Sociohistórica, nº 51, e196, marzo - agosto 2023. ISSN 1852-1606
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Investigaciones Socio Históricas

Reseñas

Jose Gabriel, los "vagabundeos" de un socialista fecundo y heterodoxo

Reseña de Vallejo, G., (2021), José Gabriel y la crítica de la cultura. Travesías urbanas de una izquierda vagabunda. Buenos Aires: Prometeo, 306 páginas

Daniel Omar De Lucia

Centro de Ciencia, Educación y Sociedad, Argentina
Cita recomendada: De Lucia, D. O. (2023). Jose Gabriel, los "vagabundeos" de un socialista fecundo y heterodoxo [Revisión de José Gabriel y la crítica de la cultura. Travesías urbanas de una izquierda vagabunda por G. Vallejo]. Sociohistórica, 51, e196. https://doi.org/10.24215/18521606e196

No es el menor mérito del libro que analizamos en estas páginas el de permitir el rescate de una figura política e intelectual injustamente olvidada como es el caso del escritor hispano argentino José Gabriel López Buisán. No obstante, no es el eje del rescate de una figura poco conocida el que elegimos como ordenador principal de nuestra tarea comentando este volumen. Preferimos encarar nuestro trabajo interrogando críticamente el ordenamiento con el cual el autor organiza las etapas del periplo vital de José Gabriel y su intervención en una serie de procesos y tensiones de la vida política e intelectual argentina y rioplatense en las primeras décadas del siglo XX. Sin duda estamos ante una figura en la cual obra y vida se encuentran, se distancian y vuelven aproximarse sin dejarse de influirse mutuamente. José Gabriel fue un verdadero hijo de su tiempo, pero de esos vástagos que no se limitan a celebrar el legado que reciben sino a tratar de convertirlo en el punto de partida hacia nuevos horizontes. Cuando hablamos de su “tiempo” tenemos que pensar en periodos, identificados con determinadas atmósferas mentales, sus correspondientes transiciones, puntos de inflexión y rupturas. El presente libro se ocupa de la trayectoria de JG abarcando una serie de periodos que incluyen: a) los años finales de la “Belle Époque” como prolongación del optimismo decimonónico; b) el impacto de la gran guerra (1914) que en la Argentina precedería a la ampliación de la democracia política (1916) como periodo transicional hacia rupturas más detonantes; c) El bienio 1917-1918 como momento revolucionario a nivel mundial y local (Octubre ruso/Reforma Universitaria); d) El ascenso de los fascismos y los distintos grados de retracción de las fuerzas transformadoras que derivaría en paridades inestables y; e) el periodo que se abre con la Revolución y Guerra de España como explosión de las contradicciones postergadas. En dichas coordenadas espacio-temporalES el joven escritor hispano- argentino volvió a reinventarse más de una vez, pero sin dejar de ser él mismo como el contenido y los aportes de este libro permiten constatar.

Vallejo nos va introduciendo en el mundo de improntas, sensibilidades e imaginarios en el que se movió su biografiado yendo de menor a mayor y sin verse obligado a proceder a saltos en el relato de su trayecto vital. De esta manera comienza a alumbrar la imagen del primer José Gabriel, hijo de un hogar humilde, que transitó la crisis de la era del progreso como joven poeta, miembro de la bohemia modernista. Viviendo historias pasionales intensas y desprolijas, capaces de emular las épicas amorosas de Los Exiliados románticos de Edward Carr, y atreviéndose al activismo sindical en un medio, por ese entonces, esquivo a las luchas reivindicativas como el periodismo. Acción en que la vapuleada impronta juvenilita se fusionó con un intento de des montar la imagen del intelectual opuesto al trabajador. Nos queremos detener acá para señalar un primer aporte original de Vallejo a la hora de identificar una tendencia que caracterizara la trayectoria de López Bouisan desde el comienzo: la búsqueda de superar la oposición académico / popular. El intento de establecer puentes entre la esfera de acción de los intelectuales y de las masas buscando nutrirse de las prácticas, saberes y sensibilidades populares e interactuar con ellas. Vallejo sostiene que ese camino hacia lo popular, sin perder espacio en el mundo académico, fue un desafío que afrontó la generación que se iniciaría a la vida politica intelectual en los años que se incubaba la Reforma del 18.

En dicha perspectiva puede encuadrarse la participación, siempre crítica, de José Gabriel en campos como el de la reacción anti positivista y sus tempranas intervenciones en la revista Cuaderno del Colegio Novecentista; su apertura a un hispanismo lejos del tradicionalismo anti moderno, su cercanía con la izquierda socialista y su relación, siempre autónoma, con las experiencias del grupo Boedo o con la de sus antagonistas del movimiento martinfierrista. Sin duda fue en el momento que se abrió con el giro revolucionario de 1917 y 1918 en donde la acción política e intelectual de López Buisàn comenzaría a adquirir mayor entidad teórica y práctica. Vallejo reconstruye de manera minuciosa la participación de José Gabriel en el proceso reformista en la Universidad Nacional de La Plata, abierto luego de la huelga de 1919, que logró transformar la estructura elitista del gobierno de la casa de estudios fundada por Joaquín V. González. La actuación del joven profesor en esta etapa de la vida de la universidad tuvo un sabor a punto de partida. José Gabriel no solo fue un luchador que buscaba derrocar la vieja universidad y conmover los claustros a tono con los vientos que corrían en el mundo, fue alguien que busco afanosamente la transformación de la universidad para convertirla en un instrumento de transformación política y social. Vallejo rescata sus iniciativas creativas en el campo universitario y cultural platense en general (su desempeño como docente en los colegios dependientes de la UNLP; la Casa del estudiante, el Teatro Universitario, el fomento de las artes plásticas, el impulso del deporte y la cultura física, su crítica a las tendencias menos fecundas de la psicología experimental y su aplicación de categorías nosográfícas para comprender el proceso educativo y los problemas sociales, etc.) y las inscribe a en el contexto de una lucha contra las tendencias conservadoras que levantaban cabeza en el campus platense luego de su repliegue de 1919.

Merece un capítulo aparte la batalla de JG contra las corrientes eugenésicas que ganaban audiencia en foros, claustros y hospitales en los años 20. El intelectual de izquierda, adscripto a una concepción igualitarista, que no adhirió a las teorías superhombristas del vitalismo en boga, tampoco aceptó la división de la humanidad entre aptos y no aptos. José Gabriel combatiría las teorías del mejoramiento de la raza y la eliminación de los genes regresivos centrándolas en su polémica con Héctor Piñeiro. Fiel a su estilo daría esa lucha en el terreno de las letras y con las armas de la sátira. Sin duda muchos elementos con continuidad en la trayectoria de López Buisán (anti cientificismo, anti elitismo, anti aristocratismo) confluyen de manera natural en su rechazo al racismo eugenésico. Por otra parte, el combate anti eugenésico de José Gabriel confirma como su cuestionamiento al medio académico positivista en su juventud se diferenciaba de algunas orientaciones tradicionalistas y reaccionarias que se reconocían en el campo de reacción anti positivista.

El interés de López Buisán por el futbol, como periodista y como académico, también tiene el sabor de una contra versión de las apropiaciones reaccionarias y autoritarias de un mismo tópico. Vallejo resalta el rescate que el profesor reformista hacía del futbol como actividad que unía lo lúdico de la experiencia humana con la del hombre como trabajador. Idea que José Gabriel tomaba de su maestro Eugenio D Ors. Una visión contrapuesta a cierta reivindicación elitista de la educación física que contaba con muchos defensores en el medio académico de la época. Para este admirador de la poesía arrabalera de Carriego, en el mundo del futbol se concretaba una cultura barrial identitaria de la clase popular basada en la camaradería y valores solidarios. Para la intelectualidad podía ser la posibilidad de leer la realidad desde un lado distinto al de la cultura de la elite. Sin duda el frustrado proyecto de construir un estadio de futbol en el bosque de La Plata, junto al Museo, el Teatro Griego y demás espacios de la ciudad universitaria, hubiera terminado de convertir a la ciudad que Dardo Rocha pensó como una urbe a prueba de revueltas en una prefiguración de una comuna ideal digna de las utopías novecentistas. Vallejo traza un cuadro contextual que permite evaluar mejor la vertiente futbolera del ideario de López Buisán. Nos referimos a la expansión masiva de la práctica del “balompié” en el Río de La Plata en la década que viera la consagración de los seleccionados de Uruguay y Argentina, respectivamente, como campeón y sub campeón en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam (1928) y el campeonato mundial de Uruguay en 1930. En ese contexto se comprende mejor la visión alternativa de José Gabriel frente a la apropiación que se comenzaba a hacer del deporte por los autoritarismos en ascenso en el viejo mundo; También como una contestación, a priori, a algunas miradas intelectuales que se empeñarían en ver al deporte como la peor expresión del conformismo y el adormecimiento de la conciencia de las masas.

Es al filo de la crisis política de 1930 que el pensamiento del impetuoso intelectual reformista alcanza su mayor radicalización tanto en su faz crítica como en sus aspectos propositivos. Es el JG que polemizara fuerte con pensadores de orientación elitista que visitarían Argentina en la década del 20 (José Ortega y Gasset, el Conde de Keyserling, Ramiro De Maetzu, etc.) Encontrara mejor eco en el bastión de los reformistas platenses la predica de José Vasconcelos que llegara con su provocativa tesis de la “raza cósmica” a la que José Gabriel valorizara como la búsqueda de una gran síntesis de todos los aportes que confluyen en la generosa identidad de la Patria Grande. Es el mismo José Gabriel que ensayara su propio “juicio del siglo” revisitando la obra de Sarmiento y Alberdi y sus proyectos para una ”nación en el desierto” encontrando en la desigualdad de la tenencia de la tierra el limite histórico de la democracia argentina como proyecto inacabado. Este impugnador visceral de todo pensamiento elitista creía que la única vía de avance del proyecto de la democracia era concebirla como un horizonte que la empujara siempre hacia adelante. Como resalta Vallejo, la idea de la “democracia radical” de José Gabriel partía de una lectura original del impacto de la revolución de octubre y de la reforma universitaria. Debía ser una democracia producto de la igualdad social, en donde las masas tendrían la última palabra en el plano político. Proyecto en el que la universidad se integraría superando la experiencia reformista del 18, ampliando el gobierno de profesores y estudiantes con la participación de representantes populares. Una universidad que formase cuadros técnicos identificados con la búsqueda de una sociedad igualitaria y humanizada.

Resumiendo, el José Gabriel que Vallejo nos hace conocer en las páginas de este libro fue alguien que sorteó, por igual, las acechanzas del dogmatismo y del relativismo. Un pensador que no renunció a la autonomía de criterio sin por eso caer en la tentación del neutralismo cómodo o el liquidacionismo fácil. Alguien que no tenía ningún problema de adscribir a movimientos, escuelas o espacios con un perfil programático claramente definido, pero sin dejarse asfixiar por ninguna escolástica al uso. Alguien que buscó el camino hacia “la vida intensa” identificándose con Prometeo robando el fuego de los dioses antes que con los moradores del Olimpo. Si López Buisán fue un heterodoxo no lo fue por gestualidad sino porque buscaba revisar el ideario al que adscribía para enriquecerlo y proyectarlo con más fuerza. Rasgo que compartió con otros miembros heterodoxos de su generación los que, no por casualidad, compartieron ideas, proyectos o experiencias con este “tábano socrático”: Manuel Ugarte, Saúl Taborda, José Carlos Mariátegui, Julio V González, Deodoro Roca, etc. Esa misma vocación se expresó en los “vagabundeos” físicos de José Gabriel que lo llevaron a recalar en escenarios donde se desarrollaban procesos de cambios con horizontes abiertos. Pienso en la Buenos Aires modernista, el Montevideo Battlista y La Plata de la Reforma. Vagabundeos que preanunciaron el salto que lo llevaría a la España resistente y comunera donde los campesinos de Aragón buscaban concretar su utopía de “tierra y libertad”. Experiencia en la cual este intelectual anti fascista, anti elitista y anti aristocratizante condenó también el sectarismo criminal del stalinismo en el bando republicano. La urgencia de la lucha contra el fascismo no lo hizo claudicar ante un frente populista no consecuente. Muchos pasos dados y muchos caminos en un periplo vital que no concluyó con las andanzas relatadas en esta obra. Para ir concluyendo este comentario queremos resaltar el que, a nuestro juicio es quizás el rasgo más rescatable de la vida y la obra de López Buisán. El haber buscado apasionadamente una integración real y dialógica entre intelectuales y masas sin resabios elitistas, pero, también, sin caer en la tentación demagógica de identificar a lo “popular” como una verdad siempre situada más allá del bien y del mal. El haber atendido a esa diferencia, no siempre fácil de deslindar, que separa la búsqueda de lo popular como base de un proceso de transformación de la apelación a lo popular pensada como sostén de un proyecto de poder por el poder mismo. Por último, destaquemos que la presente obra está dedicada a Hugo Biagini (“Maestro y Amigo”) en un justiciero reconocimiento a un batallador de vieja data por el rescate de obras, trayectorias y experiencias que forman ese gran espejo roto que es el pensamiento emancipador argentino y latinoamericano.

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