Sociohistórica, nº 47, e124, marzo - agosto 2021. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Dossier

Presentación del dossier Usos de la Historia para investigar problemas sociales

Victoria Haidar

CONICET-Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales-Universidad Nacional del Litoral, Argentina
Mariela Rubinzal

Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales Litoral, CONICET- Universidad Nacional del Litoral, Argentina
Laura Schenquer

Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales Litoral, CONICET- Universidad Nacional del Litoral, Argentina
Cita recomendada: Haidar, V, Rubinzal, M. y Schenquer, L. (2021). Presentación del dossier Usos de la Historia para investigar problemas sociales. Sociohistórica, 47, e124. https://doi.org/10.24215/18521606e124

El presente dossier reúne un conjunto de trabajos que constituyen reescrituras de textos elaborados, hace ya más de un año, a partir de una encuesta que tenía el propósito de provocar una situación de reflexividad acerca de las metodologías que orientan producciones que, aunque muy disímiles entre sí, tienen algo en común: se sirven de la historia para investigar problemas sociales.

La referida encuesta, que hicimos llegar vía correo electrónico a colegas politólogos/as, historiadores y sociólogos/as de distintas universidades nacionales, incluía las siguientes preguntas:

  1. 1. ¿Qué metodología inspira / orienta sus investigaciones? ¿Cuál de sus trabajos entiende se encuentra más próximo a ella?
  2. 2. ¿Qué concepto prefiere para definir el objeto de sus investigaciones? ¿Qué otros conceptos utilizaría si le faltara, en su vocabulario, aquel que prefiere?
  3. 3. ¿Qué criterios utiliza para seleccionar y organizar los textos –considerados en un sentido amplio– con los que trabaja?
  4. 4. ¿Qué temporalidad o temporalidades atraviesan sus investigaciones? De ser más de una, ¿cómo se relacionan en sus trabajos? ¿A través de qué conceptos?
  5. 5. ¿A qué espacio u espacios refieren, en forma privilegiada, sus investigaciones? En el caso de trabajar con una pluralidad de espacios, ¿qué conceptos utiliza para ponerlos en relación?
  6. 6. ¿Qué lugar ocupan en sus investigaciones categorías como las de clase/género/raza?
  7. 7. ¿Qué implica y dónde reside, desde su perspectiva y experiencia, la "rigurosidad" en sus investigaciones?"
  8. 8. ¿En su experiencia, qué lugar tiene la creatividad en el diseño y desarrollo del proceso de investigación?

Al diseñarla pretendimos generar un contexto de reflexión, que inicialmente imaginamos desplegándose en dos instancias: una de escritura / reflexión personal, que cada investigador/a acometería a la distancia, en el tiempo que estipulamos para responder el cuestionario; y otra instancia de oralidad / reflexión colectiva, de la que todos los encuestados/as participamos en forma presencial, en el marco de una reunión, que dimos en llamar “Conversación sobre los usos de la historia para investigar problemas sociales”,organizada por tres equipos de investigación, con sede en el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (IHUCSO) y en el Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, ambos de la Universidad Nacional del Litoral, tal encuentro tuvo lugar el 4 de diciembre de 2018 en la ciudad de Santa Fe.

Así, apostamos a que el cuestionario funcionara, a la distancia, como disparador de una “ojeada retrospectiva” del quehacer de cada cual, relativamente libre pero estratégicamente guiada. “Relativamente libre”, porque, entre las preguntas que hicimos llegar a las colegas y los colegas incluimos, sin establecer ningún tipo de prioridad, un abanico de tópicos que, pensamos, cartografían el clima de debates en las que el trabajo de las investigadoras e investigadores se inscriben. De tal clase de tópicos dan cuenta expresiones como “giro descolonial”, “estudios de género”, “teorías de la recepción”, “cuestión de la raza”.

“Estratégicamente guiada”, porque diseñamos los interrogantes para que, en la reconsideración de lo hecho, se enfocaran los aspectos relativos a los presupuestos, condiciones y perspectivas epistemológicas, teóricas y metodológicas de la investigación que cada cual desarrolla y se desenfocaran los aspectos concernientes a “lo que” efectivamente se investiga (problemas, temas, cuestiones).

La decisión de priorizar lo que (a falta de una expresión capaz de englobar el tipo de consideraciones acerca del propio trabajo, que esperábamos encontrar en las respuestas) preferimos denominar, de manera amplia, la dimensión “meta” de las investigaciones tenía una motivación, que, cuando pusimos a rodar con las colegas y los colegas la idea de organizar una “reunión académica”–usando como pretexto las respuestas dadas a un cuestionario–, no ocultamos. A contramano de la tendencia dominante hacia la organización de “burbujas” cada vez más especializadas de reflexión, pretendimos generar un diálogo entre las diferentes perspectivas de investigación sociohistórica que orientan los trabajos de las participantes y los participantes que asistieron a la reunión en la Universidad Nacional del Litoral, a saber: la historia intelectual y de los intelectuales, la historia política y cultural, la historia reciente, los estudios sobre memoria y la sociología histórica de las problematizaciones, a partir de los cuales aparecieran tanto las “semejanzas” como las “diferencias” que existen entre ellos.

Recibimos textos heterogéneos, en los que las consideraciones relativas a los aspectos “meta” aparecen entremezcladas con las referencias a los problemas particulares que se desprenden de los diferentes objetos de estudio, y que, si bien incluyen desarrollos hilvanados por un hilo narrativo (sobre todo en las respuestas que se dieron a la pregunta 1), invitan a ser leídos de manera “fragmentaria”. En ellos, a su vez, las experiencias y las labores en líneas de estudio alternativas muestran cómo aun desde perspectivas disciplinarias diferentes hay elecciones/opciones comunes, y, por otra parte, bajo anclajes/teorías/metodologías similares, las variantes de indagación son de lo más diversas.

Testimonio de una instancia de reflexión que supera las expectativas de las organizadoras de la reunión, este dossier ofrece una visión coral para lectoras y lectores dispuestos a sumergirse en las aguas profundas y engorrosas de la investigación, para quienes estén dispuestos a identificar distintas modalidades de trabajo, revisar las propias, e incluso reconocer su propio trabajo en más de una de ellas.

A continuación, nos referiremos en forma breve a los textos que lo componen: en el trabajo de Luciano Alonso se apela a la imagen del “trasvase” de conocimientos entre diferentes campos y saberes para explicitar el oficio de un investigador, que conjuga el ejercicio de la docencia universitaria en historia europea y desarrolla pesquisas en problemáticas de la historia argentina reciente. Entre los temas que más persistentemente/obsesivamente ha indagado se encuentran: los procesos represivos, las luchas por los derechos humanos y la formación de movimientos sociales, y la intersección entre cultura y política que dio lugar a la configuración del campo artístico en Santa Fe. En sus investigaciones, Alonso combina conceptos, teorías y métodos provenientes de campos disciplinarios diferentes. Ocurre que suscribe a la idea de que la distinción de teorías por disciplina no es más que una convención: “no habría una distinción clara entre –por ejemplo– métodos históricos y sociológicos, que están derivados mayormente de tradiciones disciplinares diferentes más que de propuestas teóricamente contrastadas, y que entonces sería deseable articular metodologías de distinta adscripción disciplinar”.

Sergio Morresi advierte que la relación de la ciencia política con la historia fue tradicionalmente esquiva. Así, mientras referentes consagrados de ese campo desaconsejaban el uso del método histórico, otros proponían emplearlo de manera muy acotada. A contrapelo de esa tradición, el autor se inclina por el uso politológico de la historia. El recorrido intelectual que la contribución de Morresi repasa–en el que no falta una tesis sobre el liberalismo clásico, ni un estudio relativo a los contextos de enunciación y recepción de las ideas de neoliberales y libertarianos, ni un lúcido y precoz análisis del Partido Propuesta Republicana (PRO)– permite observar cómo tal opción fue tomando cuerpo en su investigación. Ciertamente, las investigaciones del autor muestran que la perspectiva politológica y la historia pueden combinarse provechosamente. Tal entrecruzamiento, no obstante, abre otros interrogantes, que el texto nos invita a formular: ¿cuándo se está en el terreno de la historia reciente?, ¿cuándo se formula una pregunta desde la sociología política?,o ¿cuáles son las preguntas y herramientas propias de la ciencia política?

En esta misma línea, José Zanca, historiador del catolicismo, señala que este campo de estudios fue tradicionalmente abordado por disciplinas bien demarcadas (tales como la sociología, la antropología, la historia, y dentro de estas, la historia de la ideas, los estudios culturales, entre otras). En cada una de estas disciplinas funcionaron “prescripciones” a nivel metodológico y conceptual, que implicaron el despliegue de líneas o tradiciones de investigaciones específicas. Independientemente de ello, señala el autor, es viable observar las metamorfosis vinculadas transversalmente, tales como el impacto del giro subjetivo en las diferentes áreas de conocimiento y el desplazamiento del foco de las instituciones a las experiencias y prácticas situadas. En su texto, allí donde aparece su opción por una historia de los intelectuales, Zanca vuelve a abogar por una serie de prescripciones que funcionan como instancias organizadoras del proceso investigativo.

Ana Grondona, desde la sociología y anclada en la historia, en los últimos años se ha ocupado de explorar los modos en que aparece problematizada la cuestión racial en los textos de Gino Germani.Se concentra en las lógicas de selección/organización de los documentos/fuentes de trabajo, en los problemas de traducción o circulación de las obras en un sentido Norte-Sur (centro-periferia), pero también–dice la autora–, Sur-Norte. Lo hace para–sobre todo desde estas líneas– plantear, entre otras cuestiones, cómo evitar “jugar dentro de los límites de lo ya sabido”, si en los manuales de investigación científica –y mucho más allá de ellos, en los sistemas de evaluación científica– se celebra la delimitación del corpusprevia a la indagación.

A esta misma discusión apunta el texto de Florencia Levín. La historiadora, especializada en los procesos sociales de semantización de experiencias históricas traumáticas en la historia reciente argentina, suscribe al planteo de Grondona. Señala que la delimitación del corpus no solo forma parte del propio proceso de investigación (de lo contrario, señala, podría cometerse el error de presuponer una “existencia empírica” del objeto de estudio), sino que, además, advierte sobre la necesidad de ir ajustando la metodología a medida que se avanza en la pesquisa, ya que entiende que el fin es alcanzar “una coherencia entre empírea y teoría”. En función de ello, Levín explora una serie de cuestiones –que podríamos ubicar en el plano de la “meta-investigación”– a través de las que incita a los lectores/investigadores a abandonar los criterios de clasificación más clásicos (e.g. entre “lo nativo” y “lo erudito”, y entre discursos “de primer y segundo grado”), para convertir la posibilidad de conocimiento en un actuar “performativamente, transformando las consecuencias que los fundamentos ontológicos de sus condiciones de posibilidad le imponen”.

Asimismo, en este dossier se encuentran los trabajos de Mariela Rubinzal y Martín Vicente. Sus textos comparten el desarrollo de genealogías largas, que exponen los modos, más y menos laberínticos, de alcanzar sus actuales objetos de indagación, y que nos animamos a presentar en clave comparativa, ya que ambos se toparon con el problema del totalitarismo. Mariela Rubinzal, historiadora, identifica el concepto de industria cultural, que en el siglo XX volvió inescindible el vínculo entre arte y política. Traza un linaje de esa relación, que nos lleva desde la ya clásica obra Dialektik der Aufklärung, en la que se desgrana la dimensión política de la cultura en clave de manipulación totalitaria de las masas. Pasa luego al reconocimiento de la cultura por sectores nacionalistas argentinos que en la década de 1930 exploraron nuevas herramientas para difundir sus ideas y disputarle a la izquierda las masas. Una lectura muy atenta de fuentes primarias le permite demostrar la convergencia entre el aumento de la participación política y el consumo de productos culturales masivos en una ciudad de rango medio como Santa Fe, durante la Primera Guerra Mundial. Así, la industria cultural es expuesta a vicisitudes que van arrimando claves de lectura completamente diferentes.

Por su parte, Martín Vicente, politólogo y doctor en Ciencias Sociales, analiza intelectuales, a los que identifica como“liberal-conservadores”, y, sobre todo, a los que define por su pertenencia común al campo antitotalitario. Al igual que Rubinzal, explicita el recorrido de sus indagaciones, iniciadas en su trabajo acotado sobre una publicación–los intelectuales en la Revista Argentina de Ciencias Políticas y en el reformismo liberal del Centenario– para, en un segundo momento, encarar un proyecto de indagación institucional sobre las relaciones entre los intelectuales liberal-conservadores y la última dictadura militar argentina. Actualmente realiza un trabajo muy ambicioso sobre el impacto de la Guerra Fría en las construcciones antitotalitarias, en un marco temporal que va desde 1945 a 1991. A partir del reconocimiento de las diferencias, ya no disciplinarias, sino de tradiciones o corrientes de investigación, señala su opción por la triada Historia Intelectual, Historia Política e Historia Cultural, a las que va incorporando en diferentes momentos de investigación.Estas disciplinas, más que un análisis discursivo, siempre le permitieron realizar una apuesta a favor del reconocimiento de los modos en que las ideologías son puestas en acto.

Este dossier se cierra con el trabajo de Victoria Haidar, doctora en Ciencias Sociales, especializada en lo que ha optado por llamar estudio sociohistórico de las problematizaciones, de acuerdo al método de inspiración foucaultiana. El texto de Haidar se concentra en una serie de estrategias/instancias/pasos, que presenta a modo de recorrido,con la paradójica intención de “reencontrar” –y a la vez construir– el objeto de indagación.Parte de una situación de pregunta (y no desde un concepto), pasa por la idea de que dicha pregunta surge de un salto o disrupción (que, tal vez, únicamente note el/la investigador/a capaz de reconocer en un mundo conocido una extrañeza), hasta el proceso de conexión de esa pregunta con un “linaje de problemas”. Haidar enfatiza el modo en que estas vinculaciones responden a un trabajo de engarce en el que lo relevante no es hallar la cita, la proximidad temporal o geográfica para conectar conceptos/discursos/textos, sino que las proximidades se establecen a partir del hallazgo de semánticas, estilos de escritura, formas de plantear problemas y de organizar las respuestas a tales problemas afines, que pueden encontrarse en diferentes períodos históricos y territorios.

Como cierre de esta introducción, vale la pena mencionar tres afinidades o confluencias, que emergieron de manera tanto “espontánea” como sorpresiva. Entre tales consonancias, que, conjeturamos, exhiben un clima de época, se encuentra, en primer lugar, la reflexividad acerca del trabajo con las fuentes (principalmente orales, pero también escritas), y al modo en que ello se conecta con la producción de sentidos en los que se entrecruzan los registros, disímiles de las “verdades”, las “ideologías” y los “imaginarios”. Tanto los trabajos que hacen referencia al uso de entrevistas, como los que muestran el empleo de biografías y escritos que traducen las visiones de mundo de los sujetos estudiados, exploran las particularidades que tiene el conocimiento generado a partir de tales fuentes. Sus autores/as, advertidos/as sobre los riesgos de las ilusiones biográficas y otros problemas abordados en los estudios de memoria, conciben estrategias para ir en busca de relatos “verdaderos”, a falta de un término más adecuado. Lejos de la verdad positivista, muestran cómo esos relatos –parciales, limitados, mediados por la ideología y que jamás son transparentes– permiten acceder a un mundo de visiones, interpretaciones e imaginarios, que, al igual que las prácticas, crean el hecho social.

En segundo lugar, es posible observar un clima de época signado por un “giro cultural”, que, junto al pluralismo conceptual, la superposición de temporalidades, la interdisciplinariedad y la condición abierta de los resultados científicos, asume diferentes formas. Así, la producción de conocimientos situados reacciona ante los determinismos pretendidamente universalistas y bucea en los intersticios de lo social identificando las marcas que permiten decodificar el sentido y las particularidades de las configuraciones/problematizaciones históricas. De esta forma –tal como se vislumbra en los textos de este dossier–, se abren nuevas formas de acceder a las experiencias de los sujetos, de construir los dominios discursivos, de descomponer las instituciones, las tradiciones e identidades, que, lejos de aparecer como estructuras monolíticas, se muestran atravesadas por condiciones, creencias, antagonismos, resignificaciones y quiebres. La asunción del impacto de la variable cultural, tanto en lo que atañe al objeto histórico como a las condiciones del propio investigador/a, ha promovido el juego de una serie de variables anteriormente desestimadas por su “inestabilidad” desde el discurso tradicional de la ciencia.

En tercer lugar, otro de los acordes a los que arriban las contribuciones aquí reunidas está dado por la producción de objetos, que, lejos de dejarse encasillar en una única temporalidad, combinan varias temporalidades. La pluralidad a la que nos referimos alude tanto a la escansión “pasado, presente y futuro”, que organiza nuestra experiencia “vivida / sentida” de la historia, como a la idea de que la dimensión temporal de la existencia puede concebirse de diversas formas, no todas reconducibles a la cronología. Establecer relaciones entre el “presente” y uno o varios “pasados” constituye, para gran parte de los/as autores/as que participan de este dossier, un modo de generar conocimiento en el que unas disciplinas de base (se trate de la “ciencia política”, la “historia” o la “sociología”) resultan contaminadas por otras, cuando no desquiciadas. Esto último es lo que, al menos como posibilidad, insinúan los aportes que versan sobre pasados que no terminan de pasar y presentes cuya singularidad es el saldo de la diferencia con otros varios pretéritos.

Junto con la noción tradicional de “duración”, varios de los trabajos resultan sensibles a otros registros de la temporalidad, como, verbigracia, lo“accidental” y lo “simultáneo”, y a otras maneras, ni lineales ni progresivas, de entender el movimiento temporal. Como consecuencia, se producen estudios atentos a las discontinuidades, las reversiones y la retroacción en la historia.

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