Sociohistórica, núm. 50, e170, septiembre 2022 - febrero 2023. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Dosier: "Representaciones ciudadanas sobre la gestión política de la pandemia en Argentina.
Narrativas, clivajes, posicionamientos y experiencias (2020-2022)"

Clivajes políticos en tiempos de pandemia: una aproximación a las representaciones de la ciudadanía en Argentina (2020-2022)

Olga N. Bracco

FLACSO - Ecuador / Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Pedro Porta Fernández

Universidad Nacional de Tres de Febrero - CONICET / Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita recomendada: Bracco, O. N. y Porta Fernández, P. (2022). Clivajes políticos en tiempos de pandemia: una aproximación a las representaciones de la ciudadanía en Argentina (2020-2022). Sociohistórica, 50, e170. https://doi.org/10.24215/18521606e170

Resumen: En el presente escrito proponemos tomar la categoría de clivaje político para trazar un mapeo de las tensiones que moldean las representaciones de la ciudadanía sobre la gestión política de la pandemia en Argentina durante los años 2020-2021. El objetivo es identificar continuidades, actualizaciones y reconfiguraciones de los clivajes políticos durante la pandemia sobre la base de dichas percepciones. Así, a partir de reponer las representaciones sobre la gestión política y algunas políticas socioeconómicas, sanitarias y educacionales implementadas por el gobierno nacional, se señala que el clivaje tradicional kirchnerismo-peronismo vs. antikirchnerismo-antiperonismo continúa vigente, pero se actualiza en función de la emergencia de una tercera fuerza que corre el clivaje y sus posiciones hacia la derecha, reconfigurando el campo político. A su vez, se hace hincapié en que no todo es explicado por ese binarismo, sino que en algunas ocasiones este es más bien rechazado. Asimismo, se profundiza en que algunas de las percepciones giran alrededor de la despolitización y la desconfianza en las instituciones democráticas y en “los políticos”. El artículo se basa principalmente en encuestas y entrevistas realizadas a población en general, además de apoyarse en análisis producidos por miembros del proyecto de investigación “Identidades, experiencias y discursos sociales en conflicto en torno a la pandemia y la pospandemia” (Pisac COVID-19. Agencia I+D+i).

Palabras clave: Representaciones sociales, Ciudadanía, Pandemia, Clivajes políticos, Argentina.

Political cleavages in times of pandemic: an approach to representations of citizenship in Argentina (2020-2022)

Abstract: In this paper we propose to take the category of political cleavage to map the tensions that shape the representations of citizens about the political management of the pandemic in Argentina during 2020-2021. The objective is to identify continuities, updates and reconfigurations of political cleavages during the pandemic based on these perceptions. Thus, taking the representations on political management and some socioeconomic, health and educational policies implemented by the national government, it is pointed out that the traditional cleavage Kirchnerism-Peronism vs. Anti-Kirchnerism-anti-Peronism continues to be valid, but it is updated based on the emergence of a third force that runs the cleavage and its positions to the right, reconfiguring the political field. At the same time, it is emphasized that not everything is explained by this binarism. Sometimes it is rejected. In adittion is indicated that some of the perceptions revolve around depoliticization and mistrust in democratic institutions and in "politicians". The article is mainly based on surveys and interviews carried out with the general population, in addition to being supported by analyzes produced by members of the research project "Identities, experiences and social discourses in conflict around the pandemic and the post-pandemic” (Pisac COVID-19. R&D Agency).

Keywords: Social representations, Citizenship, Pandemic, Political Cleavages, Argentina.

Introducción

1Sin duda, la pandemia de COVID-19 generó un punto de inflexión en la vida cotidiana de millones de personas. En Argentina, como en otros países de la región, el contexto neoliberal preexistente junto con las dificultades suscitadas a raíz de la pandemia durante los años 2020 y 2021, profundizaron la crisis socioeconómica y las desigualdades. A solo tres meses de asumir la presidencia, este escenario devastador llevó al gobierno de Alberto Fernández (Frente de Todos-FdT) a implementar de manera inmediata una batería de políticas y discursos para dar respuesta a la emergencia sanitaria, aunque la recepción de las mismas por parte de la sociedad fue muy divergente.

Múltiples cuestiones confluyen, tensionan y amalgaman percepciones, significados y sentidos sobre la pandemia y su gestión política. Basados en el interrogante de cómo pueden ordenarse las representaciones sociales de la ciudadanía, en el presente escrito proponemos tomar la categoría de clivaje político (y sus subcontradicciones) para trazar un primer mapeo de las tensiones que moldean este fenómeno en términos de creencias, emociones e identificaciones políticas.

El objetivo es, entonces, pensar las continuidades, actualizaciones y reconfiguraciones de los clivajes políticos durante la pandemia a partir de las representaciones de la ciudadanía en general. Consideramos al objeto de manera diacrónica y sincrónica, tomando como coyuntura el lapso 2020-2022 al tiempo que la tensionamos con una mirada de mediano plazo para dar cuenta de las rupturas y continuidades de estos clivajes respecto al período previo y posterior a la pandemia. Es decir, a través de dicha categoría nos preguntaremos por la agudización de algunos sentidos y representaciones sociopolíticas preexistentes y las surgidas durante 2020 y 2021 en términos de clivajes políticos, a la vez que veremos cómo ello se relaciona con el devenir sociohistórico en el futuro cercano.

Partimos de dos supuestos. El primero refiere a la polarización entre kirchnerismo-peronismo versus antikirchnerismo-antiperonismo. Entendemos que dicha línea divisoria continúa vigente; sin embargo, entre las posiciones antiperonistas tradicionales, las que se identifican con las derechas se radicalizaron durante la pandemia, dando lugar a una reconfiguración del campo político. El segundo indica que se profundiza el rechazo a dicho clivaje en términos de despolitización y desconfianza en cuanto ejes ordenadores de las representaciones de la ciudadanía respecto a la gestión política de la pandemia.

Para abordar los clivajes políticos y sus transformaciones, nos basamos en el material recolectado por el proyecto de investigación “Identidades, experiencias y discursos sociales en conflicto en torno a la pandemia y la pospandemia: un estudio multidimensional sobre las incertidumbres, odios, solidaridades, cuidados y expectativas desiguales en todas las regiones de Argentina”, del cual participamos en calidad de miembros del nodo FaHCE. El mismo está dirigido por Javier Balsa (UNQ) y forma parte del Programa de Investigación de la Sociedad Argentina Contemporánea (Pisac). Las ciencias sociales y humanas en la crisis COVID-19 (Agencia I+D+i). El proyecto es llevado a cabo por 18 universidades en todo el país y está organizado en subredes y nodos.2 En particular, a lo largo del período comprendido entre abril de 2021 y marzo de 2022 hemos producido de manera colectiva alrededor de 400 entrevistas semiestructuradas, siete encuestas nacionales, 20 grupos focales de discusión y el análisis de la dinámica de medios de comunicación y redes sociales en coyunturas determinadas.

El corpus seleccionado para este trabajo está compuesto principalmente por encuestas y entrevistas realizadas a la población en general, además de notas periodísticas y algunos de los informes y publicaciones académicas elaborados por los miembros del proyecto de investigación. En función del objetivo —dar cuenta de forma exploratoria de las continuidades, actualizaciones y reconfiguraciones de los clivajes políticos durante la pandemia—, el abordaje se ordenará en tres apartados. En primer lugar, trazaremos unas primeras coordenadas de lectura a partir de la categoría de clivaje y sus implicancias. En segundo lugar, en función de la sistematización de la cuantiosa información que fue recolectada y producida por el equipo del proyecto, realizaremos un recorrido por los principales clivajes y dimensiones encontradas, lo cual nos permitirá dar cuenta de un panorama general y exploratorio. Por último, buscaremos pensar los clivajes principales de esta primera aproximación y sus repercusiones para pensar las rupturas y continuidades a partir de la llegada de la pandemia de COVID-19 y con vistas al futuro cercano del proceso histórico-político.

Los clivajes políticos y la pandemia de COVID-19

Durante 2020 y 2021 el gobierno de Alberto Fernández (FdT) buscó dar respuesta a la emergencia sanitaria y a la crisis económica, pero también promovió una lógica articulatoria que le garantizara estabilidad política mediante la implementación de un conjunto de políticas públicas cuya producción de sentido fue preponderante para la escenificación de la política. Las consignas y frases con carga simbólica detrás de esas políticas concretas —como el “Quedate en casa”, el “Estado presente”, “Vacunate”, “la guerra contra el coronavirus”— permitieron que el Estado se representara como el gran enunciador y ordenador de lo que iba aconteciendo ante la perplejidad de los hechos.3 Como respuesta a esa discursividad y de manera simultánea y dinámica, las percepciones de los diferentes agentes sociales y de la ciudadanía fueron múltiples, y dieron lugar a una interdiscursividad, circularidad y nueva producción de sentido en relación con los posicionamientos en torno a la gestión política de la pandemia.

Las percepciones y representaciones sociales sobre la pandemia fueron tan divergentes que con el fin de poder ordenar de alguna manera esa multiplicidad, elegimos realizar una entrada particular a la información con el concepto de clivajes políticos y algunas subcontradicciones que se desprenden a partir de esa realidad percibida.

Como concepto, el clivaje alude a una divisoria confrontacional entre grupos de individuos, que tiende a organizar los conflictos entre ellos. Una particularidad de estas divisorias, expresada en el trabajo fundacional de esta teoría por Lipset y Rokkan (1967), es que una parte sustantiva del conflicto social —manifiesto y latente— gira a su alrededor por diversos períodos de tiempo. De acuerdo con Torres Martínez (2016), los clivajes son líneas de ruptura, divisiones profundas y enraizadas en la historia de cada sociedad contemporánea que permiten a las personas tomar una postura sobre temas conflictivos o polémicos, difíciles de abordar en la discusión porque generalmente provocan malestar en el sentir de las mismas a la hora de tratarlos. Al ser llevados al terreno de las políticas públicas, dichos temas se vuelven muy visibles. Una de las especificidades de la teoría de clivajes es que permite observar los conflictos sociales desde dos perspectivas: micro y macro. Además, da cuenta de conflictos de intereses en términos identitarios. De allí que en este texto intentemos realizar una articulación.

En relación con ello, los clivajes tienen al menos tres características que Seiler (citado en Torres Martínez, 2016) define de la siguiente forma:

Los clivajes no son únicamente configuraciones holísticas: los conflictos que los engendran por lo regular son resultado de contradicciones que los actores consideran intolerables. Los conflictos estructurales se traducen en sufrimiento humano y los clivajes, al hacerlos perceptibles, movilizan recursos identitarios como la memoria y los afectos. Los clivajes están involucrados con las emociones políticas y con la macrohistoria de las contradicciones y los conflictos socio-económicos (p. 102).

En lo que respecta a nuestro escrito, y a partir del material recolectado en encuestas, entrevistas, informes, notas y papers realizados por miembros del equipo de investigación, podemos identificar, en términos de clivajes políticos y descontento social, varias lecturas acerca de la polarización política durante la pandemia.4 Nos referimos a lo que comúnmente se denomina “grieta política” (Schuliaquier y Vommaro, 2020; Rodríguez y Touzón, 2019) entre partidarios de una fuerza política y otra (kirchneristas/peronistas versus antikirchneristas/antiperonistas).

Una de las lecturas de ese clivaje es que, a partir de la pandemia, si bien se produce un fenómeno de reafirmación identitaria en ambos núcleos duros (Balsa, 2021), al mismo tiempo se desarrolla una creciente ambivalencia y desconfianza respecto de este tipo de polarización. Es decir, en las representaciones de la ciudadanía sobre la gestión política de la pandemia se da una tensión entre posicionarse, casi ineludiblemente, en uno de los lados de la polarización y, al mismo tiempo, rechazar la “grieta" (Brusco y Orr, 2021; Bracco, Capasso, Causa, Di Piero, Esquivel, Ferrero Verzulli, Miño Chiappino, Mora, Porta Fernández y Saez, 2021). A su vez, a partir del material recolectado en las encuestas y las entrevistas realizadas por la subred Identidades y pasiones políticas, desde el proyecto de investigación encontramos que, por un lado, ese clivaje aparece en la toma de posiciones antagónicas sobre cómo gestionar la pandemia (medidas de aislamiento versus anticuarentena; provacunas versus antivacunas; presencialidad escolar versus clases virtuales, redistribución socioeconómica versus el Estado ineficiente, corrupto o que roba, etc.) y, por otro lado, observamos que ha suscitado actitudes más relacionadas con abandonar la agudización del conflicto político.

Asimismo, en los posicionamientos políticos y representaciones de la ciudadanía reconstruidos en el marco de la coyuntura abierta por la pandemia, además de las identificaciones previas cobran relevancia las emociones y afectos suscitados al calor de este particular devenir sociohistórico. En efecto, a partir del análisis del material recolectado, identificamos el miedo, la ansiedad, la depresión, el estrés y la incertidumbre como las emociones más comunes, asociadas tanto a cómo vivimos y pensamos durante la pandemia, como también a la dificultad de concebir un futuro anclado en ese presente. De esta manera, la radicalización del peso de la emocionalidad, en congruencia con su carácter situacional y la imaginación política del futuro en función de las temporalidades, se consolidó como una articulación central al momento de tomar posición respecto a la gestión política de la pandemia (Bracco et al., 2021). En relación con ello, el clivaje que manifiesta la polarización política y también su rechazo por parte de la ciudadanía está atravesado por la memoria y los afectos (Seiler en Torres Martínez, 2016) exacerbados por la experiencia pandémica.

Pese a esto es preciso subrayar que no todos los desacuerdos o posiciones forman parte de la lógica de la “grieta”. Es decir, no todas las posturas a favor o en contra de ciertas políticas se superponen con ese clivaje, pero muchas de ellas sí y por ello elegimos esa entrada a la información.

Clivajes y percepciones sobre la gestión política de la pandemia

Tal como señalan Semán y Wilkis (2021) a raíz de un estudio cuantitativo, “la pandemia complejiza la situación política reforzando, pero también diversificando los puntos de conflicto de la política. En esa agenda (…) conviven acuerdos, polarizaciones alineadas con la grieta y disensos políticos transversales al binarismo de la grieta” (2021: s/n°). Teniendo esto en cuenta, ordenaremos las percepciones de acuerdo a las políticas públicas implementadas y a la producción de sentido de las mismas en torno a dimensiones que aparecieron mediatizadas en el espacio público: la gestión política de la pandemia en general, percepciones sociopolíticas en función de las elecciones legislativas realizadas en noviembre de 2021, algunas políticas socioeconómicas que apuntaron a la redistribución socioeconómica, las políticas educativas y la política de vacunación.

Clivajes y percepciones sobre la gestión política de la pandemia en general

Al realizar una exploración por las notas, papers académicos y el material recolectado por el proyecto de investigación, es posible identificar algunas polarizaciones que atañen a la gestión política de la pandemia en general y que en ocasiones están transversalizadas por la polarización política oficialismo-oposición.

Ratto y Balsa (2021b), basándose en dos encuestas online realizadas en agosto (5990 casos) y octubre (3926 casos) de 2021, se centraron en identificar las percepciones en torno a la evaluación de la pandemia según grupos o sectores sociales. Como explican, entre ambas encuestas,

La distribución de las respuestas tuvo solo una leve modificación, reduciéndose quienes opinaban que el gobierno nacional había hecho ‘todo mal’ (de 28% a 23%). En ambos momentos, se destaca una polarización con alrededor de 35% a 38% que opinaba ‘todo bien’ o ‘bastante bien’, 41% a 46% que optó por ‘bastante mal’ o ‘todo mal’, y un porcentaje menor que eligió las opciones intermedias de ‘un poco bien’ o ‘un poco mal’ (19% en agosto y 22% en octubre) (Ratto y Balsa, 2021b: s/n°)

Respecto a cómo evaluaban la gestión determinados grupos sociales, solo observando la encuesta realizada en octubre de 2021, en relación con grupos etarios, los/as jóvenes (de 18 a 29 años) se destacaron por sus opiniones más moderadas, en comparación con los/as adultos/as mayores. Al mismo tiempo, los/as autores/as identificaron que, en los grupos de mayores de 30 años, hubo un empate entre las evaluaciones más positivas o más negativas, mientras que entre los/as jóvenes predominaron las evaluaciones negativas (36 %) frente a las positivas (19 %) (Ratto y Balsa, 2021b). De acuerdo con los investigadores, una de las cuestiones más importantes a destacar es que parte de la evaluación de la gestión estuvo asociada a cómo el gobierno nacional manejó la economía durante la pandemia.

Clivajes y percepciones sobre el voto en las elecciones legislativas de 2021

La evaluación de la gestión de la pandemia en general también tiene relación con la pregunta sobre a qué fuerza se sentían más cercanos/as. Con base en ello, en otro escrito Ratto y Balsa (2021a) dan cuenta de cómo la pandemia, las desigualdades y las subjetividades e identificaciones políticas previas influyeron sobre el voto en las elecciones legislativas de noviembre de 2021.

Como sucedía con la evaluación general de la pandemia, los resultados de las encuestas indican que la intención de voto hacia el Frente de Todos (FdT - Alberto Fernández) se redujo en la medida en que empeoró la situación económica del hogar durante la pandemia: “entre quienes están mucho peor o simplemente peor muy pocos votarían al gobierno, y entre quienes están mejor o, al menos, un poco mejor, en su mayoría votan al gobierno” (Ratto y Balsa, 2021a: s/n°). Los autores destacan que las predisposiciones políticas no solo afectan el voto, sino que también son las lentes con las cuales se mira o se elige ver el mundo:

En tal sentido, esas lentes partidarias incluso inciden en la percepción de las preguntas más ‘objetivas’, acerca de cuánto la pandemia ha afectado la economía del hogar o en las dificultades que se generaron debido a las restricciones impuestas a la circulación. Por ejemplo, entre los votantes a Alberto Fernández, solo un 31% manifiesta haber tenido dificultades por las restricciones de circulación y, en cambio, responde de esta manera el 69% de los votantes a Mauricio Macri (Ratto y Balsa, 2021a: s/n°)

De esta manera, al tomar los resultados de la encuesta de agosto de 2021, si analizamos la intención de voto al Frente de Todos, las variables que mayor influencia tuvieron frente a ello son la identificación partidaria e ideológica, la evaluación de la gestión política de la pandemia por parte del gobierno nacional, la actitud de la oposición frente a la pandemia, y la evaluación de la situación económica durante la misma.

Sin embargo, cabe destacar que la relación entre las identificaciones, el desempeño del gobierno, la conexión personal con una fuerza política, las expectativas distributivas, pesan en mayor o menor medida para el/la votante al hacer su opción electoral. Además, el peso de cada uno de los factores emocionales, económicos y políticos varía no solamente entre votantes, sino también en diferentes coyunturas (Murillo, 2019), de acuerdo a cómo se va dando el devenir histórico particular y, en este caso, la experiencia pandémica.

Clivajes y percepciones sobre políticas socioeconómicas o redistributivas

Teniendo en cuenta los resultados de la misma encuesta (agosto 2021), al hacer foco en los datos vinculados a cuestiones socioeconómicas y redistributivas, podemos subrayar algunas en las cuales la polarización política se entrecruza con otras dimensiones.

Por un lado, identificamos que casi el 60 % de los/as encuestados/as estaban en desacuerdo o muy en desacuerdo con dos de ellas: 1) “¿Cuán de acuerdo o desacuerdo está con la frase: ‘Los hijos de los ricos deberían heredar sólo una parte pequeña de la fortuna de sus padres, y el resto del dinero destinarlo a reducir las desigualdades sociales’?”, y 2) "¿El sector agropecuario debería hacer un aporte especial para enfrentar la crisis generada por la pandemia?”.5

Por otro lado, en torno la pregunta sobre qué tan bien estuvo la implementación de un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) la mayoría (46 %) opinó que “Estuvo bien porque ayudó a los que no podían trabajar” o que “Estuvo bien porque permitió mantener la economía funcionando” (14 %); no obstante, fue significativa la cantidad de encuestados/as que respondieron que estuvo mal, ya sea “porque lo recibió gente que no lo merecía” (29 %) o “porque implicó un gasto enorme para el Estado” (10 %). Es decir, si bien la percepción sobre esta política en particular en las encuestas de agosto de 2021 fue positiva incluso entre quienes fueron críticos/as de la gestión de la pandemia, las posiciones contrarias se condicen con lo recolectado en algunas de las entrevistas realizadas a población en general en las cuales se hacía una muy dura crítica a los planes sociales, o a la aplicación del IFE en particular. En ese sentido, la falta de mérito, el “cobro indebido” de este último (por parte de conocidos/as o familiares que "no trabajaban antes") o la idea de que a través de ellos se “fomentaba la vagancia” representaban para estos/as entrevistados/as el mayor problema de nuestro país (Informe N.° 1. Subred Identidades y pasiones políticas, agosto 2021).

En las tres preguntas relacionadas con este ítem, se muestra una tendencia marcada sobre el sentido común en torno a la propiedad privada como uno de los pilares que ordenan las percepciones sociales o políticas frente a la intervención público-estatal redistributiva.

En esta línea, Cuesta y Prestifilippo (2021), centrándose en los resultados de los grupos focales realizados por el proyecto en 2021 y ahondando en las emociones de los informantes, llegan a una conclusión desoladora en función de algunas respuestas:

Los desequilibrios entre ricos y pobres, la acumulación de riqueza mediante el buen desempeño en el juego de la competencia mercantil; esas desigualdades siempre existieron y no pueden cambiar, o todavía más, no es deseable que lo hagan. Hay una justicia, la del mercado, que habla por sí sola. En efecto, el mito de la justicia de la sociedad encajona dos imágenes distintas, una centrada en la cuestión de los bienes y su distribución –una idea meritocrática neoliberal–, y otra enfocada en la aplicación punitiva del derecho (p. 58).

Clivajes y percepciones sobre políticas educativas

En cuanto al campo de la educación y a algunos posicionamientos de los/as docentes en particular, en dos de los artículos escritos para este dosier tanto González y Morris (2022) como Miño Chiappino (2022) señalan que la tensión predominante en las posturas y representaciones de los y las docentes se dio entre clases presenciales versus clases virtuales. Sin embargo, ambos artículos indican que en este campo no hay una clara correlación entre posición sobre virtualidad-presencialidad e identificaciones políticas. Solo en el caso de los/as docentes universitarios/as, el aspecto que sí marcó de manera diferencial interpretaciones de mayor alcance sobre la universidad pública fueron la virtualización como estrategia de acceso e inclusión, las concepciones sobre el sujeto pedagógico y el rol social de la universidad pública (González y Morris, 2022).

Clivajes y percepciones sobre la política de vacunación

Respecto a las percepciones sobre el plan de vacunación instrumentado por el gobierno, en su calidad de política clave del 2021, cabe la aclaración de que la Argentina no se divide de manera tajante entre “antivacunas” y “provacunas” (casi el 90 % de la población ya ha recibido al menos una dosis). En las representaciones analizadas entre ambos polos aparece más bien una variedad de grises que excede el clivaje político oficialismo-oposición (Scharager y Gallino, 2022).

De acuerdo a un análisis realizado por Balsa y Brusco (2021b), frente a la pregunta sobre la obligatoriedad de las vacunas casi la mitad de los/as encuestados/as estuvo a favor, mientras que un 18 % respondió que solo sea obligatoria para ciertos grupos (“empleados públicos, taxistas, docentes, etc.”) y un 13 % opinó que debería exigirse para entrar en lugares cerrados como bares y boliches. Únicamente el 20 % sostuvo que no debería ser obligatorio vacunarse. Los/as autores/as se preguntaron si existía alguna variable que pudiera vincularse con las miradas de quienes se posicionaron en contra. En este sentido, basándose en las encuestas realizadas por el proyecto Pisac, señalan que en relación con las políticas de vacunación, ni la edad, ni el género, ni la clase6 marcaron una tendencia, ya que se dieron casi en proporciones equilibradas, con una leve mayoría de sectores populares y de adultos/as mayores a favor de la obligatoriedad. A su vez, tampoco tuvieron incidencia los factores demográficos, ni la cercanía a la experiencia de gravedad del virus.

La respuesta que sí representó una variable significativa, como sostienen los/as autores/as, fue la correspondiente a la pregunta “¿Por qué cree que la mayoría de los médicos recomiendan las vacunas contra el coronavirus?”. Al respecto, un 75 % escogió “porque la ciencia probó que eran seguras y eficaces”; un 8 % “porque reciben beneficios de los laboratorios para que digan eso” y el 17 % “porque pocos médicos se animan a ir en contra de la opinión oficial”. Estos dos grupos de encuestados/as son los que están más de acuerdo con que la vacunación no debería ser obligatoria: 44 % de quienes creen que los laboratorios benefician a los médicos y 57 % de los que no se animan a ir en contra de la opinión oficial, mientras que entre aquellos que consideran que los médicos la recomiendan por motivos científicos solo un 8 % está en contra de la obligatoriedad total de la vacunación (Balsa y Brusco, 2021b). Por otro lado, los/as investigadores/as constatan que las percepciones sobre la política de vacunación se relacionaban con la mirada que los/as encuestados/as tenían sobre el orden social. En ese sentido, aquellos que tenían posturas más conservadoras estaban más en contra de la obligatoriedad. Por ejemplo, quienes contrariaron la legalización del aborto fueron un 14 % más resistentes a la obligatoriedad, y en cifras parecidas respondieron los que no tenían posición tomada en relación con la interrupción legal del embarazo (Balsa y Brusco, 2021b).

Asimismo, es posible sumar la polarización política a este eje en vinculación con la pregunta de a qué fuerza política se sentían más cercanos/as. Durante 2021 los/as encuestados/as que se sintieron cerca del Frente de Todos apoyaron la obligatoriedad de las vacunas (en un 44 % con sanciones y en un 23 % sin ellas); quienes se ubicaron cerca de Juntos por el Cambio tendieron a repartirse por casi todas las opciones, mientras que aquellos que se acercaban a Milei (La Libertad Avanza) fueron los que más se opusieron (Balsa y Brusco, 2021b). En resumen, según los autores, la mayoría de los/as encuestados/as en 2021 estaba abierta a la exigencia de la obligatoriedad de la vacunación, mientras que solo una minoría —que fue muy intensa en su oposición— se negaba a cualquier tipo de obligatoriedad.

En cuanto a esta política específica, tal como señalan Scharager y Gallino (2022), no resultaría productivo abonar al imaginario según el cual los cuestionamientos al discurso científico provienen de personas “antisistema” (o, incluso, “irracionales”).

Por lo contrario, la desconfianza en las medidas sanitarias y en la veracidad de los consensos científicos permea a buena parte de la sociedad de maneras transversales y capilares. Más que expresarse de formas transparentes y conscientes, el descreimiento en las voces expertas aparece de modos opacos y difusos (…) La sospecha, al igual que el virus, parece extenderse en pequeñas partículas que respiramos juntos (Scharager y Gallino, 2022: s/n°)

Estos primeros elementos permiten identificar rasgos predominantes y clivajes que fueron estructurando no solo el impacto y la percepción de la pandemia, sino el cómo dar cuenta de rupturas y continuidades tomando en consideración el contexto previo. De esta manera, al preguntarnos sobre cómo se reconfiguran y actualizan las percepciones y posiciones políticas en términos de clivajes a partir del análisis de las encuestas realizadas en agosto de 2021 (5990 casos)7 encontramos algunas dimensiones transversales para pensar el clivaje político tradicional y su corrimiento.

En primer lugar, la variable que más peso tuvo entre quienes estaban en contra de la política de vacunación fue la descreencia en los/as médicos/as y en la ciencia. En este sentido, si bien las personas que aseguraron no querer vacunarse representaban una minoría (entre el total de los/as encuestados/as eran solo alrededor del 10 %, y de este porcentaje, poco menos de un tercio se mostró dubitativo) es muy interesante pensar en cómo esta minoría fue amplificada por los medios hegemónicos de comunicación y las redes sociales, y así marcó no solo la agenda política y mediática y conformó un problema público, sino también tensionó ciertos sentidos hegemónicos. Al respecto, fue relevante la aparición de la figura de Javier Milei (La Libertad Avanza) y sus discursos polémicos tanto en las manifestaciones anticuarentena suscitadas en 2020 y 2021 como en los medios de comunicación y las redes sociales. En efecto, al observar los datos de la encuesta de agosto de 2021, casi el 18 % de quienes votaron a esa fuerza política no se habían vacunado ni pensaban hacerlo.8

Asimismo, de acuerdo con Viotti (2022), el sector que se posicionó en contra de las políticas de cuidado y en particular de la vacunación, no es homogéneo. El autor encuentra por lo menos dos estilos de desconfianza: uno es el antipopulista (lo cual refuerza el clivaje peronismo-antiperonismo), de carácter estrictamente político, y el otro es el estilo que se inspira en modos de vida holistas y en las terapias alternativas.

Por otra parte, más allá del posicionamiento político, si a esta respuesta de negación a la vacuna la leemos en clave de género, entre la minoría que no se había vacunado ni quería hacerlo los varones representaban casi el doble que las mujeres (10 % de los primeros frente al 5 % de las segundas). Ello resulta interesante porque en relación con el total de encuestados/as no hubo una gran diferencia en términos de género entre quienes querían vacunarse y quienes no querían hacerlo. Pensando el clivaje de género, ante la pregunta sobre la gravedad del COVID-19, hubo un 60 % de mujeres que lo consideraban grave frente a poco más del 43 % de los varones que pensaban lo mismo. Si bien no es una tendencia fuerte, nos permite conjeturar que la deslegitimidad de las vacunas también está vinculada, entre otros factores, a las valoraciones de los cuidados en general, los cuales, como expresión de múltiples estructuras patriarcales, tienden a recaer sobre las feminidades.

En suma, hemos encontrado que en algunas situaciones las percepciones se ordenan en torno al clivaje político tradicional traducido en la “grieta”, mientras que en otras existe no solo un fuerte rechazo a dicha polarización sino también una suerte de sospecha y desconfianza hacia la política en general. Al mismo tiempo, las percepciones ordenadas en relación con las políticas y dimensiones seleccionadas a veces escapan a la lógica del binarismo de la “grieta”. Como novedad, entre los/as encuestados/as y entrevistados/as identificamos representaciones aglutinadas en torno a una fuerza política minoritaria (La Libertad Avanza) que destaca por su diferencia en relación con otras fuerzas. A continuación, profundizaremos en cómo esta tercera fuerza puede tener influencia en el corrimiento del clivaje tradicional peronismo-kirchnerismo versus antiperonismo-antikirchnerismo.

Desconfianza, ¿progresismo? y nuevas derechas

La reconfiguración del clivaje político tradicional y las controversias antes descritas permiten trazar un primer panorama en función de las tensiones principales que ordenaron las representaciones sociales sobre la pandemia. De esta forma, si bien en una primera lectura se podría pensar que el clivaje político previo (kirchnerismo/peronismo vs. antikirchnerismo/antiperonismo) siguió ordenando las representaciones, al realizar algunos cruces sobre todo con las preguntas de las encuestas que se corresponden con otras variables (género, edad, identificaciones políticas), es posible destacar un grupo o un perfil que, aun manteniendo cierta polarización kirchnerismo-antikirchnerismo, comienza a marcar una línea de fuga, corriendo uno de los extremos hacia la derecha.9 Nos referimos a la radicalización de la nueva derecha por quienes son llamados “libertarios” y que hoy estarían representados por esta excéntrica tercera fuerza política, La Libertad Avanza, liderada por Javier Milei. Al mismo tiempo, como hemos adelantado, entre las representaciones analizadas hallamos que no todas se ordenan dentro de la lógica de este binarismo y que más bien lo rechazan, lo cual se asocia a la despolitización, pero también al apoliticismo o la antipolítica. En este apartado se trazarán unas primeras líneas sobre estas dos grandes cuestiones.

La nueva derecha o “alt-right”

Brusco y Balsa (2021b) señalan que, como en muchos otros temas vinculados a la gestión de la pandemia, las identidades y preferencias políticas tienen un fuerte impacto en las opiniones de la ciudadanía. Además, como plantea Seiler (en Torres Martínez, 2016), la memoria y los afectos a la hora de comprender las nociones sobre el mundo y la sociedad también son importantes. La gestión política de la pandemia se representó con percepciones positivas, pero asimismo con otras que partían de la indignación, el odio, el hartazgo, la incertidumbre y el miedo.

Todos estos factores permiten pensar que, si bien no se trastocó estructuralmente el clivaje político previo, sí se reconfiguró. Es decir, aun cuando la “grieta” siguió y sigue siendo determinante, comenzaron a primar más la desconfianza hacia las instituciones y supuestos consensos de la democracia burguesa y liberal. Esa deslegitimación se relaciona con la radicalización de la ultraderecha o alt-right (Stefanoni, 2021).

Para pensar en estas intersecciones entre los clivajes políticos en el marco del crecimiento de la extrema derecha en los últimos años, es relevante recuperar el análisis de Brusco y Balsa (2021a) centrado en que quienes votan a esta nueva fuerza —que es minoritaria pero está en crecimiento— se encuentran en todas las regiones (no solo en Buenos Aires-CABA), todas las clases y barrios (no se concentran únicamente en la clase media-alta; por el contrario, se distribuyen con bastante homogeneidad en todos los estratos de la sociedad). Lo que sí se confirma es que sus votantes son en su mayoría jóvenes (seis de cada diez votantes de Milei-La Libertad Avanza tienen menos de 30 años de edad) y casi todos (siete de cada diez) son varones. Según arguyen los autores, en líneas generales tienen posiciones ideológicas similares a los votantes de Juntos por el Cambio (Mauricio Macri) y

(…) evalúan en forma parecida la gestión nacional de la pandemia (sostienen que el gobierno hizo todo mal), en tanto las políticas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner les provocaron rabia o disgusto. La enorme mayoría se pronuncia en contra de los planes de asistencia (…) y de la posibilidad de que hubiera alguna forma de reparto de las herencias de los hijos de los ricos (Brusco y Balsa, 2021b: s/n°)

Pero en un punto difieren de los votantes de Juntos por el Cambio: el 64 % manifiesta disgusto por las políticas del gobierno de Mauricio Macri y opinan en mayor proporción que el coronavirus no es tan grave. A su vez, sienten que les sacaron libertades sin necesidad durante la pandemia; expresan en mayor número que el coronavirus no es tan grave; en su mayoría están en contra del aborto —un porcentaje menor al de los votantes de Juntos por el Cambio— y son menos tolerantes respecto de la transexualidad. Los investigadores concluyen que de ningún modo son más “liberales” que quienes apoyan a la alianza que gobernó entre 2015-2019: “esta fuerza de derecha radicalizada está captando un electorado joven, masculino, neoliberal y conservador, que ya no es atraído por la propuesta de Juntos por el Cambio. Se parecen mucho, pero votan otra cosa” (Brusco y Balsa, 2021b: s/n°)

De esta forma, teniendo en cuenta el perfil emergente de los cruces de los clivajes realizados en las encuestas, junto con el perfil descrito por los autores a partir del material construido en el proyecto de investigación, encontramos que se generó una mayor radicalidad en las posiciones conservadoras con relación a las posturas de Juntos por el Cambio durante la pandemia. Si leemos esto a la luz de los posicionamientos sobre la gestión política de la pandemia, en los cuales las emociones cumplieron un papel fundamental (Bracco et al., 2021), es posible dar cuenta de las continuidades, actualizaciones y reconfiguraciones de los clivajes políticos durante la pandemia respecto al momento anterior y al posterior.

Por supuesto que el fenómeno no nació en pandemia, pero el contexto dio pie a su visibilización y radicalización. Recuperando una mirada de mediano plazo, Stefanoni (2021) da algunas pistas para pensar el fenómeno de las nuevas derechas.10 La hipótesis del autor es que se fue gestando una incapacidad cada vez mayor de canalizar la rebeldía por parte de quienes tradicionalmente capitalizaban la indignación social en la década de los 60 y 70 (sectores progresistas o de izquierda), frente al fortalecimiento de la derecha, que es cada vez más eficiente para cuestionar el sistema (Stefanoni, 2021).

Entre la despolitización y la desconfianza

Este es uno de los emergentes más relevantes de las entrevistas realizadas en la investigación llevada adelante en el marco del Pisac. Nos referimos específicamente a las entrevistas realizadas por la subred Identidades y pasiones políticas y que fueron dirigidas a la población en general. En este sentido, hay dos rasgos que se destacan: por un lado, la falta de confianza en los políticos y las instituciones políticas; por otro lado, la desconfianza en que el diálogo entre pares favorezca la resolución de conflictos o el cambio de las miradas/posicionamientos políticos previos. En la mayoría de los/as entrevistados/as aparecía con frecuencia el temor a la pérdida de relaciones, vínculos y afectos por sostener discusiones políticas. Es decir, el diálogo no solo se percibía como inútil sino también como perjudicial en términos personales y sociales (Brusco y Orr, 2021).

Al respecto, resulta interesante recuperar las preguntas del informe de la subred Identidades y pasiones políticas (agosto 2021): ¿cómo se practica la democracia sin posibilidad de dialogar?, ¿qué lugar asume la política en la vida de las personas que temen expresarse incluso entre sus afectos más cercanos?, ¿cuáles aprendizajes habremos de desarrollar para recuperar una esfera de debate público participativo?

Estos interrogantes permiten que nos adentremos en otro factor, que es la idea de futuro o de horizonte transformador. En las preguntas vinculadas a cómo veían el futuro, la mayoría de los/as entrevistados/as expresó una expectativa negativa o incierta.11 Por un lado, algunos/as apuntaron a la “grieta” como un condicionante de ese futuro negativo. Lo que se lee en sus respuestas es que esta tenía a los políticos más ocupados en sus propios intereses que en el futuro del país. La dificultad de establecer consensos por parte de las fuerzas políticas, o de unirse para pensar soluciones en conjunto, aparecía con frecuencia en las respuestas como condicionantes para un futuro mejor.

Con respecto a quiénes son los responsables de que el futuro sea como los/as entrevistados/as imaginan, la mayoría se dividió entre culpabilizar al gobierno, a todos los políticos y a la sociedad que los vota. Y en estos casos, las asociaciones se vinculan a componentes más afectivos de la vida en común, que parecieran eludir la conflictividad política. No así en cuanto a la política nacional, en la que emergen componentes cuyo contenido político es beligerante.

La última pregunta analizada se refería a la posibilidad de incidir en el futuro del país. La mayoría de los/as entrevistados/as afirmó que sí es posible hacer algo para cambiar el futuro. Las respuestas pueden dividirse en grupos: el primero sostiene que es necesario un cambio en las actitudes de los políticos, y que es preciso armonizar la política y la sociedad apaciguando la “grieta”. El segundo asevera que “cada uno aportaba su grano”; el tercero opina que la sociedad debe realizar un cambio profundo y ser menos egoísta, menos corrupta, más solidaria. Por último, el cuarto grupo afirma que solo con educación y trabajo es posible cambiar el futuro (Informe N.° 1, subred Identidades y pasiones políticas, agosto 2021).

A partir de esta breve sistematización de algunas de las respuestas sobre el futuro, es posible observar cierta desconfianza en que la política —institucional— pueda generar esperanzas. En especial, se le atribuye una gran responsabilidad a la “grieta” y a los políticos en general, reforzando una división entre “la sociedad” y los políticos. Esto grafica con claridad el descreimiento en la política como el medio para resolver los conflictos y construir un futuro mejor, pero también de la democracia como el modo de organización social. En términos institucionales, ello no solo tiene sus repercusiones para el Frente de Todos como gobierno o para la oposición de Juntos por el Cambio como alternativa política. Entendemos que el fracaso tanto del progresismo como del neoliberalismo en los años previos a la pandemia no solamente deslegitimó a la democracia, sino que también explica la emergencia de un espacio antiperonista representado por Milei y su partido La Libertad Avanza, que pareciera más eficiente para canalizar este descontento social y hacer correr todas las posiciones hacia la derecha.

Para finalizar, queremos destacar que todo esto se enmarca en cuestiones de más largo alcance: los fenómenos de desconfianza, individualización, desincorporación, desciudadanización producto de la modernidad (Pérez Sáinz, 2019) y reforzados por el neoliberalismo preexistente, la experiencia pandémica y la poca capacidad estatal del gobierno nacional para ofrecer soluciones concretas a la crisis socioeconómica, factores que son fundamentales para explicar el desencanto con la política.

A modo de conclusión

A lo largo del recorrido realizado procuramos pensar algunos de los emergentes del trabajo de campo a la luz de la categoría de clivaje político. Esto nos ofreció, en primer lugar, la posibilidad de examinar ciertas tensiones en función de las representaciones sociales sobre la gestión política de la pandemia y dar cuenta, de forma exploratoria, de las continuidades, actualizaciones y reconfiguraciones de los clivajes políticos.

Así, sobre la base del material recolectado —en particular, de la encuesta realizada en agosto de 2021 y las entrevistas a población general construidas por la subred Identidades y pasiones políticas— pero también de los análisis efectuados por miembros del proyecto, se fue reponiendo cómo el clivaje político se expresaba (o no) en dimensiones vinculadas a la gestión política de la pandemia y a algunas de las políticas públicas socioeconómicas, sanitarias y educacionales, en cuanto temáticas significativas que generaron polémica durante la pandemia de COVID-19 en Argentina.

A partir de ello, identificamos que el clivaje político más de mediano/largo plazo vinculado a la polarización entre kirchnerismo/peronismo versus antikirchnerismo/antiperonismo —representado en esta coyuntura particular por el Frente de Todos (Alberto Fernández/Cristina Fernández de Kirchner) y Juntos por el Cambio (Mauricio Macri/Horacio Rodríguez Larreta)— se mantuvo vigente, y se actualizó y reconfiguró con la radicalización de una tercera fuerza minoritaria, La Libertad Avanza, liderada por Javier Milei. Entendemos que la visibilidad y exposición pública que se le dio a la misma generó un corrimiento hacia la derecha de todas las posiciones del espectro político ideológico, ya sea para distanciarse o para acercarse.

Por otro lado, a la par que sucedió esto, durante el período seleccionado se agudizó el rechazo y el hartazgo respecto de la “grieta”. Pensamos que ese disgusto, sumado a las emociones predominantes expresadas en la pandemia de COVID-19 (cansancio, indignación, incertidumbre, miedo, estrés), refuerza la desconfianza no solo de las fuerzas políticas predominantes sino también de las instituciones de la democracia en general y su posibilidad de generar consensos y garantizar la ampliación de derechos.

Frente a la crisis de sentido y la posible reacción conservadora impulsada desde la extrema derecha en crecimiento, es fundamental reconocer la poca capacidad de respuesta que los sectores progresistas han tenido en las últimas décadas para resolver las desigualdades socioeconómicas desatadas por el neoliberalismo y profundizadas en pandemia. En ese sentido, consideramos que es urgente construir alternativas que produzcan esperanzas, mejores expectativas de futuro y soluciones concretas que lleven a generar e imaginar un horizonte más promisorio.

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Notas

1 Este artículo analiza información producida por un equipo de investigación federal e interdisciplinario de Argentina que trabajó en el marco del proyecto Pisac-COVID 19 “Identidades, experiencias y discursos sociales en conflicto en torno a la pandemia y la pospandemia: un estudio multidimensional sobre las incertidumbres, odios, solidaridades, cuidados y expectativas desiguales en todas las regiones de Argentina” realizado por la Red del Estudio Nacional Colaborativo de Representaciones sobre la Pandemia en Argentina (Encrespa) con la dirección de Javier Balsa (UNQ). La misma ha contado con financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. Más información general sobre el proyecto en http://encrespa.web.unq.edu.ar/.
2 Agradecemos al director y a los miembros del proyecto por los análisis realizados y los desvinculamos de cualquier responsabilidad por lo aquí escrito.
3 En efecto, tomando a Verón (1987), se podría realizar un análisis de esa discursividad y contradiscursividad emanada de las políticas establecidas en términos de gramáticas de producción del discurso, enunciadores, paradestinatarios y contradestinatarios. Aquí solo nos limitaremos a las respuestas de la ciudadanía.
4 Cabe destacar que en las construcciones de las muestras de las encuestas y en la elección de entrevistados/as desde el proyecto se buscó captar matices en lugar de apuntar a posiciones políticas fuertes.
5 Al respecto, podríamos pensar en una actualización de la polarización suscitada a raíz del conflicto entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el sector agropecuario en 2008, o en las consignas de las movilizaciones en contra de su gobierno durante 2012 y 2013 (Bracco, 2014) en las cuales el clivaje kirchnerismo-antikirchnerismo fue preponderante.
6 Como analizamos en las páginas siguientes, es posible plantear la excepción con relación al perfil de quienes votaron a Milei (La Libertad Avanza) y estuvieron contra la política de vacunación.
7 La ficha técnica y su anexo puede encontrarse en http://encrespa.web.unq.edu.ar/2021/08/28/primera-encuesta-ficha-tecnica/
8 Dicho porcentaje está entre los mayores en comparación con las demás fuerzas políticas (exceptuando que esta misma posición es del 32 % entre quienes se sentían cercanos a “otro partido de derecha”).
9 No desconocemos que también hubo posiciones de izquierda, solo que en el material recolectado y en la mediatización de la política no tuvieron un rol tan predominante como las nuevas derechas.
10 El autor marca que el ascenso de las ultraderechas del siglo XXI tiene parte de su proceso embrionario en lo que denomina paleolibertarismo. Este término fue acuñado por Murray Rothbard, al calor de los años noventa, combinando la máxima libertad económica del neoliberalismo con un fuerte conservadurismo en términos políticos o de valores (Stefanoni, 2021). De allí que suele compartir espacios con la extrema derecha, aunque busca con mayor radicalidad la abolición del Estado y la privatización absoluta de la vida social. Estas posiciones, que durante los noventa parecían marginales, fueron tomando fuerza frente a la crisis del neoliberalismo hegemónico como conducción de sectores dominantes en el mundo. En efecto, cobran mayor relevancia con el ascenso al poder de figuras como Trump (EE. UU.) o Bolsonaro (Brasil) o de partidos con estas posiciones como Vox (España) o Alternativa por Alemania, aunque este caso es un poco más mixturado con perspectivas más nacionalistas que se acerca a figuras como Marine Le Pen (Francia), Viktor Orban (Hungría) o Boris Johnson (Inglaterra) (Stefanoni, 2021).
11 Al respecto, Fisher (2017) caracteriza la coyuntura contemporánea como realismo capitalista, centrando su argumento en que el problema actual de las izquierdas no es solo llevar adelante proyectos transformadores, sino su incapacidad de imaginarlos. Esta caracterización va en sintonía con varios de los emergentes de las entrevistas realizadas en el marco del proyecto.
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