana. Al regresar a la Argentina,se encontró con que la dictadura autodenominada “Revolución Argentina” (1966-1973) había descabezado al CONADE, en virtud de lo cual aceptó una oferta para trabajar en la CEPAL-Santiago (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017).En suma, el núcleo básico del equipo cepalino que en 1973 prestó asistencia técnica para elaborar el Plan Trienal se hallaba profesionalmente relacionado desde fines de los años cincuenta y principios de los sesenta a través de grupos de trabajo, equipos de investigación y publicaciones que abonaron la modernización de las Ciencias Económicas en la Argentina, en particular, mediante su vínculo con la red experta de la CEPAL.

Otro experto cepalino que colaboró en la elaboración del Plan Trienal fue Manuel Balboa, cuya figura resulta especialmente significativa para pensar tanto la relación peronismo-CEPAL como el vínculo del primero con los saberes expertos. Recibido como contador en la Universidad Nacional del Litoral, Balboa se incorporó en 1941 al BCRA, bajo la gestión de Prebisch. Hacia 1945, asumió la Jefatura de la Sección Estadística de esa entidad, desde donde se proyectaría como uno de los pioneros de la estimación de las cuentas nacionales, tarea en la que contó con la colaboración de Fracchia (AFICS-Argentina, 2013). A fines de los años cuarenta, tras asistir a los seminarios de Prebisch en la FCE-UBA (Dosman, 2008), Balboa se convirtió en uno de los principales asesores del ascendente Gómez Morales. El golpe militar de 1955 no lo alejó de la función pública, pues, como se mencionó, tuvo una destacada participación en el Grupo Conjunto Gobierno Argentino-ONU, junto a Fracchia y a Cibotti. Como resultado de esa experiencia, Balboa fue incorporado a la CEPAL, donde llegaría a desempeñarse como secretario ejecutivo adjunto, posición que ocupaba cuando se produjeron las negociaciones con los funcionarios del tercer gobierno peronista (AFICS-Chile, 2011; IICA-OEA, 1970). Aunque no estuvo en la Argentina durante todo el proceso de asesoramiento, aportó a “su gente”, especialmente a Fracchia, con quien había publicado un trabajo en la Revista de Desarrollo Económico, cuando Calcagno era su secretario ejecutivo (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015)24. Según Santamaría, Balboa fue “el cerebro detrás del grupo operativo”, el “gran gurú” que “revisaba las cosas que iban saliendo”, para lo cual, cada tanto, iba a Buenos Aires a reunirse con el grupo (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017).

Finalmente, debe mencionarse a Benjamín, un argentino que, siguiendo a Prebisch, se había incorporado tempranamente a las redes de la ONU. Según Calcagno, al rechazar la oferta para dirigir las oficinas de planificación, les recomendó a Gelbard y a D’Adamo que nombraran a Hopenhayn, quien entonces se desempeñaba como director del Programa de Proyectos del ILPES (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015). Así, Hopenhayn sería designado secretario técnico del INPE. Cabe señalar que se trata prácticamente del único cepalino reconocido como colaborador del tercer gobierno peronista, quizás porque sólo él detentó un cargo gubernamental25. Sin embargo, el INPE fue creado, como se advirtió, después de la presentación del Plan Trienal y el nombramiento de Hopenhayn se concretó recién en mayo de 1974 (Decreto N° 1.575). Según Leyba, pese a que trasmitió “la idea de que él era el gran protagonista” del plan, Hopenhaynno tuvo responsabilidad política en él, ya que sólo se desempeñó como “secretario coordinador, quien iba y venía con las ideas” (Entrevista a Carlos Leyba, 21/10/2015)26. Héctor Valle, un economista que fue designado director de Planeamiento Global del INPE, confirma esa apreciación, argumentando que tal responsabilidad le cupo a D´Adamo y a Leyba. Cabe decir que Valle, quien registraba una trayectoria en el CONADE y había cursado en el ILPES, al igual que muchos otros técnicos de ese organismo, participó de la elaboración del Plan Trienal, “día y noche, muy codo a codo con la gente de CEPAL”, lo que da cuenta del modo en que el personal técnico de las oficinas de planeamiento heredadas por el peronismo fue movilizado para la construcción del documento27.

Recapitulando lo dicho en este apartado y en el anterior, puede afirmarse que los técnicos del equipo cepalino, los funcionarios peronistas que provenían de la CGE y los técnicos de las oficinas de planificación heredadas por el peronismo–por muchas de las cuales habían pasado los primeros antes de incorporarse a la CEPAL–formaban parte de una añosa red vincular tejida a través de las trayectorias profesionales de sus miembros.

Unos saberes especialmente valiosos para la coyuntura

Acerca de los aportes que los expertos cepalinos hicieron a la elaboración del Plan Trienal, debe decirse que, según Calcagno, cada uno se ocupó de “su especialidad”. Así, Cibotti, entonces director del Programa de Capacitación del ILPES (IICA-OEA, 1970), se dedicó al plan de obras públicas. Por su parte, Calcagno operó como nexo del equipo cepalino con los funcionarios peronistas, pero además se encargó de la orientación política del documento y colaboró con Alberto González Arzac, titular del CFI, en la articulación de la dimensión regional, cuestión en la que se había centrado su posgrado28. Leyba lo identifica como “el gran protagonista” intelectual del plan, el especialista en “filosofía del desarrollo” que se ocupó de “pensar las categorías”29. Asimismo, lo señala como uno de los que más trabajaron junto a él y a D’Adamo. El otro de ellos fue Fracchia, quien se encargó de lo relativo a las cuentas nacionales, y asumió la responsabilidad de “empujar el lápiz” en los aspectos técnico-económicos (Entrevista a Carlos Leyba, 21/10/2015). En esa tarea, trabajó con los expertos de las oficinas de planificación heredadas. Por su parte, Santamaría, quien identifica a Fracchia como “el tótem cuantitativo” del plan, afirma que a él lo incluyeron “para trabajar en la parte de números” (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017). Así, el entonces jefe de Cuentas Nacionales de la CEPAL se instaló en el INDEC, organismo al frente del cual había sido nombrado Carlos Noriega, tras un paso reciente y fugaz por la CEPAL30. Éste era un viejo amigo de Santamaría, con quien había trabajado en el equipo técnico conformado en 1961 entre el CFI y el Di Tella, bajo la dirección de Fracchia.

Como se ve, los aportes del equipo cepalino al Plan Trienal se basaron en los saberes específicos–sobre diversas áreas ligadas a la planificación del desarrollo– de los que sus miembros eran reconocidos portadores. En relación con ello, es preciso advertir que, a comienzos de los años setenta, la dotación de cuadros técnicos estatales abocados al planeamiento era un asunto en debate. De hecho, según Clarín, “la decisión de apelar a técnicos de la CEPAL” se vinculaba tanto a la necesidad de “suplir la falta de un equipo local de expertos en planificación en el círculo de la actual conducción del Ministerio de Economía”, como con el “indirecto propósito de contar con un aval a nivel de organización mundial para el plan económico (…) útil para facilitar la obtención de créditos en las instituciones financieras internacionales”31. En una réplica enviada a ese diario, D’Adamo sostuvo que tal afirmación era “errónea”, ya que en el plan estaban trabajando “más de quinientos expertos argentinos de distintas áreas de la Nación”, a los que se habían “sumado” los cepalinos, quienes, “por pedido especial de cada uno”, habían “aceptado trasladarse al país para colaborar en un esfuerzo sin pausa”. Según aquél,no se trataba “ni de falta de experiencia ni de colaboración extranjera”32. Cierto es que lo dicho sobre el vacío en el organigrama estatal relativo al planeamiento no era sinónimo de la ausencia de técnicos, pues, como reconoce Valle–quien en mayo de 1973 respondía a las Subsecretarías de Desarrollo y de Coordinación de la SEPAG–, sus planteles profesionales no fueron desplazados. De hecho, serían activos partícipes de la construcción del plan.

Sin embargo, esa aclaración no impide reconocerla valoración positiva de la expertise de los cepalinos, por parte tanto de la conducción del Ministerio de Economía como de los técnicos de las oficinas de planeamiento heredadas, muchos de los cuales habían pasado, al igual que Valle, por los cursos del ILPES. Así, tras afirmar que entre esos planificadores y los miembros de la misión que integró “muchos eran conocidos”, Santamaría sostiene:

Obviamente jugó cierta experticia que había acumulado la CEPAL en muchos años de trabajo con este tipo de cosas. [A los funcionarios locales] les pareció que era una forma de ayudar al equipo que estaba en materia de política económica, que tenía diez problemas por día y no podía aislarse para armar esto. Porque fueron dos meses de dedicación total y exclusiva (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017).

De hecho, en la réplica que envió a Clarín, aunque con tintes políticos, D’Adamo destacaba la expertise de los cepalinos: “Se trata de argentinos de una clara línea nacional y que están ofrendando la experiencia de una vida dedicada al desarrollo económico latinoamericano (…), en relación a un Plan que hace al destino de su propio país”33. La relevancia de los saberes que portaban esos expertos aflora también en el siguiente testimonio de Leyba:

Me acuerdo como si fuera hoy, en la oficina de D´Adamo, cuando Balboa trajo los gráficos largos. Yo nunca había visto eso antes. Tenía estadísticas de la Argentina de 1900 o quizás antes, de todas las ramas de actividad económica proyectadas en el largo plazo (Entrevista a Carlos Leyba, 21/10/2015).

Incluso, en una conferencia realizada el 11 de diciembre junto a D’Adamo, Gelbard elogió “el trabajo de los técnicos argentinos llegados del exterior”, incluidos los que “operaban en la CEPAL”34. El propio Perón reparó en ello al presentar el Plan Trienal el 21 de diciembre, al señalar que había sido realizado por “un equipo de argentinos, técnicos en desarrollo y planificación, algunos de los cuales estaban radicados en el exterior y regresaron para prestar su colaboración y brindar su experiencia” (2002, p. 199).

Ahora bien, es menester señalar que la puesta en valor de la expertise de los cepalinos se dio al fragor de una determinada coyuntura, la cual habilitó la reactivación de las añosas relaciones mencionadas entre éstos, los funcionarios peronistas y los planificadores locales. En términos generales, la misma se vio imbuida por un halo de urgencia, vinculado por Calcagno a la frágil salud de Perón. Dado que era el garante político del programa económico, se planteó la necesidad de presentar el Plan Trienal antes de que su estado se agravara. Tal perentoriedad explicaría también el hecho de que todos los expertos del equipo cepalino fueran argentinos que “conocían bien la realidad” local(Entrevista a Alfredo Calcagno, 18/12/2015)35. A escala temporal, aquélla se tradujo en el objetivo de terminar el documento antes de que finalizara 1973, lo cual exigía la elaboración de un punto de partida estadístico basado en la reconstrucción cuantitativa del año en curso. Esto resultaba especialmente dificultoso a la luz de otros elementos coyunturales. En esa dirección, Santamaría sostiene que “hacer un pequeño cálculo ad hoc muy rápido, solamente para uso del análisis de las proyecciones del Plan Trienal, con precios lo más actualizados posible”, no fue una tarea para nada “sencilla”en un escenario internacional de gran volatilidad económica, como el inaugurado por la Crisis del Petróleo. Según aclara, esto se conjugó fatalmente con déficits estadísticos del Estado argentino, cuyo “sistema de medición macroeconómico y de cuentas nacionales” tenía “bases muy antiguas” y padecía el “atraso en la recolección y el procesamiento de datos”(Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017)36. Vale añadir que la prensa se hizo eco tanto de la “perentoriedad” con que estaba elaborándose el plan como de la urgencia de “reconstituir la estadística nacional y crear cuerpos técnicos”37. En síntesis, puede afirmarse que el proceso de elaboración del Plan Trienal constituye un claro ejemplo del modo en que las coyunturas críticas impulsan la demanda de saberes técnicos (Plotkin y Zimmermann, 2012).

Por otra parte, es interesante rescatar lo dicho por Carlos Vilas, un abogado de la UNLP que hacia 1968 entabló una relación con Calcagno, a quien conoció en Santiago mientras cursaba una maestría38. Según afirma, entre los argentinos que trabajaban en la CEPAL-Santiago existía “una especie de nostalgia permanente” (Entrevista a Carlos Vilas, 19/04/2018). En esa línea, Santamaría reconoce que la posibilidad de trabajar en su país natal era un “privilegio”39. No obstante, en contraste con los tintes políticos que D’Adamo le adjudicó al asesoramiento cepalino, aquél sostiene que nada tuvieron que ver las posiciones personales (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017). En cambio, Calcagno vinculala convocatoria gubernamental, en parte, al hecho de que los miembros del equipo no tuvieran diferencias con el peronismo o fueran directamente afines, como era su caso (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015)40. Este contrapunto habla de la puesta en juego de dos perfiles que, aunque típicamente diferenciados, son pasibles de contaminaciones recíprocas: el del intelectual políticamente comprometido y el del experto guiado por la racionalidad técnica (Neiburg y Plotkin, 2004a).

Por último, pero no por eso menos importante, hay que mencionar dos rasgos del retorno del peronismo al gobierno, que dieron sustento a la puesta en valor de la expertise cepalina y que permiten comprender el inédito acercamiento del que formó parte. El primero de ellos es la aspiración de Perón de convertirse en líder ideológico del “Tercer Mundo” (De Riz, 1985), a partir de la construcción de un estilo alternativo al revolucionario que ostentaba Fidel Castro41. Para tal proyecto, la prédica reformista cepalina constituía una referencia ineludiblea la que era factible recurrir, ya que Prebisch, la personificación del conflicto CEPAL-peronismo, se había alejado de la primera en 1963 (aunque siguió ligado al ILPES hasta 1973)42.

El segundo rasgo parte de considerar la fragilidad de los recursos políticos con los que el peronismo contaba a comienzos de los años setenta, especialmente debido a la ausencia de una estructura partidaria. Como parte de ésta, puede mencionarse la exclusión de los puestos de gestión que habían padecido sus cuadros técnicos históricos durante casi dos décadas, y el impedimento que esto había supuesto para la formación de una nueva generación técnica en el seno del partido43. Según se ha señalado,esa fragilidad fue compensada, en términos generales, por la amplia convergencia reformista que encarnó su retorno al gobierno, la inclusión de contenidos pluralistas y la puesta en juego de un tono conciliador, características ausentes entre 1946 y 1955 (De Riz, 1987; Di Tella, 1985)44. Aunque esto tuvo claros puntos de anclaje en la relación con diversas expresiones políticas y sociales –ante las que el Plan Trienal fue sometido a consultas–, y en cierto sincretismo doctrinario, también operó en la convocatoria de técnicos, allende su procedencia política45. Ésta fue una preocupación del peronismo previa a 1973, tal como lo prueba la formación en 1970 del Consejo de Planificación del Movimiento Justicialista. Según Leopoldo Frenkel, encargado de dirigir ese organismo asesor técnico de Perón, éste le encomendó incorporar a “los mejores hombres sin importar si eran peronistas o no” (Vercesi, 2008, p. 130). Las propias trayectorias de Leyba y de D’Adamo dan cuenta de la apertura del peronismo a cuadros técnicos con trayectorias políticas heterogéneas, al tiempo que obligan a señalar que la aproximación entre aquél y diversos grupos de expertos fue recíproca y variopinta46. Basta mencionar el Consejo Tecnológico del Movimiento Nacional Peronista, constituido a comienzos de la década de 1970 alrededor del físico Rolando García, quien, tras ser removido del Decanato de la Facultad de Ciencias Exactas por la dictadura que irrumpió en 1966, había sido empujado a irse a trabajar a la ONU47. Éste fue uno de los múltiples espacios orientados a lo que Cámpora destacó en febrero de 1973 como el “acopio de materia gris” para el “futuro gobierno” (citado en Fernández Pardo y Frenkel, 2004, p. 153)48.

Luego de considerarlo dicho, puede afirmarse que la convocatoria al equipo cepalino se enmarcó en ese movimiento de aproximación a grupos de expertos con trayectorias políticas y profesionales heterogéneas que experimentó el peronismo a comienzos de los años setenta, en tanto respuesta a la necesidad de contrarrestar debilidades de su estructura política. En definitiva, puede decirse que el grupo de argentinos que hacia 1973 se hallaba trabajando en la sede regional de la CEPAL representó uno de los semilleros técnicos de los que se alimentó el tercer gobierno peronista49. Empero, debe aclararse que su convocatoria no estaba entre las propuestas del Consejo de Planificación del Movimiento Justicialista (Entrevista a Leopoldo Frenkel, 11/09/2017), sino que apareció en el círculo de Gelbard50.

En suma, los saberes específicos que portaban los cepalinos fueron puestos en valor por el peronismo, a la luz tanto de la coyuntura descripta como de los rasgos que marcaron su retorno al gobierno. A su vez, esas dos dimensiones habilitaron la veloz reactivación de la red vincular de larga data en la que aquéllos se hallaban inscriptos. La conjugación entre el “pacto” establecido a partir de esos vínculos de “confianza”–lo cual posibilitó la apertura de “todos los archivos” (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017)– y la puesta en juego de unos saberes expertos –especialmente propicios para la coyuntura de fines de 1973–fue lo que permitió construir el Plan Trienal de un modo vertiginoso y en muy escaso tiempo.

La creación de la Oficina CEPAL-Buenos Aires como continuidad

En la citada conferencia del 11 de diciembre de 1973, en la que Gelbard anunció la entrega a Perón del “texto definitivo” del Plan Trienal, señaló, además, que algunos de los expertos llegados desde el exterior que habían trabajado en él estaban dispuestos a quedarse51.Vale recordar que, ya a fines de noviembre, Clarín había anunciado que estaba barajándose la posibilidad de abrir una oficina de la CEPAL en la Argentina y que ésta sería evaluada tras concluirse el Plan Trienal. Tal evaluación no sería más que un trámite express, ya que sólo una día después de aquella conferencia Gelbard firmó junto al secretario ejecutivo del organismo regional, Enrique Iglesias, el “Convenio para el establecimiento de una oficina de la CEPAL en Buenos Aires con el propósito de desarrollar programas de cooperación con el Gobierno argentino en aspectos técnicos del Plan de Reconstrucción y Liberación Nacional”52. De este modo,se habilitó la instalación de una sede “con carácter permanente”, que debía, “además de cumplir funciones de representación de la Institución y actividades de interés regional”, realizar “programas de actividades técnicas con el Gobierno argentino en materia de estudios, investigaciones y capacitación en el campo económico y social, de acuerdo a los objetivos del Plan”. Esos programas serían fijados “periódicamente y de común acuerdo” con el Ministerio de Economía. En tanto, la CEPAL nombraría al director de la oficina y proporcionaría los “funcionarios internacionales” requeridos para los “programas conjuntos” que fueren acordados. Por su parte, el gobierno argentino aportaría “los funcionarios técnicos y los empleados administrativos y de servicio, oficinas, diversos elementos de trabajo y los recursos financieros” necesarios, al tiempo que determinaría qué reparticiones estatales colaborarían con la flamante oficina.

Ya en la Octava Reunión Extraordinaria del Comité Plenario de la CEPAL, realizada a fines de enero de 1974 en Nueva York, Iglesias anunció que, “a raíz de consultas realizadas con el Gobierno de Argentina”, estaba concretándose un “acuerdo” relativo a la apertura de una oficina, para el que éste ofrecía “amplia y generosa colaboración” (CEPAL, 1974b, p. 14). El representante argentino expresó la “satisfacción” de su país por el acuerdo alcanzado y sugirió que el Comité Plenario “tomara nota de dicha medida y adoptara una resolución sobre el fortalecimiento de los trabajos de las oficinas de la CEPAL” (CEPAL, 1974b, p. 15). Finalmente, se aprobó allí la “Resolución Nº 342 (AC.66). Refuerzo de las Subsedes y de la Secretaría”, que destaca la intención del gobierno argentino de prestar “apoyo técnico y financiero” (CEPAL, 1974b, p. 21). En cuanto a las tareas que le cabrían a la flamante dependencia porteña, la norma reiteraba las enunciadas en el convenio del 12 de diciembre, aunque las despegaba del Plan Trienal para situarlasen un campo de actividad más amplio.

Ahora bien, recuérdese que Clarín había leído el acercamiento del gobierno peronista a la CEPAL como parte de una búsqueda de avales de organismos internacionales para el programa económico. Si bien esa lectura había motivado parte de la mentada réplica de D’Adamo, según Leyba, Gelbard “estaba encantado con el prestigio internacional que suponía abrir una oficina de la CEPAL”, siendo el propio ministro quien impulsó el proyecto, junto al secretario de Programación y a Calcagno (Entrevista a Carlos Leyba, 21/10/2015)53. Por su parte, este últimoasocia la propuesta no sólo al interés del os funcionarios peronistas, sino también al escenario político chileno: “Formamos una sede porque iba a ser útil acá y también para que Pinochet viera que teníamos adonde ir si nos quería echar” (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015)54.

En cuanto a la apertura de la CEPAL-Buenos Aires, Santamaría, quien la identifica como el “producto del contacto que hubo en esa época”, destaca que “costó mucho trabajo” debido a la oposición de la ONU a la “proliferación de oficinas nacionales” (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017). El mencionado Vilas, convocado a comienzos de 1974 por Calcagno para integrarse al equipo regional de la oficina, refuerza lo primero, al señalar que fue creada “como una especie de do ut des entre ese grupo de argentinos cepalinos y el Ministerio de Gelbard” (Entrevista a Carlos Vilas, 19/04/2018).Según Calcagno, aunque el equipo económico prefería que la oficina se instalara en ese ministerio, fue situada en la órbita del BCRA, bajo el argumento de que era “la única institución estable del país” (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 10/10/2014 [realizada por Ana Grondona]). Santamaría confirma esa versión, y sostiene que se le dio “una posición especial” en el BCRA, el cual alquiló un departamento para que aquélla comenzara a funcionar (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017)55. Respecto del equipo que le dio vida debe mencionarse que si bien el proceso de creación fue tutelado por Balboa, en tanto secretario ejecutivo adjunto de la CEPAL, éste continuó, al igual que Santamaría, su carrera en la sede regional de dicho organismo (AFICS-Chile, 2011). Quien quedó al mando de la oficina porteña hasta poco después del golpe militar de 1976 fue Calcagno (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 18/12/2015). Junto a él estuvieron Fracchia y Cibotti, par dar continuidad al equipo de funcionarios internacionales que se había trasladado a la Argentina para concluir el Plan Trienal56. En sus primeros años, pasaron por la novel oficina destacados expertos argentinos, tales como Eduardo Bustelo, Daniel Heymann, Samuel Itzcovich, Jorge Katz, Ángel Monti, Juan Sourrouille y Oscar Varsavsky.

Ya en el informe de la CEPAL correspondiente al período 10 de marzo de 1974-6 de mayo de 1975, se incluyó por vez primera un apartado sobre las actividades de la oficina porteña. Según se señalaba, pese a que no contaba aún con “una dotación completa de personal”, aquélla había actuado como sede de diversas actividades organizadas por otras unidades del organismo alrededor de diversos temas, tales como medio ambiente, tecnología, desarrollo industrial y regional, política económica y relaciones económicas internacionales, y había cooperado con la preparación del clásico Estudio Económico anual, con la Segunda Evaluación de la Estrategia Internacional de Desarrollo y con un proyecto sobre estilos de desarrollo (CEPAL, 1975b, p. 11)57. Además, se mencionaban tareas en las que la oficina había colaborado con el gobierno peronista, tales como la organización de indicadores coyunturales, en conjunción con el BCRA y la Secretaría de Programación, la cooperación con el INPE en “la revisión crítica de los planes sectoriales componentes del Plan Trienal y en la elaboración de una metodología para el control de la ejecución de los proyectos de inversión (…) fundamentales para el cumplimiento del Plan”, y el análisis del desarrollo regional junto al CFI (CEPAL, 1975a, p. 110). También se apuntaba la colaboración en “la aplicación a la realidad argentina de un modelo de largo plazo, resuelto por experimentación numérica, para analizar la viabilidad y las consecuencias de las distintas políticas económicas” (CEPAL, 1975a, p. 110)58. Finalmente, se esperaba que las iniciativas desplegadas durante 1974 fueran continuadas con el agregado de diversas “actividades específicas” contempladas en el programa de trabajo 1976-1977 de la CEPAL, tales como “Estilos de desarrollo” y “Fomento de las exportaciones en la Argentina” (CEPAL, 1975b).

En resumen, puede afirmarse que la prolífica colaboración entre los técnicos cepalinos y los organismos gubernamentales argentinos inaugurada a raíz del proceso de elaboración del Plan Trienal siguió desarrollándose a través de la creación de la CEPAL-Buenos Aires. Es decir que, más que un impulso “exterior” a la investigación económica –como sugiere un clásico análisis histórico sobre la disciplina en el país (Fernández López, 2001)–, la apertura de esa dependencia representó el punto cúlmine del inédito acercamiento producido entonces entre el peronismo y la CEPAL.

Conclusiones

A lo largo de este artículo se han esbozado diversas reflexiones que es preciso sistematizar en relación con lo dicho acerca de la renovación de los estudios sobre el peronismo, introducida especialmente por indagaciones que han destacado la preocupación de sus primeros gobiernos por la puesta en juego de saberes técnicos para la intervención estatal. En ese sentido, un primer punto a subrayar es el hecho de que tal preocupación haya sido también una característica del tercer gobierno peronista. En particular, esto fue mostrado vía la reconstrucción de una trama que da cuenta de que, a comienzos de los años setenta, el vínculo peronismo-CEPAL, signado en las décadas previas por ambigüedades y conflictos, ingresó en un nuevo capítulo. Caracterizado por un acercamiento inédito, éste se inició con el asesoramiento brindado por técnicos cepalinos para la elaboración del Plan Trienal y fue continuado por la apertura de la CEPAL-Buenos Aires, entre cuyas tareas se incluyó la colaboración con distintos organismos gubernamentales59.

En segundo lugar, es preciso apuntar las múltiples condiciones que, según se vio, posibilitaron la entrada de la relación peronismo-CEPAL en esa etapa de fructífera cooperación. Por un lado, se destacó la existencia de una añosa red vincular que unía las trayectorias profesionales de los funcionarios que la CGE le proveyó al tercer gobierno peronista con la de quien encaró las negociaciones por parte de la CEPAL. Así, el hecho de que Calcagno, Gelbard y D’Adamo se conocieran desde hacía más de una década facilitó notablemente las negociaciones. Sin embargo, se mostró que el entramado de esa red era más vasto, pues entre los cepalinos que se trasladaron a Buenos Aires en la segunda mitad de 1973 existían vínculos que se remontaban hasta fines de los años cincuenta, cuando habían compartido distintas iniciativas relacionadas con la pujante red experta de la CEPAL y sus aportes ala modernización de las Ciencias Económicas locales. Asimismo, aquéllos eran viejos conocidos de los técnicos de las oficinas de planeamiento heredadas por el peronismo, no sólo porque algunos de éstos se habían formado en los cursos del ILPES (Valle), sino también debido a que varios de los miembros del equipo cepalino habían pasado por el CONADE (Santamaría y Fracchia) y el CFI (Calcagno).

Por otro lado, se argumentó que entre las condiciones de posibilidad del inédito acercamiento entre el peronismo y la CEPAL jugaron un rol importante determinados aspectos de la coyuntura, en tanto catalizadores de la reactivación de esa red. En esa línea operó la crisis política chilena, impulsando, incluso, el planteo de un proyecto ambicioso, como el del traslado de la sede regional de la CEPAL a Buenos Aires. No obstante, para la perspectiva de este trabajo resulta más relevante lo dicho acerca de la sensación de urgencia insuflada por la endeble salud de Perón, que se tradujo en el objetivo de presentar el Plan Trienal antes de que concluyera 1973, sin que se hubiera cubierto aún el vacío en el organigrama estatal relativo al planeamiento. Según se mencionó, contra el cumplimiento de esa meta conspiraba la volatilidad que asumió la economía internacional en ese entonces, más todavía si consideramos los déficits que presentaba el aparato estadístico del Estado argentino para cuantificar las principales variables económicas de un año que no había terminado, en aras de establecer un punto de partida para las proyecciones del plan.

Las condiciones mencionadas tornan comprensible el hecho de que el tercer gobierno peronista haya recurrido a una CEPAL en la que la controvertida imagen de Prebisch no tenía ya el peso de antaño, y en la que había un grupo de expertos argentinos que no sólo eran reconocidos portadores de saberes específicos ligados a la planificación del desarrollo, sino que, además, habían trabajado en los organismos de planeamiento locales. Empero, no fue sólo la urgente necesidad planteada por la situación descripta lo que puso en valor la expertise cepalina. En esa dirección jugaron también algunos rasgos propios del retorno del peronismo al gobierno. En particular, se adujo que su impronta pluralista y conciliadora halló un punto de encuentro con la necesidad de reclutar cuadros técnicos extrapartidarios, como forma de contrarrestar los déficits de la estructura partidaria. Así, aunque la convocatoria realizada a la CEPAL emergió con la llegada del equipo de Gelbard, estuvo enmarcada en un proceso más general, signado por el mutuo acercamiento que venía produciéndose entre el peronismo y diversos grupos técnicos, al menos desde 1970. Al respecto, se añadió que el reformismo tercermundista cepalino, en tanto dimensión política, sintonizaba bien con la aspiración de Perón por transformarse en el líder ideológico del “Tercer Mundo”.

En síntesis, la puesta en valor por parte del peronismo de los saberes expertos cepalinos ligados a la planificación se explica por una determinada combinación entre aspectos de la coyuntura y rasgos que marcaron su retorno al gobierno. A su vez, fue esa conjunción la que habilitó la reactivación de la red vincular mencionada. La suma de esos elementos, es decir, de la puesta en juego de unos saberes especialmente propicios para la coyuntura y de los lazos de larga data que unían a sus portadores, hizo viable la construcción del Plan Trienal de un modo vertiginoso y en muy escaso tiempo. Dicho de otro modo, se trató del resultado de la conjugación de “expertise y confianza” (Entrevista a Carlos Vilas, 19/04/2018).

Ahora bien, aunque en este artículo no haya podido desarrollarse, pues el mismo se ha centrado más en los aportes técnicos que en los lineamientos estratégicos, cabe añadir que la reconstrucción de esta trama histórica permite comprender mejor la afinidad existente entre la estrategia de desarrollo impulsada por el peronismo en 1973 y la prédica cepalina de ese momento. Así, debe mencionarse que el énfasis puesto en la promoción de las exportaciones industriales y, asociado a ello, en la integración económica latinoamericana–presente en los debates producidos durante los años sesenta entre los expertos locales, incluidos los del IIEF/CGE (Rougier y Fiszbein, 2006)–se hallaba enmarcado por las propuestas que la CEPAL venía instalando a escala regional desde principios de ese decenio (Bielschowky, 1998). Asimismo, es preciso apuntar que la emergencia de los debates sobre estilos de desarrollo, acaecida a fines de esa década, también tuvo lugar en la agenda del organismo (Grondona, 2016). Según se ha mostrado, el tercer gobierno peronista no se mantuvo ajeno a esas controversias (Pryluka y Coviello, 2018). Luego, no es casual que tanto la promoción de las exportaciones como el tema de los estilos de desarrollo hayan estado presentes en la agenda inicial de la CEPAL-Buenos Aires. En conclusión, la reconstrucción realizada no sólo resulta significativa para pensar la relación peronismo-CEPAL, sino que también brinda elementos para una mejor comprensión de la estrategia de desarrollo a la que apostó el peronismo en su retorno al gobierno.

Por último, cabe mencionar dos claves interpretativas que ofrece el significado histórico de esta trama en relación con cuestiones más generales. La primera refiere al ascendente que la CEPAL comenzó a ganar sobre la política económica argentina en la década de 1960, especialmente a partir del vínculo CONADE-CEPAL. En relación con ello, puede afirmarse que eseproceso fue coronado por lo acontecido durante el tercer gobierno peronista. Por su parte, la segunda clave se vincula críticamente con una suerte de “leyenda negra” acerca del Estado argentino. Se trata de un influyente abordaje de cuño neoinstitucionalista, que cuenta entre los déficits históricos de aquélla falta de un cuerpo burocrático relativamente autónomo y estable, y su relación con la ausencia de un proceso continuo y progresivo de acumulación de capacidades burocráticas (Sikkink, 1993). Aunque sería necio afirmar lo contrario, el caso aquí analizado permite hipotetizar que en el entramado de múltiples redes vinculares de expertos, tendidas a través de las porosas fronteras entre espacios estatales y extraestatales (organizaciones privadas, mixtas, organismos internacionales, etc.),fueron acumulándose diversos saberes específicos sobre vastos campos de acción del Estado, y capacidades ligadas a ellos. Unos y otras se habrían mantenido latentes, en relativa disponibilidad, a la espera de que los vaivenes políticos apelaran a su movilización. Según se considera, he allí una amplia línea de investigación que merece ser explorada.

Agradecimientos

Agradezco los valiosos comentarios de Marcelo Rougier, Juan Odisio, Martín Stawski y Ana Grondona, a quien debo, además, el interés por la temática abordada. Por supuesto, ninguno es responsable de los errores u omisiones que el artículo pudiera presentar.

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Notas

1 Esta imagen, usual en análisis centrados en la dimensión simbólica, puede vincularse al supuesto antiintelectualismo peronista, señalado por propios y ajenos. Véase, por ejemplo, Zanatta (2011).
2 Entre octubre de 2015 y mayo de 2018 se entrevistó a Luis Beccaria, Alfredo E. Calcagno, Leopoldo Frenkel, Carlos Leyba, Horacio Santamaría, Héctor Valle y Carlos Vilas.
3 Se trata de: “Informe preliminar acerca de la situación económica”, “Moneda sana o inflación incontenible” y “Plan de restablecimiento económico”. Estos tres documentos fueron publicados por la Secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación entre octubre de 1955 y enero de 1956.
4 Cabe aclarar que dicho grupo no estuvo exclusivamente integrado por expertos de la CEPAL. También colaboraron miembros de otros organismos internacionales: John Black por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y Richard Goode por el Fondo Monetario Internacional, a los que sumaron técnicos de la Organización Internacional del Trabajo ydel Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas de la Organización de Estados Americanos (CEPAL, 1959).
5 Ferrer entró a la ONU en 1949, donde retomó el contacto con Prebisch.
6 Según Prebisch, sólo se le ofreció retomar la docencia en la FCE-UBA (Sikkink, 1988).
7 Ésta fue la base del programa estabilización económica lanzado el 30 de mayo, tras la firma del Acta de Compromiso Nacional entre gobierno, empresarios y sindicatos (Rougier y Fiszbein, 2006).
8 Entre mayo de 1973 y octubre de 1974, Gelbard sirvió a cuatro presidentes: Héctor Cámpora, Raúl Lastiri, Perón y su viuda, María E. Martínez. Inicialmente nombrado secretario de Hacienda, fuedesignado ministro en agosto de 1973, tras un reordenamiento del gabinete.
9 “El Gabinete Económico Prosiguió Ayer con el Examen de Proyectos Pendientes de Sanción”, Clarín, 12/12/1973; “Postergan el Anuncio del Plan Trienal”, Clarín, 15/12/1973.
10 Cabe resaltar la sospecha introducida por De Pablo, quien señala: “no queda claro cuál es la relación que existió entre el Equipo Económico y los autores” del plan (1980, p. 44).
11 Este ingeniero agrónomo se vinculó tempranamente a la CGE por su actividad empresarial en la Federación de Productores de la Industria Forestal. Entre 1949 y 1951 se desempeñó como director de Economía Forestal de la Nación y, luego, como secretario de la Comisión Nacional de Bosques (1953-1957). También ocupó cargos políticos durante otros períodos; se destacasu nombramiento como secretario técnico de la Presidencia hacia el final del gobierno de Frondizi. Asimismo, trabajó como docente universitario y como economista para América Latina de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (CFI-IIEF/CGE, 1962; Seoane, 1998).
12 En ocasión de las elecciones de marzo de 1973, la democracia cristiana se fracturó. Su rama principal, el Partido Popular Cristiano, apeló una “apertura hacia el peronismo” (Leyba, 2010, p. 90).
13 El INPE absorbió la antigua Subsecretaría de Desarrollo y fue situado bajo el ala de la Secretaría de Programación y Coordinación Económica (Decreto N° 1.057).
14 “Se Creará un Comité de Planificación Económica”, Clarín, 23/09/1973; “Economía Propondrá las Pautas Para una Planificación en Etapas”, Clarín, 20/10/1973.
15 Aunque basadas en una reconstrucción histórica cuyas falencias serán oportunamente señaladas, Bernazza (2006) presenta algunas interpretaciones al respecto. Por su parte, Vercesi (2008) menciona raudamente la participación de técnicos cepalinos en el tercer gobierno peronista.
16 “El Gabinete Dispuso la Creación de un Comité para el Plan Trienal”, Clarín, 8/11/1973; “Técnicos de la CEPAL Trabajan en el Plan Trienal”, Clarín, 27/11/1973.
17 llia era el líder de la Unión Cívica Radical del Pueblo y Calcagno estaba asociado al ala opuesta del radicalismo, la Unión Cívica Radical Intransigente. En virtud de ello, se le solicitó la renuncia.
18 Calcagno consideraba que con un sueldo público no podría afrontar un crédito que había tomado.
19 “Técnicos de la CEPAL Trabajan en el Plan Trienal”, Clarín, 27/11/1973.
20 Sería interesante realizar un análisis comparativo de la relación que establecieron el gobierno de Salvador Allende y el tercer gobierno peronista con los saberes expertos vinculados a la planificación del desarrollo. Para un trabajo sobre la producción de Matus, véase Viedma (2018).
21 “Técnicos de la CEPAL Trabajan en el Plan Trienal”, Clarín, 27/11/1973.
22 Además, dictó clases en la UBA y en otras universidades latinoamericanas y asesoró a las oficinas de cuentas nacionales de Chile, Colombia, Nicaragua y Uruguay (AFICS-Argentina, 2013).
23 Los resultados fueron publicados en 1962 por el Instituto Di Tella bajo el título Relevamiento de la estructura regional de la economía argentina.
24 “El capital fijo renovable de la República Argentina en el período 1935-1955”, aparecido en el Nº 2 de la Revista de Desarrollo Económico, correspondiente al primer trimestre de 1959.
25 Vercesi (2008) y Grondona (2014) mencionan también a Calcagno.
26 En una interpretación muy próxima a la percepción de Hopenhayn sobre su propia participación, Bernazza (2006) asocia el asesoramiento cepalino a su figura, en función de su rol en el INPE durante 1973, es decir, cuando éste aún no había sido instituido.
27 Valle ingresó al CONADE en 1962 y realizó los cursos del ILPES durante 1965. Al retornar de Santiago, el gobierno dictatorial de la “Revolución Argentina” lo expulsó del organismo, al igual que a otros expertos que trabajaban allí. A fines de los años sesenta, cuando el CONADE fue reimpulsado, asumió la Dirección de Planeamiento Global, cargo en el que continuó desempeñándose después de la investidura presidencial de Cámpora. No obstante, entonces se hallaba de licencia, haciendo un posgrado en Francia. Volvió en septiembre de 1973 y se incorporó de inmediato a los equipos de trabajo relativos a la elaboración del Plan Trienal (Entrevista a Héctor Valle, 2/11/2015).
28 Tras la renuncia de Ferrer al ministerio bonaerense, Calcagno se fue a París para cursar en la Fondation Nationale de Sciences Politiques, donde se graduó con el trabajo titulado Les organismes de développement économique régional en France. Su traducción fue publicada por el CFI en 1963.
29 Impreso el Plan Trienal, D’Adamo señaló la falta de un “ingrediente político fuerte”. Atendiendo a esa consideración, Calcagno redactó una suerte de declaración de principios, que fue incluida antes del índice del documento (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 10/10/2014 [realizada por Ana Grondona]). Es probable que se haya tratado de una de las modificaciones que Perón solicitó respecto del texto que Gelbard le entregó el 11 de diciembre.
30 Santamaría sostiene que su labor se apoyó en Noriega y en Luis Beccaria (entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017). A comienzos de los años sesenta, el primero, economista de la FCE-UBA, fue empleado por el CFI y, luego, por el CONADE. En 1965 viajó a Santiago para una formación en la CEPAL y, tras volver al país, interrumpió su labor en el CONADE para ir a trabajar a la Organización Europea para la Cooperación y el Desarrollo, en París. Al regresar a Buenos Aires se incorporó al INDEC. Tiempo después, retornó a Chile para sumarse a la CEPAL-Santiago, donde permaneció un lapso muy corto, ya que fue convocado por el gobierno peronista (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/1988). Debe advertirse que esa convocatoria fue previa a la del equipo cepalino, pues, para agosto de 1973,Noriega ya ocupaba la Dirección del INDEC (Decreto N° 347). Por su parte, Beccaria, un joven economista de la FCE-UBA que había colaborado a fines de los años sesenta con una publicación del IIEF/CGE y que se incorporó al INDEC a mediados de 1973, fue quien llevó la relación operativa del organismo con los técnicos cepalinos (Entrevista a Luis Beccaria, 01/09/2017).
31 Cabe apuntar que, en ese entonces, el gobierno celebró un convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo (Técnicos de la CEPAL Trabajan en el Plan Trienal”, Clarín, 27/11/1973; “Anuncian un Convenio Entre Argentina y el BID”, Clarín, 17/12/1973).
32 “La Contribución de Técnicos de la CEPAL en el Plan Trienal”, Clarín, 28/11/1973.
33 “La Contribución de Técnicos de la CEPAL en el Plan Trienal”, Clarín, 28/11/1973.
34 “El Gabinete Económico Prosiguió Ayer con el Examen de Proyectos Pendientes de Sanción”, Clarín, 12/12/1973.
35 “No se podía pedir ayuda a Naciones Unidas porque mandaban a un sueco que se demoraría un año en saber cómo funcionaba la Argentina. Entonces ahí vinimos y se terminó el plan” (Entrevista a Alfredo E. Calcagno, 10/10/2014 [realizada por Ana Grondona]).
36 “Si hubiese sido una época con precios internacionales de tendencia, quizás no hubiese sido necesario el enorme esfuerzo” (Entrevista a Horacio Santamaría, 30/03/2017).
37 “Economía y Estadística”, Clarín, 22/10/1973; “Técnicos de la CEPAL Trabajan en el Plan Trienal”, Clarín, 27/11/1973.
38 Calcagno le abrió las puertas de su casa, originando una relación duradera que llevaría a Vilas a trabajar en la CEPAL-Buenos Aires. Cabe agregar que ese vínculo se entabló mediante la amistad que ambos mantenían con Arturo Sampay, emblema de la reforma constitucional peronista de 1949.
39 El exilio de expertos argentinos vinculados a la planificación del desarrollo durante la segunda mitad de los años sesenta y las políticas de renacionalización que impulsó el tercer gobierno peronista son dimensiones interesantísimas que, sin dudas, exigen estudios específicos.
40 Calcagno destaca la importancia que tuvo Sampay en su acercamiento al peronismo.
41 “Juan Perón y Fidel Castro: dos ideologías y dos estilos distintos ante el Tercer Mundo”, Clarín, 08/09/1973.
42 La radicalización política que envolvió al retorno del peronismo no se tradujo en el programa económico. Ésta asumió inmediatamente un carácter “reformista” (De Riz, 1987; Di Tella, 1985).
43 Esto no impidió que los peronistas “históricos” ocuparan algunas posiciones en el nuevo gobierno. Por ejemplo, Gómez Morales fue designado al frente del BCRA (Rougier y Fiszbein, 2006).
44 Estos aspectos se arrastraban desde la formación en 1970 del agrupamiento multipartidario “La Hora del Pueblo” y habían cristalizado dos años más tarde, con la firma de las “Coincidencias programáticas del Plenario de Organizaciones Sociales y Partidos Políticos”.
45 “Continuaron las Consultas Referidas al Plan Trienal”, Clarín, 25/01/1974.
46 La continuidad de los técnicos que habían trabajado en las oficinas de planeamiento durante la dictadura puede interpretarse en un sentido afín, pues se dio a pesar de los denotados esfuerzos del peronismo por despegarse de la herencia militar (Coviello, 2016).
47 Nótese la similitud del exilio de García con el de otros expertos mencionados, en particular, aquellos que, como Santamaría y Noriega, trabajaban en el CONADE cuando éste fue descabezado en 1966.
48 Otros de esos grupos fueron la Organización para el Encuadramiento de Profesionales Justicialistas y el Comando Tecnológico Peronista.
49 Con preguntas afines a las de este artículo, aunque centradas en un área de expertise distinta, Grondona menciona la colaboración de la CEPAL como parte de la preocupación del peronismo por articular con el discurso experto de “línea tecnocrático desarrollista” (2014, p. 48).
50 “A la gente de la CEPAL la trajimos nosotros” (Entrevista a Carlos Leyba, 21/10/2015).
51 “El Gabinete Económico Prosiguió Ayer con el Examen de Proyectos Pendientes de Sanción”, Clarín, 12/12/1973.
52 A raíz de la consulta realizada para esta investigación, éste y otros documentos relativos a la creación y a la actuación de la Oficina CEPAL-Buenos Aires han sido puestos a disposición en el siguiente link: https://cepal.libanswers.com/friendly.php?slug=faq/132466.
53 Respecto de tal “encanto”, apúntese que los vínculos internacionales suelen actuar en los países periféricos como principio de jerarquización para la producción de saberes (Neiburg y Plotkin, 2004a).
54 Debe añadirse que, hacia 1974, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, otra institución clave para el pensamiento de la región, no sólo abrió una sede en Buenos Aires sino que, además, mudó a esa ciudad su secretaría general, hasta entonces sita en Santiago. Asimismo, es preciso añadir que la Argentina dio asilo a numerosos exiliados de la dictadura chilena (“Fue acordado asilo a refugiados chilenos”, Clarín, 22/09/1973).
55 Aunque no es posible detenerse en ello, debe apuntarse que el titular del BCRA, Gómez Morales, tenía sendas diferencias con el equipo de Gelbard (Entrevista a Carlos Leyba, 21/10/2015).
56 Tras el golpe militar, Calcagno consiguió ser enviado a Ginebra para trabajar en la UNCTAD, quedando Cibotti al frente de la CEPAL-Buenos Aires.
57 El último fue uno de los temas adoptados por la CEPAL en esos años (Bielschowky, 1998).
58 Calcagno estaba muy interesado en esta cuestión íntimamente ligada a los debates sobre estilos de desarrollo. De hecho, había realizado algunos trabajos en Chile junto a su amigo Oscar Varsavsky. Destacado promotor de esos debates, este científico argentino multidisciplinario ofició como consultor de la CEPAL tanto en Santiago como en Buenos Aires, y formó parte del Consejo Tecnológico de Rolando García (Fernández Pardo y Frenkel, 2004; Grondona, 2016). Luego, no es casual que la resonancia de los debates sobre estilos de desarrollo haya sido rastreada en el programa económico del tercer gobierno peronista (Grondona, 2014; Pryluka y Coviello, 2018).
59 De un modo afín, y aunque con las falencias señaladas, Bernazza afirma que el “desencuentro histórico entre Perón y Prebisch” halló en torno al Plan Trienal un “salvoconducto” (2006, p. 131).

Recepción: 10 Octubre 2018

Aprobación: 04 Febrero 2019

Publicación: 2 septiembre 2019

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