Sociohistórica, nº 49, e164, marzo - agosto 2022. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Artículos

Reactivación partidaria. La campaña electoral de 1983 en la prensa chaqueña

Marina Campusano

Instituto de Investigaciones Geohistóricas – Universidad Nacional del Nordeste - CONICET, Argentina
Andrea de los Reyes

Instituto de Investigaciones Geohistóricas – Universidad Nacional del Nordeste - CONICET, Argentina
Cita recomendada: Campusano, M. y de los Reyes, A. (2022). Reactivación partidaria. La campaña electoral de 1983 en la prensa chaqueña. Sociohistórica, 49, e164. https://doi.org/10.24215/18521606e164

Resumen: Este artículo se propone reconstruir el proceso de reactivación que supuso la reconstrucción democrática para el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, principales fuerzas políticas en la provincia del Chaco, a partir del análisis de la campaña electoral de 1983. En particular, trabajamos con los diarios El Territorio y Norte, considerando las oportunidades que el proceso electoral permitió evidenciar en la prensa local. Así, siguiendo el enfoque sociohistórico, abordamos la temática en dos ejes: qué dicen y qué hacen los actores políticos en este escenario, a partir de las páginas de los diarios y de entrevistas a militantes. De este modo, damos cuenta del universo militante compartido, las acciones al interior de los espacios y por fuera de ellos para organizar el trabajo militante y asegurar el reposicionamiento de los actores políticos en un momento complejo e incierto de la historia política local y nacional.

Palabras clave: Campaña electoral, Reactivación, Chaco, Prensa.

Partisan reactivation. The 1983 electoral campaign in the press from Chaco

Abstract: This article aims to reconstruct the process of reactivation that involved the democratic reconstruction of the Partido Justicialista and the Unión Cívica Radical, the main political forces in the province of Chaco, based on the analysis of the 1983 electoral campaign. In particular we analyzed the newspapers El Territorio and Norte considering the opportunities that the electoral process allowed to be evidenced in the local press. This study address the issue following the socio-historical approach in two axes: what do they say and what do the political actors in this scenario, from the pages of the newspapers and interviews with activists. In this way we gave an account of the shared militant universe, the actions inside and outside the spaces to organize militant work and to assure the repositioning of the political actors in a complex and uncertain moment of local and national political history.

Keywords: Electoral campaingn, Reactivation, Chaco, Press.

Introducción

El final de la última dictadura cívico-militar en Argentina estuvo marcado por las tensiones y los desafíos que planteó la apertura democrática. Las preocupaciones centrales fueron la reinstitucionalización política y social, la reorganización y recuperación de la economía, y la reconstrucción del entramado societal que había sido prácticamente destruido (Ferrari y Gordillo, 2015). En este trabajo nos proponemos analizar la reactivación de esas tramas políticas y sociales en la provincia del Chaco a partir del análisis de la campaña electoral de 1983 en la prensa local, puesta en relación con entrevistas a algunos de sus protagonistas.

A modo de antecedentes, podemos indicar que la provincia presentaba dos fuerzas mayoritarias y afianzadas. Por un lado, la Unión Cívica Radical, presente en el territorio desde 1913 (Nicoloff, 2011). Por otro, el peronismo concentró tras la provincialización1 la victoria de los procesos electorales y el gobierno provincial, en un contexto de inestabilidad política a raíz de las interrupciones institucionales causadas por los golpes militares. De esta forma, se sucedieron en el poder tres gobiernos vinculados a este signo partidario. El primero fue integrado por la fórmula peronista Felipe Gallardo y Deolindo Felipe Bittel (1953-1955), cuyo mandato fue interrumpido por el golpe de Estado de septiembre de 1955. Entre 1958 y 1962, el representante de la Unión Cívica Radical Intransigente, Anselmo Zolilo Duca, llegó a la gobernación con el apoyo del peronismo. Finalmente, Bittel ganó en las elecciones de 1963 y gobernó hasta 1966, cuando otro golpe (el de la autodenominada Revolución Argentina encabezada por Juan Carlos Onganía) derrocó al presidente Arturo Illia. En 1973, nuevamente Bittel ganó las elecciones y se mantuvo en el gobierno hasta el golpe de marzo de 1976.

En adelante, la actividad política oficial estuvo reducida a las iniciativas de la Multipartidaria, un frente plural de acción política creado en 1981 a nivel nacional y que nucleaba a peronistas, radicales, midistas, democratacristianos y socialistas con el objetivo de presionar a las fuerzas militares para la normalización institucional. En Chaco la iniciativa se formalizó y amplió el espectro de partidos, pues incorporó al Partido Comunista (Pratesi, 2010).

Cabe resaltar que existe escasa literatura que aborde este período en la provincia, pero mediante la revisión de distintos archivos damos cuenta de que las agrupaciones se encontraban en funcionamiento2 aunque la actividad política, para los partidos, sindicatos y las organizaciones estudiantiles, había sido suspendida, de acuerdo con el Decreto Nº 6 de la Junta Militar y también a través del Decreto Nº 9. Recién en 1982 se levantaría la veda (Ley 22617).3

La etapa abierta en 1982 marcaba el regreso de distintos sectores sociales a las calles como espacio privilegiado de la protesta contra la dictadura (Ferrari, 2020). Entre los actores políticos se encontraba el gran movimiento estudiantil congregado en torno a la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE),4 protagonista central de los procesos de movilización y resistencia a la dictadura militar.5 Realizaron acciones e integraron movilizaciones, durante la etapa de la reconstrucción democrática, que excedían el ámbito universitario. Algunas agrupaciones confluyeron en el Movimiento de Juventudes Políticas (MOJUPO). Las juventudes, desde distintos ámbitos (partidarios, estudiantiles, organismos de derechos humanos), tuvieron un rol dinamizador del escenario político y la provincia del Chaco no fue la excepción (Larrondo y Cozachcow, 2017; Vázquez y Larrondo, 2020).

Los comicios de 1983 fueron significativos desde distintos ejes, entre otros aspectos porque se trataron de las primeras elecciones libres tras siete años de dictadura cívico-militar. Fue uno de los períodos más violentos de la Argentina, que dejó el saldo de una generación diezmada a partir de la aplicación de un aparato represivo sistemático que persiguió, torturó y desapareció personas; el debilitamiento de las instituciones democráticas y la aplicación de políticas económicas que condicionaron fuertemente a los gobiernos posteriores.

Las campañas electorales debían realizarse mientras las Fuerzas Armadas aún se encontraban en el gobierno y se tenía que pautar el traspaso de mando con otros actores del sistema político. De esta manera, los partidos ocuparon el centro de la escena pública, como organizaciones indiscutidas de participación y resolución de conflictos. Desde dichos espacios se desarrollaron estrategias de negociación, organización y despliegue de propaganda política mediante el archivado aparato partidario, pero en un contexto de tensión latente con los sectores militares y conservadores que aún se mantenían en el poder.

Como se mencionó, el objetivo de este trabajo es reconstruir ese proceso de reactivación que supuso para los partidos la reorganización interna, la resolución de disputas al interior de sus filas, la relación con otros sectores políticos y sociales, y la vuelta a cierta “normalidad” del trabajo en el territorio. Para el análisis, nos detendremos en los dos principales partidos chaqueños (UCR y PJ),6 considerando las oportunidades que los comicios de 1983 permitieron evidenciar en la prensa de mayor relevancia provincial, conformada por los diarios El Territorio y Norte, y en la actividad partidaria a partir del relato de sus militantes.

Observar estos fenómenos nos permite reflexionar sobre las transformaciones durante la transición temprana a la democracia. Nos dispara preguntas sobre ¿qué aspectos del contexto político se pueden conocer a través de las campañas electorales?, ¿qué muestran de los actores políticos, de sus prácticas, sus acciones y sus modos de hacer política en este momento determinado?

Siguiendo a Michel Offerlé (2011), comprendemos que las elecciones son las oportunidades en que los partidos movilizan discursivamente sus identidades de manera pública, que delimitan, hacen visible de forma pacífica el conflicto entre los grupos políticos al poner “en sintonía a una multitud de grupos dispersos, volviéndolos similares entre sí y unificándolos simbólicamente” (p. 121). En ese sentido, desde el análisis de medios García Beaudoux y D’Adamo afirman que “las campañas constituyen verdaderas batallas de comunicación que tienen lugar, fundamentalmente, en el escenario de los medios masivos” y uno de sus objetivos esenciales es captar votantes (García Beaudoux y D’Adamo, 2004, p. 20). Son, entonces, momentos privilegiados, en los que “los discursos reflejan la capacidad de la palabra política para afianzar la adhesión de los propios, convencer a indecisos e independientes y combatir al adversario” (Ferrari y Martocci, 2019, p. 289).

Encontramos un conjunto de trabajos académicos interesados en el rol de los medios durante la última dictadura cívico-militar, especialmente el de la prensa escrita. Las preguntas versan sobre su contribución al proceso dictatorial (Malharro y López Gijsberts, 2003; Borrelli, 2011), enmarcadas en una amplia bibliografía sobre la prensa metropolitana y, en menor medida, sobre las prensas de las provincias.

Para el período de transición democrática resultan más escasos los trabajos que focalizan su mirada en la prensa. Es significativo el aporte de Claudia Feld (2015), quien analiza el papel de las revistas en las primeras apariciones de los desaparecidos y las desaparecidas en el discurso periodístico, denominado “show del horror”. Más adelante, cobran relevancia aquellos que recuperan las elecciones y los usos pioneros de las encuestas, y sus influencias en la comunicación política y la cultura política (Landi, 1988; Vommaro, 2006; 2008a; 2008b). No obstante, como destacan Suriano y Álvarez (2013), el período comprendido entre la derrota de Malvinas y las elecciones presidenciales es poco abordado y son menos conocidos aún aquellos estudios de escala local o regional (Ballester, 2016). Nos preguntamos, entonces: ¿qué decía la prensa chaqueña sobre la transición democrática y sus protagonistas? ¿cómo se presentaba en sus páginas la reactivación política? y, finalmente, ¿cómo se organizó y registró mediáticamente la campaña de 1983?

Para dar respuestas a estos interrogantes, el presente trabajo se organiza desde un enfoque sociohistórico y combina métodos de indagación, como la técnica historiográfica del tratamiento temático de la documentación escrita (Aróstegui, 2001) y las entrevistas semiestructuradas, con el propósito de identificar “lo que hacen” las agrupaciones políticas (Gaztañaga, 2009; Frederic, 2004) y “lo que dicen” los y las protagonistas. Para comprender el entramado político y mediático, recurrimos al análisis de contenido, con el objetivo de describir e identificar las posturas de los candidatos, sus posicionamientos públicos, al igual que las interpelaciones y disputas dirimidas en las páginas de los diarios.

La muestra se compone de los materiales periodísticos de distintos tipos (noticias, entrevistas, crónicas)7 y el período de análisis incluye las publicaciones de septiembre y octubre de 1983, de modo de retomar las acciones previas al momento de la votación, cubriendo el desarrollo de la campaña electoral. Además, se realizaron entrevistas a militantes, que nos permiten poner en diálogo los discursos de la prensa con lo que los sujetos recuerdan que hacían, las características de sus experiencias y los sentidos que hoy atribuyen a esas prácticas personales y colectivas del final de la dictadura.

La transición temprana en el Chaco

Desde 1981 las Fuerzas Armadas entraron en un proceso de crisis marcado por el fracaso de su programa económico, que provocó movilizaciones y un fuerte descontento social. A su vez, los conflictos internos del régimen se agudizaron y culminaron con su descomposición después de la derrota de la Guerra de Malvinas (Cavarozzi, 1991; Suriano, 2005; Canelo, 2015; Velázquez Ramírez, 2015), momento a partir del cual podemos observar el resurgimiento de la actividad política.8 Para 1982, los partidos ya estaban presentes con mayor frecuencia en la prensa mediante propagandas, encabezando actividades y presentando posicionamientos públicos sobre hechos locales y nacionales, aspectos que se profundizaron con el acercamiento de las elecciones.

En tanto, en la provincia del Chaco se evidenciaban signos de deterioro de la estructura económica y los principales sectores productivos -el cultivo de algodón y el forestal- se encontraban en una crisis arrastrada desde los últimos años (Caputo, Hardoy, Herzer y Vargas, 1985). La situación estaba agravada por las inundaciones de 1983, que provocaron un profundo deterioro al sector agropecuario, y dejaron grandes sectores de la población sin trabajo, y la semiparalización de la pequeña industria y el comercio. A ello se sumaba el poco apoyo económico por parte del Banco del Chaco, principal agente de crédito y sostén económico en la provincia. El modelo económico y productivo funcionó históricamente en la región con déficit de inversión de capital, lo cual limitó su desarrollo industrial y la fuerte dependencia de los sectores primarios (Barros, 2013).

Durante los meses de las elecciones, las páginas de los diarios reflejaban el malestar social ante la situación económica nacional, que se profundizó localmente con los paros de distintos sectores (obrero, docente, judiciales, policial, entre otros). De acuerdo con Norte, se trataba del fin de la etapa del gobierno militar, en el que el “descontrol inflacionario, la tensión social y la pérdida de autoridad y de credibilidad del gobierno” se articulaban para acelerar al máximo el agotamiento de su ciclo (Norte, 12/9/1983). Por otra parte, las inundaciones habían golpeado al campo, cuyas entidades interpelaban de manera constante al gobierno de facto provincial y a los principales candidatos, y demandaban la urgencia de mejorar las condiciones crediticias del Banco del Chaco en relación con el sector.9 Además, el apoyo estatal para las comunidades más afectadas era limitado, lo que aumentaba el descontento social.10

En ese contexto de gran tensión se mostraba a las fuerzas políticas, encabezadas por Deolindo Bittel, negociando para evitar una “transición abrupta” y tratando, en cambio, de generar mejores condiciones para el traspaso del mando (Norte, 5/9/1983).

De acuerdo con las entrevistas a militantes de distintas agrupaciones, el clima que se vivía era de fuerte agitación, marcado por el entusiasmo de las elecciones. Atraída por ellas, una gran participación juvenil se acercó a las distintas fuerzas políticas. Facundo, militante universitario, cuenta que “estábamos muy movilizados, se sentían muchas ganas de participar; acto que había estábamos, no importaba las filiaciones políticas”.11 No obstante, también se percibía mucha preocupación y cautela en relación con el período que se intentaba dejar atrás.

En este marco, cuando nos referimos al proceso de reactivación partidaria que demandaron las elecciones de 1983, intentamos dar cuenta del momento de fuerte tensión e incertidumbre caracterizado por Paula Canelo (2008) como un “nuevo clima de excepción”. Este clima estuvo signado por la exacerbación de las disputas en torno a la definición de las reglas de un período democrático nuevo. Claudia Feld y Marina Franco (2015) enfatizan que esa fase de la transición no se trató del “gran paso del autoritarismo a la democracia” (p. 11), ni de una etapa de transformación inmediata de valores y sentidos, sino más bien de un lento camino que tuvo como principales figuras a los partidos en un escenario abierto y sin muchas certezas.

El clima electoral en la prensa chaqueña

En la provincia, tras el 24 marzo de 1976, el vicecomodoro Guillermo Hunicken se dedicó a fiscalizar los diarios locales, control que se mantuvo a lo largo del período dictatorial (Pratesi, 2015). En cambio, para el momento de las elecciones de 1983 observamos en las páginas de los diarios la inclusión de voces disidentes, con una participación más abierta por parte de las organizaciones políticas y sociales en general, y en particular de los partidos, que realizaron fuertes críticas al gobierno militar. Cabe destacar que, si bien se observaban posturas críticas al régimen, ambos medios mantuvieron una cobertura favorable del gobernador de facto Ruiz Palacios.

El diario Norte aparecía como medio más moderno no sólo desde su estética y formato, sino también en la inclusión y desarrollo del trabajo periodístico (notas firmadas, utilización de géneros periodísticos como reportaje, entrevistas y análisis). Había sido fundado el primero de julio de 1968 por Marcelino Castelán, abogado, productor agropecuario y exinterventor de la provincia. En 1978, el periódico fue adquirido por el político correntino Raúl Rolando Romero Feris, quien se mantiene hasta la actualidad como dueño del medio. Desde sus inicios, Norte mantuvo una impronta vinculada al mundo rural.

De este diario, observamos durante el período de análisis un esfuerzo por construir una mirada local sobre las elecciones. Presentaba a los actores y organizaciones, y las preocupaciones, en términos de las demandas de distintos puntos de la provincia, a partir del trabajo de los corresponsales, enviados y agencias propias en las localidades.

En tanto, El Territorio se había mantenido como el diario chaqueño de referencia por más de 60 años (su cierre definitivo fue en 1989). Inaugurado en 1919, este periódico surgió con un ideario radical y con una impronta crítica hacia los diferentes gobiernos de turno. En 1951, se convirtió en parte del aparato de propaganda del gobierno peronista al ser adquirido por la Confederación General del Trabajo, que estableció la "Editorial Presidente Perón SA". Con el gobierno militar en 1955, el diario fue intervenido judicialmente hasta 1963, cuando fue restituido a Luis S. Viola. Desde ese momento, el periódico mantuvo una línea editorial en general colaboracionista con los distintos gobiernos.12

En el período que abordamos, El Territorio presentaba una estructura interna desordenada y la dedicación al escenario local era menor, pues se limitaba a la cobertura de los hechos más salientes de la agenda que tanto el calendario electoral como los mismos actores proponían.

Ambos diarios retrataron una provincia muy activa, no sólo en lo referido a la política, sino también en relación con la esfera social, cultural y económica. En cuanto al escenario político, encontramos una variedad de actores más allá de los tradicionales. Emergieron además las comisiones vecinales y diferentes organizaciones de la sociedad civil. Al interior de cada fuerza política también surgen como enunciadores y enunciadoras, referentes de las líneas internas, de las agrupaciones juveniles y las líneas femeninas. En general, los comicios trajeron aparejada una reactivación social y política de los distintos sectores de la sociedad, pero reforzaron principalmente el papel y la dinámica interna de los partidos, como veremos más adelante.

Las elecciones como hecho noticioso fueron apareciendo tímidamente desde el mes de septiembre en la sección “Locales”, para el caso de Norte, y en las primeras páginas en El Territorio. Identificamos que durante ese mes las organizaciones partidarias estuvieron dedicadas a la definición de las candidaturas; la realización de las votaciones internas; la planificación de la campaña electoral y el inicio de las actividades con las correspondientes giras de los candidatos. En tanto, para octubre se planteó un escenario “muy parejo” entre las dos fuerzas mayoritarias, aunque se señalaba la ventaja peronista por la influencia del liderazgo de Bittel (Territorio, 2/10/1983). Se enfatizó en lo que decían los candidatos y figuras de referencia, mientras que las actividades estuvieron enfocadas en la organización y logística de los actos y en las tareas que demandaban los comicios (formación de fiscales, información sobre padrones, etc.).

Los chaqueños y chaqueñas elegían tanto presidente y vice, como gobernador y vicegobernador para el período 1983-1987, y también a los 30 miembros de la Legislatura Provincial. Debido al sistema electoral escalonado de Chaco, 15 de los diputados electos cumplirían solo la mitad del mandato, hasta las elecciones de medio término en 1985, mientras que los demás permanecerían en su cargo hasta 1987. Entre los meses de mayo y agosto los partidos se adecuaron a las nuevas reglas dispuestas por el Estatuto de Partidos Políticos impuesto por la dictadura.

La relación de los partidos con la prensa se presentaba de manera muy fluida. La forma privilegiada de comunicar era a través de los medios y la comunicación se manifestaba como un área importante del trabajo político. Dan cuenta de ello las comisiones de prensa que cada partido creó para enfrentar la campaña electoral, pero sobre todo la implementación de modalidades pensadas en función de los medios, como la organización de conferencias de prensa para realizar anuncios importantes, las visitas a las salas de redacción para dar entrevistas individuales, los comunicados que enviaban para adelantar las informaciones de los actos, por nombrar algunas.

De acuerdo con el seguimiento de los diarios, podemos hacer una primera clasificación de las temáticas que se abordaban mediáticamente durante la campaña:

  • Agenda partidaria de campaña: Se informaban de manera anticipada las fechas y características de las actividades y actos, las apariciones de los candidatos y el trabajo y organización de las comisiones internas y circuitos. Se brindaba información detallada sobre las reuniones internas, dando cuenta de los temarios a tratar, y la información básica para la asistencia de las y los afiliados y adherentes.

  • Sobre el funcionamiento partidario: Reporte de las actividades que se realizaban en función del cumplimiento institucional, de acuerdo con las cartas orgánicas o las normativas del momento, para cumplir con la reorganización que demandaban los comicios.

  • Sobre las disputas: Las páginas de los diarios evidenciaban tensiones, al interior del espacio político o entre distintas agrupaciones. Observamos el énfasis puesto en destacar las “buenas prácticas políticas” vinculándolas a un “sentido democrático”.

  • Sobre los candidatos y las plataformas partidarias: Ambos medios presentaban reseñas o pequeñas entrevistas a los candidatos, sus perfiles y los temas salientes de sus plataformas de gobierno.

Presentar esta información en los medios cumplía distintos objetivos. Por un lado, era una de las formas en que los partidos podían llegar a sus integrantes de manera masiva con notificaciones relevantes para el funcionamiento cotidiano de las agrupaciones. Además, a nivel publicitario, simbólica y materialmente, visibilizaba el trabajo del aparato partidario, su expansión territorial, su preparación para las elecciones y su fuerza en términos de cantidad de afiliados y afiliadas, al igual que de los apoyos por parte de distintos sectores de la sociedad.

Lo que hacen: organización de la interna partidaria

La reactivación de los partidos significó volver a poner en marcha su funcionamiento en tanto organizaciones, entendidas como un conjunto de relaciones sociales y políticas que toman forma en un tiempo y espacio (Offerlé, 2004; Ferrari y Martocci, 2019). Durante las campañas electorales se destacó principalmente su emplazamiento territorial (Rosato, 2003) y se reactivaron como “relaciones sociales interpersonales e institucionales (que) se conformaron en recursos materiales y simbólicos a través del trabajo político” (Gaztañaga, 2010, p. 299). De esta manera, se muestra a los partidos en movimiento con el objetivo de captar a su electorado, apelando a elementos ideológico-partidarios que hacen a la identidad política de cada fuerza.

El seguimiento de las producciones periodísticas sobre la campaña electoral ofrece información para reconstruir el trabajo político que demandaba llegar a los comicios. Mediante el rastreo podemos distinguir una descripción más detallada sobre la organización, sus integrantes y las modalidades de las acciones, que incluso presentaba con nombre propio a quienes tenían a su cargo el trabajo con afiliados, vecinos, referentes y candidatos.

El pasado domingo se realizó una locreada en el sector noroeste del Barrio Obrero a la que asistieron un elevado número de comensales. En la oportunidad los candidatos a concejales dialogaron con los vecinos interiorizándose de los problemas más graves del sector. Para el fin de semana se prepara otro almuerzo popular en la zona de “el arenal”, donde existe un asentamiento precario de familias evacuadas por las inundaciones (Partido Justicialista - El Territorio, 10/9/1983).

Un importante acto público, con la presencia de más de 400 personas, se realizó en el lote 9 de Pampa Grande, jurisdicción de Avia Terai. La reunión política se llevó a cabo en el domicilio del señor Miguel Frías (UCR - Norte, 15/9/1983).

La junta departamental del Partido Justicialista atento a la necesidad de ordenamiento de la totalidad de sus unidades básicas invita a los secretarios de las mismas a concurrir a la sede de la calle Mitre con el fin de registrarse (Norte, 17/9/1983).

Desde la semana pasada la UCR de Las Breñas viene desplegando intensa actividad partidista (…) Ya se concretaron reuniones de afiliados, simpatizantes y amigos en el barrio Urquiza en el domicilio del afiliado Andrés Ottone (…) También se realizó una importante reunión en el paraje Pozo del Indio, que congregó a fervorosos simpatizantes y afiliados (El Territorio, 15/9/1983).

En los extractos reconocemos características propias de las identidades y los clivajes de cada espacio. Por ejemplo, lo propio del emplazamiento peronista con su organización territorial a través de las unidades básicas, que vinculaban y generaban el movimiento de las bases, priorizando encuentros de mayor cercanía entre vecinos, vecinas y candidatos (Auyero, 2001; Balbi, 2007; Frederic, 2004). También notamos el reconocimiento a las y los afiliados que prestaban sus casas para los encuentros y actos proselitistas.

Las actividades, como las giras de campaña al interior de la provincia, los mitines con los referentes de distintos sectores de cada localidad, los actos o simplemente el seguimiento de la agenda de los candidatos nos muestran una fotografía clara sobre los actores y el universo militante de la época. Poner en marcha el andamiaje partidario significaba un trabajo minucioso, que demandaba montar unidades básicas, comités y ateneos, muchas veces en los domicilios de los militantes, convocar e invitar a los vecinos y posibles afiliados y afiliadas, conformar los grupos de trabajo interno en los denominados comandos electorales, organizar las reuniones, encuentros y recorridas de los candidatos en los circuitos electorales; todas tareas que pueden reconocerse en la prensa.

La mesa directiva del Circuito Capital de la UCR, hace saber que en cumplimiento establecido en la carta orgánica, realizará asamblea en el Circuito Nº 16 (…) en la oportunidad se procederá a la elección de autoridades del subcomité del circuito mencionado. (El Territorio, 3/9/1983).

Se han iniciado contactos entre los dirigentes para integrar el comando electoral del circuito Nº 12 que organizará y planificará la campaña electoral de octubre. (El Territorio, 3/9/1983)

La preocupación de los partidos se centraba en la reorganización institucional y en las discusiones en su interior para lograr los consensos y las renegociaciones de la obediencia a los líderes, aspectos que se resolvían internamente siguiendo las estructuras y caminos tanto institucionales como informales de las organizaciones (Moroni, 2019). Es decir, se encontraban abocados a la reconstrucción de la organicidad de los aparatos partidarios para enfrentar y vencer en las elecciones, y como destacan de la Mano Cuadrelli y Lucero (2019), durante esta etapa los dirigentes establecieron relaciones de enfrentamiento, competencia y colaboración, ya sea por dentro como por fuera de los partidos.

A nivel nacional, la definición de las candidaturas presidenciales había delimitado las relaciones de fuerza en la interna partidaria. En el Radicalismo la disputa estaba dada entre la Línea Nacional con Fernando De la Rúa, quien tras la muerte de Balbín concentraba a los sectores de derecha del partido y a los elementos más antiperonistas, y el Movimiento Renovación y Cambio (MRC), línea que se proponía regresar a la UCR a su carácter popular y mayoritario. Alfonsín salió victorioso de la contienda y se presentó como un candidato “tildado de izquierdista y un discurso de raigambre movimientista que reivindicaba la tradición de Yrigoyen y apelaba a las mayorías populares” (Velázquez Ramírez, 2019, p. 69). Mientras que el peronismo afrontaba las primeras elecciones sin Perón, cuya conducción había unido internamente al movimiento hasta su muerte. El Congreso Nacional que consagró la fórmula Luder-Bittel no pasó sin confrontaciones ni turbulencias: implicó enfrentamientos graves entre militantes, lo que vinculó al partido con el pasado reciente que se quería dejar atrás (Aboy Carlés, 2001).

Durante septiembre, en la provincia la UCR y el PJ tenían definidos sus candidatos a gobernador y vice. Al inicio del mes, una de las manifestaciones del Justicialismo fue el intento de mostrar la unión interna, visibilizando los apoyos y destacando cuál era la fuerza “oficial”, como lo expresa el título del 2 de septiembre de Norte: “Hay una sola JP”. En la noticia, sus integrantes informan sobre la conformación de la JP Comandante Fernández, que aglutinaba a todas las líneas juveniles internas y se proclamaba como única fuerza juvenil oficial del partido.

Este tipo de organización era una de las formas de agrupar bajo un mismo objetivo a integrantes de distintos sectores, a los fines de lograr y mostrar unidad. Entonces, era recurrente la información sobre la conformación, por ejemplo, de los comandos electorales para el caso del PJ o de los comités para los radicales, en cada circuito. Revisten importancia porque dan cuenta de que las estrategias estaban enfocadas en ponerse de acuerdo con las distintas líneas internas, ya que cada comando o comité estaba conformado por integrantes de las agrupaciones que trabajaban en conjunto durante la campaña. Por ello observamos el detalle sobre la forma de constitución y nombramiento de los responsables en cada rol y podemos comprenderlas también como una forma de reconocer en nombre propio a los militantes que llevaban adelante tales actividades. Al igual que los pasos que iban dando en el seguimiento de la orgánica para el trabajo electoral, como vemos en el siguiente extracto de una noticia sobre la conformación de una comisión de trabajo del Justicialismo:

Los peronistas del Circuito 7, asumiendo la responsabilidad histórica del momento y comprendiendo que la unidad monolítica del movimiento es la consigna fundamental para llevar a cabo la tarea de reafirmar en las urnas la victoria del pueblo, comprometemos nuestra vocación de trabajar mancomunados en el Centro de Acción Política (Norte, 6/9/1983)

Entonces, las apariciones en la prensa se enfocaban en presentar a la agrupación unida y en marcha. Se trataba de convencer no sólo a los votantes sino a los distintos sectores con los cuales se negociaban los apoyos (sectores agrarios, empresarios, la Iglesia, entre otros).

En cambio, por fuera de las páginas de los diarios la unidad se mostraba un tanto más conflictiva. Para los jóvenes que se sumaban a la militancia significó comprender el espacio partidario como un lugar de confrontaciones. Blanca militaba en ese momento en la Juventud Radical del MRC y especifica que las disputas al interior del partido se daban en términos de reconocimiento de las fuerzas oficiales. También da cuenta de las estrategias que fueron creando para evitar las tensiones:

El órgano [de autoridad] de la Unión Cívica Radical es un comité. Está el Comité capital y el Comité provincial, pero a su vez el comité capital estaba habilitado para armar subcomités en los barrios de la ciudad. Y nosotros no podíamos hacer eso porque había sido que los referentes mayores con los que estábamos trabajando no eran el oficialismo. Y ahí entendí que había una línea oficial, que era Movimiento de Afirmación Yrigoyenista, que eran esos lo que tenían el poder y la llave del partido. Eran esos los que habían quedado en el poder cuando vino la dictadura, o sea, los partidos fueron disueltos, pero cuando empieza otra vez la actividad política para las campañas se dio por sentado que ellos eran los jefes del partido. Y ellos eran los que manejaban el partido. Nosotros no estábamos habilitados a formar subcomités; entonces lo que creábamos eran ateneos.13

Los ateneos, al igual que los subcomités y comités en la UCR, eran organizaciones que se armaban en el territorio con el fin de apuntalar funciones de reclutamiento y movilización partidaria, de vinculación entre el partido, sus referentes, con posibles adherentes; reforzar los lazos entre militantes y, fundamentalmente, la función de la formación y el posicionamiento político de las y los dirigentes territoriales (Ferrari, 2008; Lichtmajer, 2010). En Chaco la línea oficial era el Movimiento de Afirmación Yrigoyenista (MAY), que lideraba el candidato a gobernador Luis León; si bien habían realizado una alianza con el MRC para acompañar la candidatura de Alfonsín, a nivel interno existían algunas pugnas. Por lo tanto, como explica Blanca, para la Juventud del MRC armar los ateneos en el territorio fue la estrategia para tramitar la disputa con la línea oficial y continuar la militancia en los barrios.

Esta serie de actividades que las organizaciones políticas pusieron en marcha durante la transición en Chaco nos permite reflexionar sobre las formas en que los partidos se movían, y nos brindan detalles sobre la estandarización de modalidades partidarias para comunicar a propios y ajenos (visitas a diarios, conferencias de prensa, comunicados); formas de encuentro y reunión (almuerzos, visitas y recorridas); de toma de decisiones y resoluciones (asambleas y elecciones internas); hechos políticos de trascendencia (actos), como también aquellas destinadas para el festejo (caravanas). Se trata de modalidades que eran transversales a las agrupaciones, que delimitaban un universo militante partidario y nos hablan de un momento histórico específico.

Lo que dicen: conflictos, posicionamientos y estrategias discursivas de campaña

A nivel discursivo, la campaña electoral se centró en posicionar a los candidatos a gobernador Luis León (UCR) y Florencio Tenev (PJ), ambos con amplia trayectoria política.

León, bioquímico de formación, llegó a ocupar distintos cargos orgánicos tanto en el Radicalismo local como en su Comité Nacional. También fue diputado nacional (1958-1962 y 1963-1966) y senador nacional (1973), integrante activo de la Multipartidaria y líder a nivel nacional de la línea interna Movimiento de Afirmación Yrigoyenista, desde la cual impulsó su candidatura a gobernador de Chaco. En tanto, Tenev, abogado de formación, contaba también con una amplia trayectoria en el Justicialismo y sumaba la experiencia de gestión pues había sido ministro de Gobierno, Justicia y Educación de Bittel en 1973.

Es notable en los dos diarios la aparición del candidato radical con mayor preponderancia en relación con el candidato justicialista. León aparecía en mayor cantidad de oportunidades, y además aparecían más destacadas sus palabras en reuniones, discursos o conferencias de prensa, en relación con Tenev, de quien se reseñaban en mayor medida sus dichos y acciones. Un aspecto que puede ayudar a comprender esta situación es que la personalidad de mayor importancia en el peronismo chaqueño era Deolindo Bittel, quien había sido elegido como candidato a vicepresidente de la nación integrando la fórmula con Italo Luder. Bittel había sido tres veces gobernador, hasta unos meses antes del lanzamiento de la campaña lideraba la Multipartidaria en la provincia y a nivel nacional era el vicepresidente del partido. Mantenía de forma indiscutida la conducción del peronismo local y relegaba a Tenev a una posición secundaria que trascendía a los registros de la prensa.

A su vez, los dirigentes peronistas expresaban sentirse “tranquilos y optimistas”14 sobre la victoria del Justicialismo (Norte, 12/9/1983), dada su trayectoria de liderazgo en la provincia. De allí, podemos inferir un mayor atractivo informativo del candidato radical, quien además en sus discursos era más enfático y directo sobre determinados temas al momento de confrontar al gobierno de facto, tono que, como veremos más adelante, se iría elevando hacia el final de la campaña.

Terreno de visibilidad y disputas

Respecto del momento político, desde los discursos de los candidatos primaba la demanda de cautela y responsabilidad en torno a la construcción democrática. De acuerdo con Romero (2006), “no existió en los meses previos a la elección la voluntad de escarbar en cuestiones espinosas que pudieran introducir fisuras” (p. 21). Como indica Canelo (2015), tanto desde el peronismo como del Radicalismo “habían compartido posturas comunes alrededor de la necesidad de “]cerrar el tema de las violaciones a los derechos humanos” (p. 15). Sin embargo, fue Alfonsín quien logró formular propuestas más cercanas a la implementación de justicia. En la provincia se evidenciaba un acuerdo entre los partidos, la democracia se presentaba como valor aglutinador de ideas de libertad, paz, justicia, orden y la política partidaria era la herramienta indiscutida para llegar a ella.

La UCR posicionó su discurso desde la apelación a grandes valores como “devolver la dignidad al pueblo chaqueño”, desafiando a “atacar la especulación financiera” y fortalecer los sectores agrarios que estaban en pie de guerra con el gobierno de facto. Una de sus apuestas fue por una concepción “movimientista” que lograra acercarlo a otros sectores para asegurarse la victoria sobre el Justicialismo, en línea con la propuesta de Alfonsín de “construir un gran movimiento nacional” (Velázquez Ramírez, 2019). En cuanto al gobierno de facto, tanto el provincial como el nacional, fue mucho más evidente la interpelación por parte de Luis León, quien en sus discursos trató de marcar la diferencia y la distancia, con expresiones como “la etapa que viene será de transición, donde los argentinos saldremos de una caldera del diablo para llevar al país a un nivel mejor” (El Territorio, 7/9/1983). Este tono se fue acentuando a medida que avanzaba la campaña. Por ejemplo, retomamos los dichos del candidato sobre el conflicto sindical que primaba en ese momento con el gobernador de facto Ruiz Palacios:

(…) sin entrar en polémicas podría decir que si el gobernador soy yo, nunca voy a calificar de insolente a la gente que reclama cosas, porque es mi convencimiento que el demócrata debe aceptar que nadie posee la verdad absoluta (…) cuesta creer que un gobierno que concluye su mandato elabore una reglamentación donde pone en manos de la policía poderes que competen solo a la justicia (…) si la UCR llega a ser gobierno en esta provincia, no habrá gendarme que viole correspondencias, ni que interfiera teléfonos o allane domicilios sin orden ni presencia de la justicia. (El Territorio, 1/10/1983).

Figuras 1 y 2
Propaganda de campaña del Radicalismo en la prensa
Propaganda de campaña
del Radicalismo en la prensa
Fuente: Diarios El Territorio y Norte. Archivo Histórico Provincial Monseñor Alumni

En tanto, Tenev evidenciaba un discurso más moderado, marcaba las responsabilidades del régimen militar en materia económica refiriéndose al endeudamiento externo y apelaba a la experiencia y logros de las políticas implementadas en las tres gobernaciones interrumpidas de Bittel. La apuesta era retomar las obras peronistas como ejemplos de gestión y marcar la continuidad, como expresó durante la visita a una industria fundada a partir de políticas anteriores: “con la misma preocupación que tuvo el compañero Felipe Bittel en su último gobierno, vamos a seguir trabajando para radicar industrias en nuestra provincia” (Norte, 18/10/1983).

Distinto de León, Tenev trataba de no enfrentar al gobierno de facto de manera directa. Uno de los pocos pronunciamientos públicos sobre la violencia política fue por la desaparición en la provincia de un militante del Partido Intransigente, Rubén Alberto Álvarez, hecho ante el cual expresó su rechazo: “las desapariciones como método político para acallar la oposición ha sido uno de los oprobiosos dolores que tiene el país” (El Territorio, 30/9/1983). Su tono de campaña estaba enmarcado en consignas equilibradas como “El país quiere paz, paz para trabajar, paz para construir. Pero paz con dignidad, paz con comida, paz con medios para educar a los hijos, paz con trabajo permanente, paz con respeto” (Norte, 22/10/1983).

Figuras 3 y 4
Propaganda de campaña del Justicialismo en la prensa
 Propaganda de campaña del
Justicialismo en la prensa
Fuente: Diarios El Territorio y Norte. Archivo Histórico Provincial Monseñor Alumni

En otro orden, si bien primaba la idea de mostrar la unidad de las organizaciones partidarias, las elecciones como hecho político de gran publicidad permitieron posicionar a los actores de cada fuerza, oportunidad que fue aprovechada por algunos sectores para marcar sus posturas y demandas en las páginas de los diarios. En ese sentido, las agrupaciones juveniles y femeninas se visibilizaron como actores que querían ocupar más espacios orgánicos y, en el caso de una victoria, la estructura del Estado. A través de acciones como la difusión de comunicados, la organización de actos y reuniones,15 y el aprovechamiento de los actos oficiales para distribuir proclamas y documentos propios, fueron marcando su presencia de manera singular. Es de destacar que en la voz de las juventudes -tanto radical como peronista- apareció el firme rechazo a la dictadura y el reclamo por la investigación de los crímenes, desapariciones y torturas de las FF. AA.

Luego de repudiar todo tipo de violencia exigen “la investigación, juicio y castigo en el marco constitucional de los responsables del desastre nacional y provincial”, la aparición con vida de los detenidos y desaparecidos. (El Territorio, 2/9/1983)

La sociedad argentina en su conjunto ha sufrido a lo largo de estos años de opresión de un régimen (…) la detención seguida de desaparición, la tortura y el asesinato efectuado dentro de un aparato represivo estatal fueron moneda corriente (…) Hoy el gobierno intenta sancionar una ley de amnistía y así garantizar la impunidad de sus crímenes (…) los jóvenes radicales queremos la paz, pero la paz fundada en la verdad y la justicia. (El Territorio, 3/9/1983)

A su vez, se observaron ciertas disputas que aparecían con más claridad en el Justicialismo, movimiento conformado por una mayor diversidad de agrupaciones. Si bien a nivel nacional esas fragmentaciones fueron más evidentes en el Congreso Nacional que resolvió la candidatura presidencial, en la provincia tuvieron su correlato en la definición de la fórmula para la gobernación. Las elecciones internas marcaron las divisiones entre la línea de Rubén Sotelo y la de Florencio Tenev que contaba con el apoyo de Bittel.

Mario militaba en la JP en ese momento y recuerda que esa elección

nos dividió como juventud. Porque nosotros teníamos que tomar partido, decidir a quién apoyábamos, y había sectores en la juventud que apoyaban a Sotelo y otros que apoyaban a Bittel. Y ahí tuvimos el gran sismo. Mientras vos hacés una militancia social, una militancia de base política, está todo bien, pero se mete el bichito de las internas, de las disputas por el poder, y eso te pudre todo porque empiezan las aspiraciones personales, los liderazgos, y eso te termina dividiendo. Para nosotros fue muy traumático pasar de una militancia muy idealista, sin que florezcan las mezquindades, a pasar a una etapa electoralista donde afloran las disputas (…) porque todos querían ser candidatos.16

El Justicialismo era la fuerza que se presentaba con más posibilidades de victoria. Entonces, la demanda por un mayor reconocimiento que se traduciría en una posible posición en la estructura de gobierno era más evidente. Destacamos también los casos de las ramas juveniles que más enfáticamente buscaban reconocimiento como “cuarta fuerza” y así un lugar en las listas:

(…) exigimos nada más ni nada menos que un puesto de lucha en los cuerpos orgánicos y en las estructuras del Estado, atento a una realidad y un compromiso innegable que la juventud ha demostrado incluso costando la vida o la cárcel de muchos compañeros. (Norte, 2/9/1983)

Al igual que las 62 Organizaciones Peronistas regional Chaco, que expresaba: “Los trabajadores reclamamos el puesto de lucha para consolidar mediante una auténtica participación popular, el desarrollo del modelo nacional que nuestro líder legara a la posteridad” (El Territorio, 9/10/1983).

Las disputas también marcaron el clima de época. Los dirigentes ponderaban las “buenas prácticas” y “formas de comportamiento democráticos” que no llamaran a generar hechos violentos, lo que da cuenta de la fragilidad del momento. Un ejemplo de esa disputa fue la vandalización de carteles radicales por parte del Justicialismo, ante lo cual ambos candidatos pudieron sentar su postura:

(…) estamos siendo agredidos en nuestra publicidad callejera. Pido serenidad. No se pude ser demócrata y fanático y no se puede pedir igualdad si no se respeta. Haré lo posible por la paz, pero nos haremos respetar. Hay que salir del canibalismo político (…) (Luis León, El Territorio, 10/10/1983)

Otro ejemplo fue que, ante las agresiones a un militante justicialista, la JP sacó un comunicado para “repudiar dichos procedimientos que atentan contra la paz social y el proceso de democracia” (El Territorio, 8/9/1983). Estas escenas eran capitalizadas para marcar un “deber ser” en relación con las prácticas políticas que eran valoradas y a su vez necesarias en el contexto histórico. Nos sirven para dar cuenta del momento frágil que vivía la institucionalidad política.

Palabras finales

En este trabajo abordamos algunas de las transformaciones en la historia política de la provincia de Chaco a partir del análisis del proceso de reactivación de los partidos políticos que demandó la campaña electoral de 1983. Si bien los partidos se encontraban protagonizando actividades durante los años anteriores, las elecciones supusieron la puesta en marcha de la organización política en sus distintos niveles.

La revisión de los diarios de la época, al igual que las entrevistas a militantes, nos permitieron dar cuenta de las características que fue adoptando la reorganización interna de los partidos en un momento marcado por la tensión y la incertidumbre.

Durante la transición temprana los actores se movieron aun cuando no se habían producido los hitos que marcaron consensos en relación con el pasado reciente. No se habían unificado, por ejemplo, las miradas sobre cómo pensar la relación con la dictadura y los derechos humanos (Feld y Franco, 2015). De acuerdo con Romero, la imagen sobre la dictadura se construyó de manera apresurada a partir de la Guerra de Malvinas y en las elecciones de 1983, y “se terminó de definir, compacta y monolítica, a mediados de 1985, con el juicio y condena a las Juntas militares” (2006, p. 17).

Por lo tanto, la campaña electoral chaqueña presentó esa ambivalencia. Había un conocimiento sobre los desaparecidos y las dimensiones de las acciones represivas de la dictadura, pero aún no aparecían en las páginas de los diarios. La información en torno a estos temas estaba reducida al ámbito militante, ya que los sectores militares aún eran actores con poder, lo que dejaba a la dirigencia, tanto del Radicalismo como del peronismo, adoptando un discurso moderado, más claro en el caso de Tenev, que buscaba asegurar el traspaso de mando de manera ordenada.

No obstante, las elecciones que tuvieron como ganador a Tenev significaron la apertura de una nueva etapa, con la democracia como valor que unificó a lo largo del espectro político visiones de libertad, institucionalidad y orden. La prensa chaqueña registró ese momento en las voces de los personajes, al igual que la movilización de una nueva generación de militantes: en sus páginas también se hicieron visibles los colectivos juveniles (estudiantiles, partidarios y sindicales) que iniciaron bajo esas promesas su inclusión en la política.

La “vuelta democrática” planteaba una disyuntiva puesto que, como señala Aboy Carlés (2019), no había un escenario anterior al cual volver. Había que reinventar las prácticas políticas, pero recuperando aspectos de las tradiciones pasadas en los que anclar las experiencias. En ese sentido, el universo militante de las elecciones evidenció prácticas y estrategias compartidas, dirigidas a mostrar a los partidos en movimiento, y a unificar internamente las líneas y disputas para lograr la organización que demandaba la carrera electoral. Lograr y visibilizar la unidad partidaria fue una empresa que representó internamente el acuerdo con las distintas fuerzas, proceso que, si bien en la prensa se mostraba armónico y resuelto, en palabras de sus militantes no se dio sin conflictos ni tensiones.

Al interior del Radicalismo y del peronismo chaqueño, el escenario comenzó a poblarse de diversos actores que irían marcando estas tensiones entre la renovación de la nueva etapa y las conciliaciones con las dirigencias y personajes de otro momento político. Este trabajo es un avance de una investigación mayor que aporta a reconstruir las prácticas y representaciones de los partidos políticos en el período que se abre a partir de 1983 en la provincia del Chaco, temporalidad en movimiento y fuerte diálogo con la etapa anterior, que aún no se encuentra cerrada.

Agradecimientos

Agradecemos a María del Mar Solís Carnicer por su lectura y sus observaciones a este trabajo.

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Notas

1 El Chaco pasa a ser reconocida como una provincia recién en 1952. Antes de esa fecha era Territorio Nacional.
2 En la revisión de los diarios locales se observa la publicación de noticias que protagonizaban los partidos sobre reuniones proselitistas, demandas hacia el gobierno de facto por temas coyunturales y comunicados que sentaban posiciones públicas sobre diversos temas.
3 La ley N° 22617, promulgada en julio de 1982, inició el proceso de transición hacia la democracia, pues derogaba la prohibición de la actividad política. Un mes más tarde se promulgó la ley 22627, que regulaba la actividad política a través del Estatuto de los Partidos Políticos, “otorgándoles, en sus considerandos, la función de insustituibles mediadores entre la sociedad y el Estado” (Veramendi Pont, 2013, p. 99).
4 La UNNE es una de las universidades regionales ubicadas en las provincias de Chaco y de Corrientes, y concentró la dinámica de las agrupaciones estudiantiles.
5 En 1969 se produce en la región uno de los hitos del movimiento estudiantil como acción de enfrentamiento a la dictadura: el Correntinazo (Zarrabeitia, 2007; Campusano, 2017).
6 Estos partidos fueron las únicas dos fuerzas que estuvieron presentes con sus listas en todas las comunas de la provincia (Norte, 25/10/83).
7 El corpus de análisis está constituido por 172 unidades informativas: 91 unidades para Norte y 81 para El Territorio. Es de destacar que el acceso a los ejemplares fue por medio del Archivo Histórico Provincial Monseñor Alumni.
8 Desde 1982 la clausura de los espacios políticos empezó a resquebrajarse. A ello se le sumaron los efectos de las políticas económicas, que generaron las movilizaciones de organizaciones políticas y sindicales reclamando la reinstitucionalización política y mejoras económicas, al igual que las fuertes presiones por parte de los organismos de derechos humanos (Canelo, 2015).
9 Para los meses de las elecciones, el gobierno de facto no podía asegurar los aportes de créditos suficientes para garantizar la siembra de la producción primaria de la provincia (El Territorio, 19/9/1983).
10 Un ejemplo de ello es que una de las medidas de contención fue incorporar como trabajadores temporarios del municipio de Resistencia a afectados por las inundaciones, con el objetivo de ofrecer una ayuda económica. Sin embargo, a principios de septiembre el intendente de facto dejó sin efecto el acuerdo por falta de recursos económicos, lo que generó protestas y fuertes cuestionamientos de distintos sectores.
11 Facundo, entrevista realizada el 28/8/2020. Entrevistadora: Marina Campusano.
12 El Territorio es considerado la cuna del periodista gráfico chaqueño, independientemente de la existencia de periódicos preexistentes y contemporáneos. Su primer ejemplar apareció el 21 de febrero de 1919 y cerró sus puertas el 9 de julio de 1989, lo que significó que más de 100 trabajadores perdieran su fuente laboral. Desde 1999, en el edificio donde funcionaban su redacción, administración y talleres gráficos, se encuentra el Museo de Medios “Raúl Delfino Berneri”.
13 Blanca, entrevista realizada el 20/10/2020. Entrevistadora: Marina Campusano.
14 Desde el diario El Territorio se destacaba: “Vencer al justicialismo sería una verdadera revolución en el ámbito chaqueño” (El Territorio, 5/9/1983). Otro de los signos de la confianza sobre la victoria de la fórmula Tenev-Torresagasti era el hecho de que los candidatos ya tenían conformado el gabinete que los acompañaría una vez que ganaran las elecciones.
15 Era constante la información sobre reuniones de las líneas femeninas y sobre la organización de reuniones con los candidatos y de actos como la conmemoración del voto femenino.
16 Mario, entrevista realizada el 28/10/2020. Entrevistadora: Marina Campusano.

Recepción: 23 Diciembre 2020

Aprobación: 06 Julio 2021

Publicación: 01 Marzo 2022

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