Sociohistórica, nº 48, e140, septiembre 2021 - febrero 2022. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Artículos

Los anarquistas rusos de Golos Truda a mediados de los años ‘20

Augusto Piemonte

Universidad de Buenos Aires.
Universidad de San Martín.
CONICET, Argentina
Cita recomendada: Piemonte, A. (2021). Los anarquistas rusos de Golos Truda a mediados de los años ‘20. Sociohistórica, 48, e140. https://doi.org/10.24215/18521606e140

Resumen: Un grupo de inmigrantes rusos anarquistas dio forma en 1917 a la Federación de Organizaciones Obreras Rusas de Sudamérica. Pese a su importancia para la historia de la inmigración y del anarquismo en la Argentina, la actividad de este grupo no resultó objeto de estudio. Este artículo tiene por objetivo recuperar y analizar la postura política plasmada en la actividad editorial de este grupo específico de inmigrantes a través de la lectura sistemática de Golos Truda, su órgano de prensa. Entre sus páginas primó el rechazo al comunismo soviético, con especial énfasis al control de los soviets ejercido por el estado y a la cruenta persecución de que fueron destinatarios los anarquistas a manos de los bolcheviques. Creado por y para anarquistas rusos en el exilio sudamericano, el periódico conservó una identidad política muy marcada, siendo su principal preocupación la situación de los anarquistas en la Rusia soviética y no el desarrollo del anarquismo en Sudamérica.

Palabras clave: Golos Truda, Federación de Organizaciones Obreras Rusas de Sudamérica, Inmigración rusa, Anarquismo.

Russian anarchists of Golos Truda in the mid-20s

Abstract: A group of Russian anarchist immigrants formed the Federation of Russian Workers’ Organizations of South America in 1917. The activity of this group, despite its importance for the history of immigration and anarchism in Argentina, was not studied. This article aims to recover and analyze the political stance embodied in the editorial activity of this specific group of immigrants through the systematic reading of Golos Truda: its press. Among its pages prevailed the rejection of Soviet communism, with special emphasis on the control of the soviets exercised by the state, and on the fierce persecution of the anarchists at the hands of the Bolsheviks. Created by and for Russian anarchists in South American exile, the newspaper retained a very strong political identity, the main concern being the situation of anarchists in Soviet Russia and not the development of anarchism in South America.

Keywords: Golos Truda, Federation of Russian Workers Organizations of South America, Russian Immigration, Anarchism.

Introducción

En 1919 tuvo lugar en Argentina el inicio de una gran oleada inmigratoria, impulsada por la reactivación de la economía y alentada por las cuotas migratorias establecidas por Estados Unidos entre 1921 y 1924 (Devoto, 2007, p. 546). Durante gran parte del siglo XIX, la Argentina había sido percibida por los rusos como un país sumido en interminables guerras fratricidas, lo que hacía de él un destino muy inseguro (Buinova, 2017, p. 50). Esta situación se vio revertida al despuntar la década de 1880, momento en que el país pasó a convertirse en el principal foco de atracción para los migrantes rusos. La población argentina se componía en ese entonces por un 30 % de extranjeros (Beck, 2006, p. 102), porcentaje dentro del cual los rusos constituyeron el cuarto grupo nacional más numeroso en llegar al país entre 1881 y 1914.1 Solamente en este último año llegaron a ingresar al país alrededor de 93.000 rusos (Di Liscia y Fernández Marrón, 2009, s/p.). Si bien muchos encontraron empleo en actividades agrícolas (Koublitskaia, 2011, s/p.), el 57 % de los inmigrantes rusos pasó a residir en espacios urbanos (Devoto, 2007, p. 295).

Fue en varios de estos centros urbanos donde, a partir de la interrelación entre diversas uniones de obreros rusos, surgió la Federación de Organizaciones Obreras Rusas de Sudamérica (FOORSA). Esta contabilizaba solo en la Argentina cerca de 15.000 miembros para 1917, el año de su fundación. No se dispone de datos cuantitativos sobre la cantidad de miembros que la federación reunió en los demás países de América del Sur, aunque es de esperar que hayan sido menos que en Argentina, dado que se trató con diferencia del principal país receptor de inmigrantes rusos en la región, y que fue allí donde las formas de organización gremial y política se encontraban más desarrolladas. Conformada a partir de la unión de varios nucleamientos rusos diseminados a lo largo del país (Ciudad y Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Comodoro Rivadavia, General Roca), FOORSA radicó su base de operaciones en Buenos Aires. La flamante federación editó un periódico propio, Golos Truda (La Voz del Trabajo). El primer número fue publicado el 5 de junio de 1918 y su lugar de edición fue siempre Buenos Aires, con excepción del período transcurrido entre noviembre de 1919 y septiembre de 1921, en el cual el periódico trasladó su oficina y su imprenta a Montevideo. El cese de las actividades de FOORSA tuvo lugar a mediados de 1930 y fue acompañado por el cierre de su órgano, que en junio de ese año lanzó su último número.

La disponibilidad de Golos Truda se reduce a una limitada cantidad de ejemplares dispersos en diversas bibliotecas de Buenos Aires, Amsterdam, Stanford y –principalmente– Moscú.2 La Biblioteca Pública Estatal Histórica de Rusia (Gosudarstvennaia Publichnaia Istoricheskaia Biblioteka Rossii) llevó a cabo la digitalización de 37 números regulares publicados entre agosto de 1923 y agosto de 1926, más un boletín del 8 de noviembre de 1924. Aunque limitada a los años intermedios de la década de 1920, la puesta a consulta abierta al público general de este acervo a través de su sitio web (http://elib.shpl.ru/ru/nodes/9846) resulta de la máxima importancia para recuperar algunos de los posicionamientos y preocupaciones más salientes de FOORSA y que dieron forma a la publicación periódica más longeva del anarquismo ruso en Sudamérica. Mucho más atento al devenir histórico de Rusia que a los acontecimientos sudamericanos, entre sus páginas primó un rechazo recalcitrante al comunismo soviético. El periódico se opuso con especial énfasis al control de los soviets ejercido por el estado y denunció en forma recurrente la cruenta persecución de que fueron objeto los anarquistas a manos de los bolcheviques.

Pese a su importancia para la historia de la inmigración y del anarquismo en la Argentina, la actividad del nutrido grupo de anarquistas rusos en Sudamérica no resultó objeto de estudio per se. La historiografía existente se vio volcada desde su primera sistematización a fines de la década de 1950 hacia la migración europea, pasando en los últimos treinta años a concentrar mayor atención también en torno de las migraciones masivas provenientes de los países limítrofes (ver Domenech y Pereira, 2017) y no limítrofes, pero de la región (tal el caso de Perú. Ver Trpin y Jardim, 2015, p. 138). Aunque han sido ignorados, los diversos y antagónicos grupos que dieron forma a la colectividad rusa en la sociedad argentina llevaron adelante una intensa actividad en el campo de la cultura política, que se tradujo en una fuerte vocación editorial. Por medio del empleo de publicaciones periódicas expusieron sus ideas y proyectos, interpelando algunas veces a la población argentina, otras a sus compatriotas y algunas veces a ambas nacionalidades. En todos los casos, la posición frente a la Revolución Rusa y su desarrollo histórico emergió como un factor clave para la definición ideológica de cada uno de los grupos de inmigrantes rusos en la Argentina (Dement’ev, 2018). Tal fue el caso de los anarquistas de origen ruso, sobre quienes este artículo intenta recuperar una parte central de su historia.

Un proyecto para la formación teórica plagado de complicaciones

Compuesta como lo estaba por asalariados, FOORSA se concebía a sí misma como una organización de trabajadores. No obstante, declaraba no ser, en términos de la actividad desarrollada, una organización de clase, sino una organización cultural-educativa y revolucionaria (“Po voprosu – Peresmotr Ustava i Deklaratsii Federatsii”, Golos Truda, 8/3/1926, año 8, N° 260, p. 1). La federación afirmaba buscar la abolición de las clases a través del trabajo cultural, educativo y revolucionario, mientras que su declaración de principios se centraba en el concepto de lucha de clases. Era por esto que veían necesario modificar la Declaración para que no diera lugar a una propaganda errónea. En opinión de FOORSA, las derrotas sufridas por los trabajadores cada vez que se habían enfrentado al capital se debían a una falta de reconocimiento respecto de sus objetivos finales de clase y de los medios que eran requeridos para alcanzarlos. La Declaración sugería que los trabajadores acabarían comprendiendo sus verdaderos intereses, pero para ello debían organizarse previamente como clase. La conciencia de los trabajadores se erigía en la condición primera para la lucha por mejoras y su triunfo.

Cuando tuvo lugar su creación en 1917, FOORSA había asumido un objetivo principal: promover el desarrollo cultural y revolucionario de las masas trabajadoras en general y de los inmigrantes rusos en particular. Aseguraba que el trabajo en la dirección trazada, si bien lento y a veces intermitente, era conducido de manera constante (“Vozzvanie Isp. Kom. Federatsii”, Golos Truda, 23/8/1924, año 7, N° 221, p. 1). Dado el lugar central que el anarquismo ruso adjudicaba a la autoeducación, además de editar un periódico, FOORSA publicaba desde sus inicios una gran cantidad de libros y folletos. La acción editorial era una de las actividades tradicionales impulsadas por el anarquismo y el socialismo, y fue asumida también más tarde por el naciente comunismo (ver Lobato, 2009, pp. 83-85). En efecto, los anarquistas en la Argentina contaban con una amplia trayectoria, forjada sobre todo en la década de 1890, en la empresa de “publicar una literatura de tipo ideológico, político y educativo no editada habitualmente por las empresas editoriales y que tampoco figuraba en los anaqueles de las librerías corrientes” (Suriano, 2001, p. 114). Como parte de este programa de iluminación cultural, se dejaba asentado que la literatura revolucionaria era condición sine qua non para la formación de obreros activistas, pero por sí sola no suficiente para avanzar en el autodesarrollo hasta los límites esperados. Era por ello que también se requería la difusión de una literatura de corte científico referida a diversas ramas del conocimiento (ver Barrancos, 1996). El costo de los libros debía ser abonado en efectivo al momento de su adquisición, dado que la federación no contaba con recursos materiales para otorgarlos gratuitamente.

Entre los libros y folletos publicados por FOORSA se encontraban: Pan y voluntad, Asistencia mutua como factor de evolución, Ética, A los jóvenes, de Piotr Kropotkin; Entre secretos y maravillas y Cartas a los lectores sobre la autoeducación, de Nikolai Rubakin, La sociedad moribunda y la anarquía de Jean Grave; Kronstadt en la Revolución Rusa de E. Iarchuk; La edad de la razón de Thomas Paine; Entre campesinos de Errico Malatesta; Economía política, La pena de muerte, Lo dijo Bakunin de Apollon Karelin, El anarquismo asociativo de L. Chernyi; La hija del herrero (poema) de S. S. Mikhailov, “Ciencia para obreros” (en ucraniano) (Golos Truda, 23/8/1924, año 7, N° 221, p. 4). FOORSA recibió para su venta las obras Los fundamentos sociales de la cooperación de Mikhail Tugan-Baranovsky; Sobre el ideal social de P. I. Novgorodtsev; La sustancia y sus secretos. Cómo se construye el universo a partir de diferentes cosas de N. A. Rubakina; Movimiento perpetuo. La historia de la energía con ilustraciones (iba por una segunda edición) (Golos Truda, 4/4/1925, año 8, N° 247, p. 4). Además, la Federación distribuía El Peludo, revista semanal anticlerical satírica editada en castellano bajo la dirección de Julio J. Cemtenari.

El camino de Golos Truda fue sinuoso y debió atravesar numerosas dificultades. Su aparición se había visto suspendida con frecuencia y por períodos a veces prolongados a causa de la política reaccionaria destinada por el gobierno al movimiento obrero en el país. Cuando la situación se había hecho insostenible, el periódico había debido mudar sus oficinas a Montevideo (“Golos Truda”, Golos Truda, 18/4/1925, año 8, N° 249, p. 1). Además de estas dificultades, fueron especialmente graves y permanentes los problemas de sustentabilidad en el plano económico con que debió lidiar para mantenerse en la calle. Ofrecía suscripciones por tres, seis y doce meses, pero su número de adherentes potenciales se hallaba limitado por cuestiones idiomáticas.

Según ha sostenido originalmente la teoría tradicional del “crisol de razas” (ver Germani, 1966, pp. 179-216; Devoto y Otero, 2003; Marquiegui, 2010), una alta tasa de masculinidad podía implicar un factor de desactivación veloz de las diferencias étnicas producto de los matrimonios de los extranjeros varones con mujeres nativas. Por el contrario, en el planteo teórico de los estudios que bregaron por un “pluralismo cultural”, la presencia de niveles altos de endogamia en el grueso de los grupos inmigrantes de primera generación, mayores en la ciudad que en el mundo rural (Bjerg, 2009, p. 88), se convertían en “un argumento a favor de la continuidad de pautas premigratorias” (Perren, 2011, p. 143). Importa aquí destacar el hecho de que los rusos se trasladaron en general con sus familias, por lo que la tasa de masculinidad entre ellos no fue elevada, con una relación de 144 hombres por cada 100 mujeres (Devoto, 2007, p. 300). La consecuencia de ello fue la conservación y el desarrollo de una cultura propia. En este sentido, urge señalar que Golos Truda, dirigido como estaba a los obreros rusos, prescindía por entero del uso de la lengua castellana.

En enero de 1925 fue comentada de manera abierta la mala situación material que estaba atravesando FOORSA, que había llegado al punto de complicar la continuidad de la publicación de Golos Truda (“Nasha Rabota”, Golos Truda, 10/1/1925, año 8, N° 235, p. 1). Además de los habituales problemas económicos, existió otro punto endeble para el sostenimiento de la publicación de FOORSA. Se trató de la falta de interés por parte de los lectores para mantener el compromiso de adquirir el periódico para fortalecer su autoformación, pero también del escaso esfuerzo volcado a la producción de textos originales. Esta carencia fue en gran parte suplida por la reproducción de escritos plasmados en otros periódicos, folletos y libros editados en Rusia, Europa y Estados Unidos. De tal modo, se procedió a la publicación en sus páginas del Boletín del Comité para la Defensa de los Prisioneros Revolucionarios en Rusia, editado originalmente en Berlín. También se reprodujeron obras de teatro social y textos de individualidades y de colectivos del anarquismo. Fue así como se dieron a conocer en Sudamérica, entre aquellos que dominaban la lengua rusa, textos íntegros o extractados de destacadas plumas internacionales del anarquismo (Volin, Eliseo Reclus, Emma Goldman, Errico Malatesta, Mollie Steimer, Rudolf Rocker, Grupo de Anarquistas de Petrogrado, Vladimir Korolenko) y de otras fuerzas progresistas (Upton Sinclair). Un lugar especial se destinó a una carta inédita de Piotr Kropotkin, publicada por partes (“Neizdannoe pis’mo Petra Kropotkina”, Golos Truda, 8/3/1926, año 8, N° 260, p. 2; “Neizdannoe pis’mo Petra Kropotkina”, Golos Truda, 15/5/1926, año 8, N° 263, p. 2). Se dio también a conocer en ruso una selección de El sembrador, texto presentado en 1922 por el dramaturgo Rodolfo González Pacheco, fundador del Teatro de Ideas y editor del periódico La Antorcha (“Seitael’”, Golos Truda, 8/3/1926, año 8, N° 260, p. 2). También se publicó la obra Los muertos (o al menos un fragmento de ella), del dramaturgo anarquista uruguayo Florencio Sánchez (“Mertvetsy”, Golos Truda, 29/5/1926, año 9, N° 264, p. 2).

El 10 de abril de 1925 comenzó el X Congreso de FOORSA, el cual se extendió hasta el 19 del mismo mes (“X S’ezd Federatsii Ros. Rab. Org. Iuzh. Ameriki”, Golos Truda, 25/4/1925, año 8, N° 250, p. 1). El número de delegados fue pequeño y las resoluciones acordadas fueron escuetas. Algunas organizaciones habían anunciado que no enviarían resoluciones al congreso por no poder emprender actividades federales. El periódico se preguntaba qué importancia podía tener un congreso al que habían concurrido tan pocos delegados con mandato. El congreso decidió la apertura de una librería. La motivación era doble: obtener recursos económicos y difundir literatura militante. Una vez abierta, la librería de FOORSA se convirtió en el centro de venta en donde podían hallarse disponibles para su compra los libros publicados por Golos Truda.

En su reunión del 5 de mayo de 1925, la comisión ejecutiva de FOORSA discutió un informe sobre el estado financiero de la federación (“Chto delat’?”, Golos Truda, 9/5/1925, año 8, N° 252, p. 1). Pese a las expectativas de recaudar fondos a través de la cobranza de deudas contraídas por organizaciones y camaradas individuales, la situación económica era cada vez más acuciante. La recuperación de una porción pequeña de aquella deuda podía garantizar la publicación por todo el mes siguiente del periódico, pero estas expectativas se habían visto frustradas. Dado lo apremiante de la situación, la comisión ejecutiva tomó la decisión de recortar sus gastos. La medida más drástica dirigida en ese sentido era la que establecía la suspensión temporal de la publicación de Golos Truda. El artículo cerraba manifestando la confianza en que los trabajadores rusos de Sudamérica volvieran a levantar el periódico. Desde FOORSA declaraban estar acostumbrados a cerrar y abrir Golos Truda. Cuando más se necesitaba del esfuerzo de los obreros rusos para mantenerlo abierto, más se había visto reducido el apoyo activo a la publicación. El cierre no implicaba una derrota, desde su propia óptica, sino apenas una suspensión temporal de la propaganda escrita. A pesar de la interrupción temporal, Golos Truda invitaba a seguir enviando artículos, dado que en los últimos dos meses habían registrado una gran escasez de material para su publicación (“Ot bumazhnykh rezoliutsii k rabote tovarishchei”, Golos Truda, 16/5/1925, año 8, N° 253, p. 1).

Un articulista del periódico comentó que si los obreros hubieran valorado su propia prensa del mismo modo en que la burguesía lo hacía con la suya, las dificultades que estaba atravesando Golos Truda nunca habrían tenido lugar (P. Odeinik, “O ‘Golose Truda’”, Golos Truda, 16/5/1925, año 8, N° 253, p. 1). Según su opinión, si el periódico no había satisfecho completamente a sus lectores, les correspondía a estos parte de la responsabilidad por las adversidades, dado que no habían manifestado sus opiniones al consejo de redacción. De todos modos, la publicación continuó su curso, a pesar de los problemas materiales para ello fueron recurrentes. Así fue como pasaron tres meses entre la publicación de su número 253 del 16 de mayo y su reaparición el 22 de agosto (“My tol’ko priostanovili Zidane Golosa Truda”, Golos Truda, 22/8/1925, año 8, N° 254, p. 1). Desde entonces, y aunque en el XI Congreso de FOORSA se había contemplado la posibilidad de crear un fondo especial para devolver lo antes posible a Golos Truda su carácter semanario (“Vozmozhnost’ vypuska ‘Golos Truda’ ezhenedel’nikom”, Golos Truda, 15/8/1926, año 9, N° 268, p. 4), conservó una aparición espaciada. El número 255 vio la luz el 18 de noviembre y el número siguiente el 5 de diciembre. En agosto de 1926 se informaba una vez más la crítica situación material que se encontraba atravesando el periódico. Se comentaba que cada vez que se había acudido a su ayuda, el comité ejecutivo de FOORSA siempre había respondido. Parte de los ingresos requeridos para mantener la publicación habían partido de actividades tan disímiles como lo eran la librería en Capital Federal y la apicultura desarrollada en las colmenas que FOORSA tenía en el partido de Berisso (“Chitateli i druz’ia ‘G. Truda’”, Golos Truda, 15/8/1926, año 9, N° 268, p. 1). En el número 260 de marzo de 1926 se dio a conocer a los lectores el nombre de aquellos miembros de la colectividad rusa que habían hecho donaciones recientes a favor de Golos Truda (“Pozhertvovaniia”, Golos Truda, 8/3/1926, año 8, N° 260, p. 4). La única fuente permanente para recaudar fondos pasaban a constituirla las donaciones. La práctica de las donaciones con emisor identificado fue volviéndose habitual en los números subsiguientes.

En febrero de 1928, el Comité Ejecutivo de FOORSA festejaba el hecho de que Golos Truda no solo había sobrevivido, sino que había mejorado al hacerse más interesante a partir de la intervención activa de los lectores. El periódico había podido incluso lanzar algunos números con una extensión de 6 páginas, como había ocurrido con el número 283 dedicado a Kropotkin (“K tovarishcham i chitateliam Golosa Truda”, Golos Truda, 1/2/1928, año 11, N° 283, p. 1). No obstante, la situación material adversa no había llegado nunca a ser subsanada, por lo que continuaba el pedido a los lectores y camaradas para que contribuyeran a mantener la regularidad de la publicación.

El panorama local bajo la óptica “rusocéntrica”

Tuvo lugar a mediados de septiembre de 1924 la primera noticia al menos en un año (contando desde el primer número disponible de la serie digitalizada correspondiente a septiembre de 1923) referida al movimiento obrero argentino a partir del caso de la huelga de los obreros marítimos. Mientras el gobierno y las empresas no daban señales de otorgar concesiones para los trabajadores, la USA llamó a sus sindicatos a prestarles asistencia moral y material (“Iz rabochei zhizni. Zabastovka Morskikh Rabochikh”, Golos Truda, 14/9/1924, año 7, N° 224, p. 4). Asimismo, pese a la enorme trascendencia que tuvo para el movimiento obrero argentino, la información dispuesta por Golos Truda sobre los sucesos trágicos de la Patagonia fueron muy exiguos. Dio a conocer que más de 1500 trabajadores habían sido asesinados tras la huelga general y que, tras haber suprimido la sublevación, el gobierno local y los capitalistas habían impedido que los trabajadores volvieran a organizarse (“Khronica iz Patagonii”, Golos Truda, 4/10/1924, año 7, N° 227, p. 3). Se recordó también, a un año de su asesinato en prisión, al anarquista alemán Kurt Gustav Wilckens, ajusticiador del coronel Héctor Varela, quien había sido el principal responsable de la masacre de los obreros patagónicos (“Kurt Vil’kens”, Golos Truda, 21/6/1924, año 7, N° 212, pp. 1-2).

Entre las resoluciones adoptadas en su Tercer Congreso, la Profintern (acrónimo ruso de la Internacional Sindical Roja) decidió fortalecer la propaganda en América Latina. El objetivo central, según un artículo publicado en octubre de 1924 en Golos Truda, era promover el ingreso de las organizaciones obreras argentinas en las filas de la Profintern (“Nastuplenie Profinterna”, Golos Truda, 4/10/1924, año 7, N° 227, p. 1). Las tareas asumidas por los comunistas latinoamericanos para conducir este proceso de crecimiento se desarrollaron en varios ejes: expandir la prensa comunista por todo el subcontinente; masificar la difusión de literatura bolchevique; la agitación y propaganda contra la guerra y el imperialismo norteamericano; el crecimiento en las organizaciones de trabajadores de Perú y Brasil; el establecimiento de oficinas especiales de propaganda en México y Argentina. Ninguna de estas prácticas había logrado el efecto buscado entre los trabajadores de América Latina. El momento más favorable para la propagación de ideas comunistas entre los trabajadores latinoamericanos ya había pasado. El primer momento de la Revolución Rusa había generado un fuerte impulso general en las aspiraciones revolucionarias de los pueblos latinoamericanos, pero con el correr del tiempo esta relación se había ido difuminando. Quienes dudaban en Rusia de la conducción bolchevique eran acusados de enemigos contrarrevolucionarios.

En opinión de los anarquistas rusos, a medida que comenzaba a descorrerse el velo que ocultaba el verdadero ejercicio autoritario del poder por parte del Partido Bolchevique, las organizaciones de trabajadores de distintas partes del mundo no demoraban en manifestarle su rechazo. Esta situación conllevaba a que fueran solo fanáticos aquellos trabajadores que continuaban esperando que los partidos comunistas desempeñaran un rol de guía en la liberación de los trabajadores. Era por ello que Moscú intentaba revertir la superficial penetración comunista en las masas trabajadoras mediante un nuevo impulso a la Comintern y a la Profintern.3 El escaso peso numérico del comunismo se explicaba en gran parte en América Latina por la importancia que revestían en la región la agricultura y la ganadería. Las condiciones estructurales latinoamericanas hacían especialmente inoperantes las políticas gestadas en torno a la campaña de la Comintern de proletarizar sus secciones nacionales. En el análisis de los anarquistas de FOORSA, Rusia, la Comintern y la Profintern eran indisociables.

Las argumentaciones expuestas en el periódico a este respecto concluyeron en el número siguiente. Finalizaba el artículo sobre la Profintern publicado en el número anterior. Allí se planteó que organizaciones obreras como La Fraternidad y la Confraternidad nada tenían que ver con los intereses reales de los trabajadores, y no era infrecuente que incluso actuaran en contra de esos mismos intereses de clase (“Nastuplenie Profinterna (Okonchanie)”, Golos Truda, 11/10/1924, año 7, N° 228, p. 1). No obstante, dichos colectivos continuaban ejerciendo una gran influencia en el mundo del trabajo. Hacia allí apuntaba su acción la Profintern, buscando atraer a los obreros en base a programas conformados en la “patria revolucionaria”. Esta situación podía permitirle a la Profintern disfrutar de un éxito relativo entre los obreros, el cual, sin embargo, no podía dejar de ser temporal. Según Golos Truda era innegable que la Comintern era una organización política. La Profintern no podía sino reproducir la lógica de su mentora, buscando ejercer su actividad en los partidos políticos y los sindicatos profesionales. La relación era tan estrecha que la Profintern tomó todos los medios de propaganda de la Comintern y se apropió de la prensa y la literatura comunistas para promoverla dentro de las organizaciones. El anarquismo era presentado como el único adversario fuerte que el comunismo encontraba en el seno del mundo del trabajo. Pero la Profintern podía capitalizar el importante factor de debilidad del anarquismo: la profundidad de sus desacuerdos internos. Para contrarrestar los efectos de esta embestida, el grupo de trabajo editorial de FOORSA asumía como tarea central la defensa y la propaganda de las ideas anarquistas mediante la publicación de literatura revolucionaria. Golos Truda denunciaba que desde los partidos comunistas sudamericanos y desde la Comintern se habían hecho esfuerzos cuantiosos para romper con la independencia que mantenía FOORSA de los partidos y así poder atraerla a su esfera de control (“Vozzvanie Ot Rabochei Izdatel’skoi Gruppy”, Golos Truda, 21/6/1924, año 7, N° 212).

La estratagema comunista se encontraba potenciada por la acción gubernamental. Desde Golos Truda se estimaba que el gobierno radical de Marcelo Torcuato de Alvear se mostraba tolerante con aquellas organizaciones de trabajadores que, dirigidas por políticos e imposibilitadas de ejercer la presión necesaria contra la clase propietaria, priorizaban la búsqueda de acuerdos con la burguesía. Antes que inofensivas, estas organizaciones representaban un obstáculo en el desarrollo del movimiento obrero. El derecho a la protesta en las calles se encontraba jaqueado por la represión estatal, al tiempo que los líderes sindicales encontraban abiertas las puertas de los ministerios para ejercer su traición a la clase obrera (“Reaktsiia i zatish’e”, Golos Truda, 11/4/1925, año 8, N° 248, p. 1).

No obstante, los anarquistas rusos en Argentina no perdían las esperanzas de imprimir un nuevo rumbo al curso mayoritario del sindicalismo. Los principales talleres del ferrocarril sur se encontraban ubicados en la localidad de Remedios de Escalada y empleaban a cerca de 3.500 trabajadores, la mayoría de los cuales estaban organizados en la Unión Ferroviaria. En el taller destinado a la construcción de vagones de pasajeros se produjo un conflicto a causa del rechazo por parte de la administración de los reclamos por las condiciones laborales elevados por los obreros, primero, y por el no pago de las horas de trabajo perdidas, después. En todo el proceso, la dirección de la Unión Ferroviaria había demostrado ser más útil para promover el beneficio del capital que el de los trabajadores. A partir de la experiencia de los talleres de Remedios de Escalada, en FOORSA se entusiasmaban con que comenzara una compulsa en contra del sistema centralizado de las organizaciones obreras y a favor de una forma de asociación federal libre (“Narushenie organizatsionnoi ‘distsipliny’”, Golos Truda, 25/4/1925, año 8, N° 250, p. 3).

Puede plantearse que la falta de ímpetu en la generación de análisis de coyuntura propios que exigía la vertiginosidad de los tiempos contribuyó a la pobreza teórica que impidió la forja de un pensamiento genuino del anarquismo ruso asentado en Sudamérica. Resulta a todas luces llamativa la ausencia, en todos los números aquí consultados de Golos Truda, de cualquier mención a la Ley N° 4.144, la conocida como “Ley de Residencia”, sancionada en 1902. Creada como un instrumento concreto de represión contra el socialismo, el anarquismo, el sindicalismo revolucionario, y desde 1918 también contra el flamante comunismo, la Ley de Residencia tenía un agravante de peso para los militantes de las fuerzas de izquierda de origen extranjero: pesaba sobre ellos, en caso de que les fuera aplicada, la posibilidad de la deportación.4 Del mismo modo, se sostuvo la inexistencia de diferencias entre trabajadores indígenas y trabajadores no-indígenas, eludiendo la consideración de sus particularidades (“Presledovanie indeitsev v Chaco”, Golos Truda, 26/7/1924, año 7, N° 217, p. 1).

Revolución y antibolchevismo

En su origen, FOORSA había mantenido una posición de prescindencia respecto de los partidos políticos, y planteó que su vida interna continuaría estando regida por las asociaciones de clase que habían servido de germen para su conformación. Aun cuando los bolcheviques se establecieron en el poder y comenzaron a dejar en evidencia sus prácticas hegemónicas, FOORSA había continuado atribuyendo a la revolución un carácter genuinamente popular (“Rabochii i Kommunist”, Golos Truda, 22/12/1923, año 6, N° 186, p. 1). En un boletín especial del 8 de noviembre de 1924 enfatizó, con recuerdo del séptimo aniversario de la revolución, que la misma no había encontrado entre las masas motivaciones de índole puramente política (“K sed’moi godovshchine”, Golos Truda. Biulleten’, 8/11/1924, p. 1). Fue conmemorada la memoria de los combatientes rusos en la lucha contra el zarismo y nuevamente se instó a las asociaciones de trabajadores a organizar manifestaciones para denunciar y protestar contra los atropellos de un gobierno comunista que perseguía a los verdaderos revolucionarios.

Aunque no dejó de apoyar el proceso revolucionario de 1917, denunció el control cada vez más férreo de los soviets que el Partido Bolchevique estaba llevando adelante. Lo mismo ocurría en el sindicalismo, que, si bien intentaba apoyarse en el estatuto de la Primera Internacional, estaba atravesado por la idea marxista de clase y su concepción de los líderes de las organizaciones de trabajadores como futuros directores autoritarios de la vida de sus representados (A. Gorelik, “Anarkhizm i Rabochii anarkhizm”, Golos Truda, 31/5/1924, año 7, N° 209, pp. 2-3). Al vaciar de su contenido original a los órganos de participación directa generados desde las bases, el sentido mismo de la revolución quedaba desvirtuado en función de los designios de la camarilla comunista. En la interpretación vertida por Golos Truda, la Revolución Rusa estaba adoptando la naturaleza social de un capitalismo de estado. Los bolcheviques dieron comienzo a la cultura del partido y dispusieron a su antojo la organización de la economía (“Golos Truda”, Golos Truda, 18/4/1925, año 8, N° 249, p. 1).

El experimentado militante anarquista de origen ucraniano Anatol Gorelik expresó su insatisfacción con la política comunista. Gorelik había tenido un rol destacado durante los primeros años de la revolución en la región de la cuenca de Donetsk y había sido testigo directo de la ejecución de 69 voluntarios makhnovistas que se habían unido al Ejército Rojo en Melitópol por la Cheka, bajo las órdenes de Trotsky (Skirda, 2004, pp. 323-324 y 335 (nota 5)). Tras ser acusado de “anarco-contrarrevolucionario” junto a otros dos anarquistas individualistas (Shilkin y Fel’dman)5 por el poder soviético, fue detenido en marzo de 1921 y condenado a tres años de reclusión en un campo de trabajos forzados, hasta que hacia el final de ese año se resolvió su expulsión de Rusia y partió hacia Buenos Aires, vía Berlín (Mintz, 2007, p. 22). En su crítica de la dictadura del proletariado, los trabajadores no solo eran esclavos económicos del Partido Comunista, sino que además –y por encima de todo– se encontraban privados de cualquier posibilidad de desarrollarse por fuera de los parámetros establecidos por el estado. Todos los espacios en que se desarrollaba la vida social se encontraban sometidos a la tutela del Partido Comunista. Las escuelas promovían los íconos de Marx, Engels y Lenin. El marxismo se convirtió en la base de todas las ciencias, no solamente las sociales, sino también de la química, la física y de las ciencias naturales en general (Anatol Gorelik, “Kronshtadtskoe vozmushchenie. (Vtoraia Parizhskaia Kommuna)”, Golos Truda, 14/3/1925, año 8, N° 244, p. 2). Gorelik informaba que, como parte de este control absoluto, todas las comunidades religiosas habían sido destruidas. Conseguir las obras de Tolstoi, Kropotkin y Bakunin era prácticamente imposible. Ante la prohibición de organizarse en agrupaciones ajenas al partido y de disponer de medios propios para difundir sus opiniones e ideas, los trabajadores no comunistas se veían impedidos de protestar contra sus nuevos opresores (Ibid., p. 3). En opinión de Gorelik, el propio Lenin había instado a la Cheka a estar alerta y el Partido Comunista era el único responsable directo por la cruenta represión que se estaba cerniendo sobre el pueblo ruso. La situación también era insatisfactoria en el plano de la economía. Mal vestidas y con una alimentación deficiente, las masas trabajadoras estaban condenadas a una vida de supervivencia extrema (Anatol Gorelik, “Kronshtadtskoe vozmushchenie. (Vtoraia Parizhskaia Kommuna)”, Golos Truda, 21/3/1925, año 8, N° 245, p. 3).

En marzo de 1925 se publicó un artículo en dos números a propósito del cuarto aniversario del levantamiento de Kronstadt. Para Golos Truda, la fortaleza naval situada a los pies de la otrora capital zarista de Petrogrado había jugado un rol de primer orden en la Revolución. Entendían los inmigrantes anarquistas rusos que los comunistas habían representado el papel de Judas: nunca lucharon por una revolución verdaderamente popular y buscaron explotar las debilidades del movimiento revolucionario (“Chetvertaia godovshchina Kronshtadskogo vosstaniia”, Golos Truda, 7/3/1925, año 8, N° 243, p. 1). Después de apoderarse de la ciudad de Petrogrado, los trabajadores condujeron la apertura del Primer Congreso de Soviets de toda Rusia. Los comunistas contaban a su favor con el apoyo del pueblo ruso, razón por la cual se les confiaron algunos cargos importantes en el Consejo de Comisarios del Pueblo. Los comunistas se apartaron de la Revolución apenas después de haber recibido el poder. Esta situación generó descontento y dio lugar a la emergencia de disturbios generalizados. La prensa comunista había lanzado múltiples mentiras sobre las demandas de Kronstadt, haciendo circular, entre otras, la versión de que se trataba de una acción de contrainteligencia pergeñada desde Francia por generales zaristas (“Chetvertaia godovshchina Kronshtadskogo vosstaniia”, Golos Truda, 14/3/1925, año 8, N° 244, p. 1). Dando por tierra con el acuerdo que estaban intentando negociar con los comunistas, los sobrevivientes de Kronstadt terminaron en las cárceles y no exiliados en Finlandia.

Golos Truda denunciaba que la narrativa oficial bolchevique se había tomado con orgullo el fusilamiento de la enorme cantidad de contrarrevolucionarios llevado a cabo por el poder soviético. Las burlas habían arreciado contra quienes habían afirmado que anarquistas y otros revolucionarios eran objeto de una persecución todavía mayor que los contrarrevolucionarios.6 La verdad había quedado en evidencia cuando Trotsky, Zinoviev, Rakovski, Piatakov y otros destacados líderes fueron declarados “enemigos del pueblo” (“Kogo presleduiut Kommunisty?”, Golos Truda, 1/2/1928, año 11, N° 283, p. 2). La crudeza de la represión bolchevique se había hecho así extensiva a integrantes del partido. Pese a haber sido el principal responsable de los asuntos militares durante el período revolucionario, Trotsky era separado de sus cargos y perdía sus rangos. No era ahora más que un miembro deshonrado del partido (“Padenie Trotskogo”, Golos Truda, 28/3/1925, año 8, N° 246, p. 3). Pero quien se convirtió en el paradigma de la resistencia antisoviética fue el anarquista ucraniano Néstor Makhno. En su declaración a los campesinos y obreros de Ucrania del 7 de enero de 1920, el Ejército Revolucionario Insurgente de Ucrania comandado por Makhno comunicó el motivo de su creación: luchar contra la opresión de los trabajadores a expensas del poder ejercido por la burguesía, los grandes propietarios y la “dictadura comunista-bolchevique” (Skirda, 2006, p. 163). Pocos meses más tarde, el 27 de abril, los makhnovistas profundizaron su apreciación de que “el orden soviético no es el poder de los socialdemócratas bolcheviques comunistas, que actualmente se autodefinen poder soviético, sino al contrario la forma superior del socialismo antiautoritario y antigubernamental” (Mintz, 2017, p. 49). Los soviets debían ser elegidos por los trabajadores para cumplir la voluntad por la que eran conformados, y no erigirse en el “órgano autoritario” de un partido determinado.

El corresponsal de Golos Truda en Polonia envió para su publicación una declaración denunciando que todas las entrevistas y artículos sobre Makhno aparecidos en las prensas de la burguesía y del socialismo estadounidense no eran más que meras invenciones. En realidad ninguno de esos periodistas se había entrevistado en persona con el líder campesino (“Protest ot imeni t. NESTORA MAKHNO”, Golos Truda, 31/5/1924, año 7, N° 209, p. 1). En una carta fechada el 8 de febrero de 1924, el grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero destacó que ““El nombre de Néstor Makhno, como distinguido revolucionario que luchó por los derechos del pueblo trabajador en varios frentes de la revolución rusa, es bien conocido por las masas revolucionarias de Rusia y del extranjero” (“Na zashchitu N. Makhno”, Golos Truda, 14/3/1925, año 8, N° 244, p. 1)7. La mayor lucha emprendida por el ejército makhnovista la habían librado contra el gobierno comunista, el cual había enviado varios ejércitos a Ucrania para conseguir su derrota definitiva. Convertido en una fuerza contrarrevolucionaria, el Partido Bolchevique se había dedicado a combatir toda manifestación independiente (no comunista) encarnada por las masas trabajadoras (“V zashchitu t. Nestora Makhno (Okonchanie)”, Golos Truda, 4/4/1925, año 8, N° 247, p. 1). En el verano de 1924, tras la derrota del ejército revolucionario insurgente a manos de los bolcheviques, Makhno había sido traslado a Rumania, donde estuvo recluido en el campo hasta que logró escapar a Polonia. Fue recapturado por las autoridades polacas y se vio nuevamente privado de su libertad. El tribunal encargado de juzgarlo no encontró suficientes motivos para condenarlo, razón por la cual fue liberado tras una detención que se había prolongado por un lapso de año y medio.

Makhno partió a Danzig, donde fue arrestado y su liberación quedó supeditada a la obtención de cualquier visado que lo habilitara para ingresar a algún estado. Los anarquistas rusos en el extranjero entendían que se trataba de un artificio: las autoridades de Danzig eran conscientes de que Makhno se encontraba imposibilitado de obtener una visa desde el momento mismo en que se encontraba bajo custodia. Aunque las motivaciones por las cuales se producía este cautiverio permanecían ocultas, para los inmigrantes rusos anarquistas estaba claro el objetivo de las autoridades de Danzig de retenerlo. Era por ello que se había denegado su pedido de retornar a Rumania. Sobrellevando una enfermedad pulmonar, con la única asistencia de una precaria enfermería de campamento, la salud de Makhno era sometida a un deterioro programado. El dramatismo de la situación llevaba a los anarquistas a hacer un llamamiento a los trabajadores revolucionarios de todo el mundo para que expresaran su repudio por la detención rural en Danzig de Makhno y exigieran su inmediata liberación (“Na zashchitu N. Makhno”, Golos Truda, 14/3/1925, año 8, N° 244, p. 2).

Desde mediados de marzo de 1925 se habían registrado arrestos masivos de anarquistas en Petrogrado, Vitebsk y otras ciudades (“Massovye aresty anarkhistov v Petrograde i drugikh gorodakh”, Golos Truda, 16/5/1925, año 8, N° 253, p. 1). En Golos Truda estaban seguros de que los bolcheviques empleaban provocadores en su trabajo dirigido a exterminar a los anarquistas. Ante el aumento incesante del número de anarquistas detenidos en las cárceles soviéticas, se planteaba la necesidad de asistirlos materialmente y de organizar una Cruz Negra anarquista. En representación de algunas de las organizaciones de trabajadores de Buenos Aires, el comité de agitación para la liberación de prisioneros anarquistas en las cárceles soviéticas se propuso organizar varias conferencias y manifestaciones para protestar contra los asesinatos y encarcelamientos de revolucionarios a manos del gobierno soviético (“Akty protesta protiv ubiistva i zatocheniia v tiur'my revolyutsionerov Sovetskim Pravitel'stvom”, Golos Truda, 9/8/1924, año 7, N° 219, p. 4). Las masas asalariadas no habían concurrido a las manifestaciones convocadas en contra de la represión bolchevique en la Unión Soviética. No obstante, en Buenos Aires era frecuente que masas de trabajadores asistieran a reuniones sindicales y manifestaciones. Esta situación había hecho suponer a los miembros de FOORSA que se podía realizar una concentración masiva en favor del reclamo impulsado, y nada hacía pensar que la convocatoria del 17 de agosto iba a acabar teniendo tan escasa repercusión. La conclusión era que se debía insistir y convocar a un nuevo mitin (“Posledstviia prerekanii”, Golos Truda, 23/8/1924, año 7, N° 221, p. 1). De igual modo, varios grupos obreros organizaron en Montevideo un comité que se fijó el objetivo de aumentar la agitación contra la reacción mundial en general, y especialmente contra la represión comunista en Rusia (“Mitingi protesta v Montevideo”, Golos Truda, 11/10/1924, año 7, N° 228, p. 4). Urgía protestar contra el terrorismo comunista en Rusia por varias razones, siendo el motivo principal el exterminio físico de los revolucionarios y el hecho de que se llevara a cabo en nombre de los obreros y campesinos.

Conclusiones

Los inmigrantes rusos no se nacionalizaron y por lo tanto no ejercieron la práctica del sufragio en las elecciones. No obstante, este hecho no implicó la inactividad política de los miembros de la colectividad rusa en Argentina. Por el contrario, los distintos grupos ideológicos que llegaron al país condujeron diversas formas de asociación y crearon para cada una de ellas sus propios órganos de difusión. El rechazo a la naturalización, con la consiguiente imposibilidad de tomar parte en los actos electorales, no implicó necesariamente su exclusión de la actividad política. Así como lo habían propuesto Hilda Sábato y Emma Cibotti (1986, 1988) para el caso de la asociación italiana Unione e Benevolenza, hemos advertido aquí el modo en que los anarquistas rusos de los años 20 llevaron adelante la cristalización de formas de participación política informales, por fuera del sistema institucional estatal. Fue así como la fundación de la Federación de Organizaciones Obreras Rusas de Sudamérica y la publicación de un periódico de vida prolongada buscaron reunir a los anarquistas rusos en el subcontinente. Si los años de entreguerras fueron proclives al impulso de una industria cultural que “captó y amplió nuevos públicos lectores y contribuyó al proceso de expansión de la esfera pública” (Anapios, 2016, p. 2), Golos Truda no fue concebido simplemente como un periódico anarquista en lengua rusa, sino que emergió como un artefacto cultural especialmente diseñado para convocar en sus páginas a un sector de la población de la Argentina que no había sido interpelado con anterioridad en su doble condición de ruso y anarquista. Por su carácter internacionalista, el proyecto de FOORSA adquirió una dimensión trasnacional, asumiendo el objetivo de conectar en una red subcontinental a todos los anarquistas rusos. Surgido para contribuir a la formación de los militantes, a la vez que para dar respuesta a la necesidad de aglutinarlos bajo un sistema de conceptos compartidos, Golos Truda fue el instrumento que vehiculizó esta relación.

Fue un periódico hecho por anarquistas y para anarquistas rusos en el exilio sudamericano. Además de Golos Truda, los anarquistas rusos dieron vida en Buenos Aires a varias publicaciones en la década de 1920 y comienzos de la siguiente, pero ninguna de ellas tuvo la trascendencia ni la continuidad del periódico de FOORSA.8 Con una identidad política muy marcada, su principal preocupación fue la situación de los anarquistas en la Rusia soviética y no el desarrollo del anarquismo en Sudamérica. Golos Truda llegaba a afirmar que solamente por ignorancia podía un trabajador declararse a sí mismo como comunista dado que “Un político comunista y un obrero sólo pueden ser enemigos” (“Rabochii i Kommunist”, Golos Truda, 22/12/1923, año 6, N° 186, p. 1)9. Luego de reconocer, a fines de 1923, que el comportamiento del Partido Comunista estaba capturando en exceso su atención, Golos Truda se hizo eco de las críticas recibidas a propósito de que se estaba convirtiendo en un órgano antisoviético. A partir del triunfo de la revolución en Rusia se tornó inevitable para los diferentes grupos de rusos en el extranjero, que profesaban distintos e incluso antagónicos posicionamientos ideológicos, emitir algún juicio de valor acerca de la experiencia soviética. Los anarquistas rusos en la Argentina habían abrazado la causa revolucionaria desde un comienzo. No obstante, en cuanto el anarquismo –así como el resto de los grupos revolucionarios no comunistas que tomaban activa parte en los acontecimientos– comenzó a verse coartado en su expresión –y en ese mismo proceso el bolchevismo fue concentrando cada vez más poder–, los miembros de FOORSA no dudaron en disociar al partido conducido por Lenin del camino emancipador abierto con la derrota de la autocracia zarista.

Fuentes

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Notas

1 Para el período, el registro arrojaba el conteo de cerca de 2.000.000 de italianos, 1.400.000 españoles y 170.000 franceses. Los rusos llegaban a contabilizar 160.000 personas (Devoto, 2003, p. 247).
2 Para un detalle de las existencias conocidas de ejemplares de Golos Truda, ver Adamovsky y Koublitskaia, 2012.
3 Aunque no es mencionada de manera explícita, la alusión refiere al proceso de bolchevización planteada por Zinoviev (Kommunisticheskii Internatsional, 1925, pp. 497-507) para ser encarnada por las secciones nacionales de la Comintern basado en la organización en células y la homogeneización ideológica.
4 Aunque en ningún caso se ha otorgado relevancia a los inmigrantes rusos represaliados, la relación entre los activistas extranjeros y la Ley de Residencia fue abordada por Domenech (2015), Pacecca (2003, pp. 111-130), Oved (1978, pp. 378-382, 396-397).
5 Según Grigorii Maksimov (1922), Gorelik coincidió también en la prisión moscovita de Taganka con miembros de la Confederación de Organizaciones Anarquistas Nabat de Ucrania e integrantes del Buró Ejecutivo de la Confederación Rusa de Anarcosindicalistas.
6 En este sentido, Avrich (1974) sostuvo que “La persecución bolchevique de los anarquistas había ido en aumento desde los primeros ataques lanzados por la Cheka contra la Federación de Moscú, en abril de 1918. En 1919, no eran sólo los destacamentos armados de Guardias Negras y las bandas de militantes guerrilleros –fuerzas que podían suponer un peligro de orden militar para el gobierno– los objetivos de la actividad policial; los intelectuales anarco-sindicalistas y de la Confederación Nabat, cuyas únicas armas eran sus plumas, se vieron sometidos a frecuentes detenciones (…) Los bolcheviques confiaban en que, con los arrestos masivos de anarco-sindicalistas (que, al contrario que los majnóvtsy no representaban ninguna amenaza de tipo militar para el gobierno), acabarían de una vez para siempre con su influencia entre los obreros industriales” (pp. 226-227).
7 “Imia Nestora Makhno, kak zasluzhena nogo revoliutsionera, borovshegosia za prava trudovogo naroda na razlichnykh frontakh russkoi revoliutsii, khorosho izvestno revoliutsionnym massam Rossii i zagranitsy”.
8 Lucas Domínguez Rubio (2018, p. 21) ha destacado el hecho de que el anarquismo fue en la Argentina la única corriente política que mantuvo en el período aquí abordado un interés constante por editar publicaciones periódicas dirigidas a comunidades lingüísticas específicas; de este modo, además del ruso, fueron comunes los periódicos anarquistas en italiano y en ídish. No obstante, una parte de los miembros de FOORSA había roto en sus comienzos con la hegemonía anarquista para acabar integrando, según Hernán Camarero (2007, p. 325), el Grupo de Comunistas Rusos que en las postrimerías de los años 20 fundó el periódico comunista Rabochaia Pravda, del que no se conocen ejemplares existentes.
9 “Kommunist politik i rabochii, mogut byt’ tol’ko vragami”.

Recepción: 02 Febrero 2020

Aprobación: 29 Junio 2020

Publicación: 01 Septiembre 2021

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